Están surgiendo infinitas alternativas internas al actual estatus de
Podemos en la Región. Se da por sentado que la organización que lidera Oscar Urralburu guarda
en Murcia un último estertor errejonista, cosa que parece preciso
liquidar desde la mayoría instaurada en Vistalegre II, en que el combo
de Pablo Iglesias arrasó sin paliativos.
Ante la
perspectiva de lo que en todos los partidos se entiende como un
congreso, que es lo que va a celebrar Podemos, parece
que el líder regional ha lanzado a su oposición interna una propuesta
sobre lo que siempre se ha llamado integración, que inicialmente
suponíamos que estaba siendo aceptada por la otra parte. Pero esto ha
sido interpretado por quienes se atienen al ´espíritu original´ como una
operación ajena a las bases, que aquí llaman círculos. De modo que hay
que ir a los círculos, y dejarse de acuerdos desde la cúpula.
No
importa que los círculos, como critican quienes los reivindican, estén
algo pachuchos, ajenos en general desde hace tiempo al devenir de
Podemos. Quienes apelan a la soberanía de los círculos lo hacen para
reprochar al poder orgánico de Podemos su escaso interés por ellos, como
si la dirección los hubiera dejado de lado. Pero no se les ocurre
suponer que si tales círculos se han dejado suplantar puede ser
precisamente por su falta de operatividad, ya que si su
fuerza resultara decisiva nadie podría esquivarlos. La reivindicación
de la voz de los círculos produce un eco vacío en Podemos, sobre todo si
quienes recurren a esa nostalgia organizativa son los que se sitúan en
la órbita de Iglesias, pues es obvio que éste se ha desempeñado siempre
al margen de ese supuesto poder de base.
La oposición al sector
de Urralburu, a la vista de la profusión de candidaturas, está muy
fraccionada, y obedece a una serie de tendencias que sólo se pueden
distinguir si dedicamos horas y horas a leer textos, la mayoría muy
peñazos, en una serie de webs muy practicables para quienes están en el
ajo, pero más bien prescindibles para el conjunto de los simpatizantes
que votan esta opción. Ese partido, tan aparentemente espontáneo,
resulta que sufre una profunda ideologización con matices tan diversos
que lo hace intransitable para muchos que acuden a él por el reclamo de
su análisis general sobre las deficiencias del sistema democrático y de
las consecuencias que eso traslada en la vida común de los ciudadanos.
Uno
de los problemas que a los comentaristas políticos nos transmite
Podemos es que, si reprochamos sus actuaciones, en general o alguna en
particular, pasamos a engrosar el banco de los cómplices de algún
sistema innombrable, pero si elogiamos la actuación de sus
representantes, la oposición interna apelará a la complacencia de la
´prensa burguesa´ para evidenciar que los cómplices del sistema son los
propios dirigentes del partido, pues de otro modo no se explicaría que
los elogiáramos.
De modo que si aquí digo que Urralburu y su
equipo han dignificado la vida política (y parlamentaria, que para eso
están en el foro de la soberanía popular) durante los dos últimos años,
en algunos sectores de su partido se entenderá que lo están haciendo mal
de acuerdo a los intereses de Podemos, pues la prensa, que representa
para ellos el estatus, no podría ver con buenos ojos sus actuaciones si
fueran verdaderamente alternativas.
Por contra, si dijéramos que
están haciéndolo fatal cumpliríamos a la perfección el imaginario de
quienes aspiran a convalidar sus posiciones políticos a cuenta del
rechazo que obtienen desde los estamentos que consideran adversos.
Así
que si decimos que Urralburu es uno de los mejores políticos que se han
dado en la Región, ¿qué tendrían que interpretar sus adversarios
internos? Unos se acogerán a este elogio para denostarlo, y otros, los
suyos, tal vez entiendan que precisamente se le elogia para crearle
problemas. Enfín, a ver si se normalizan.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/05/30/entendemos/833438.html