El Gobierno regional convocó el pasado
miércoles en el Auditorio un acto de afirmación de su política respecto
al AVE, tras dictar Fernando López Miras que «el PSOE se lo ha robado a
los murcianos cuando ya lo teníamos», en referencia a la suspensión por
el nuevo ministerio de Fomento del proyecto de dar paso en superficie a
la línea de alta velocidad antes de que concluyan las obras del
soterramiento a través de los barrios del sur de la capital, cuyos
vecinos han mantenido una intensa movilización para impedirlo.
A ese
acto fueron convocados enérgicamente todos y cada uno de los cargos
municipales y autonómicos del PP, que ni siquiera con exhibición de
certificado de baja médica habrían podido dejar de asistir. Pues bien
¿qué hacía allí la CROEM y sus habituales adláteres?
La
pregunta es más melancólica que ingenua, pues se produce después de
haber leído con suma atención y de subrayar abundantemente con fosforito
las veinte páginas del informe que la secretaría de la patronal tuvo la
cortesía de remitirme el pasado 2 de julio, en el que se detallan las
posiciones de CROEM desde 1999 en relación a las infraestructuras
ferroviarias, expresadas en informes, declaraciones públicas,
comunicados y todo tipo de documentos y referencias.
La impresión que a
uno le queda tras la lectura de esta recopilación es que CROEM ha venido
estando siempre en vanguardia de la reivindicación razonada de la
mejora y expansión del sistema ferroviario en la Región, incluyendo no
sólo la alta velocidad, sino también las líneas convencionales, el
trazado de mercancías y las cercanías. Perfecto. Aplausos.
De
ahí la perplejidad por el hecho de que los representantes del gran
empresariado murciano acudieran a la llamada del Gobierno del PP para
llenar el patio de butacas del Auditorio regional. Y es que ni una sola
de las reivindicaciones registradas en ese informe ha sido resuelta a lo
largo de los veintitrés años de Gobiernos populares en la Región. Ni
una sola.
Cierto que Zapatero gobernó en España de 2004 a 2011. Siete
años. Hay que recordar a su favor que intentó abrir paso por Camarillas,
a punto de producir insolación a los periodistas que acudieron una
mañana de intenso calor murciano a presenciar, junto al ministro José
Blanco, el arranque de la tuneladora, que sin embargo apagó pronto el
motor cuando en Europa pusieron freno a la política expansiva de ZP y
éste canceló todas, o casi todas, las inversiones del Estado.
Pues bien,
al margen de los siete años de ZP, la Administración central ha estado
en manos del PP desde que Aznar prometiera en la plaza de toros AVEs
dobles por Albacete y Alicante, y en Murcia sin interrupción. E
insisito: ni una sola de las reclamaciones de CROEM, grandes o pequeñas,
ha sido culminada. Incluso ese AVE que, según López Miras, llegaría en
pruebas a la estación del Carmen a finales de agosto (nunca sabremos si
este anuncio habría sido en falso, como los innumerables que lo
antecedieron) vendrá, ya soterrado, a través de un trazado tortuoso e
ilógico, distinto al que pedía CROEM en 2004 en coincidencia con las
promesas de Aznar en uno de sus mítines electorales en Murcia.
Tal
vez la clave del ardoroso apoyo que CROEM presta a un Gobierno que, en
la práctica, no le hace caso esté en el último párrafo del informe a que
aludo: «Dado que desde el inicio del nuevo siglo la mayor parte de las
inversiones han estado destinadas a la llegada de la Alta Velocidad a la
capital regional y su grado de ejecución está bastante avanzado, la
pronta finalización de esta actuación permitiría liberar recursos para
el resto de modalidades».
Dicho así, parece razonable, pero se trata de
un razonamiento que destila resignación. Es la política de ´olivica
comía, huesecico al plato´, muy murcianica, escasa de ambición. La
gestión ferroviaria ha de ser integral y se ha de exigir la máxima
excelencia. Y ésta, si obviamos los intereses de coyuntura política del
Gobierno y la ansiedad de la patronal (es decir, si nos salimos de la
lógica electoral inmediata y de los intereses políticos y gremiales),
conduce al soterramiento sin señuelos provisionales, al trazado de las
líneas convencionales alternativas, y a la atención improrrogable al
destartalado tráfico ferroviario de cercanías, que genera mucha más
movilidad que el AVE.
CROEM se desmerece a sí misma cuando acude a golpe
de pito en socorro de un Gobierno que no ha satisfecho ni una sola de
sus demandas ni siquiera a cambio de tan prolongado como infructuoso
respaldo político.
En auxilio
de la política estamentaria del Gobierno popular ha acudido también el
Colegio de Economistas, otrora contestatario, con un informe ad hoc,
oportunamente filtrado desde San Esteban para componer el argumentario
gubernamental, que señala la urgencia de la llegada a Murcia del AVE en
superficie (AVE ya), pues sus redactores calculan que todo retraso a la
espera del soterramiento conlleva pérdidas millonarias (trescientos
millones anuales), de empleo, de actividad comercial, inversora y
turística.
Pero estas cuentas están hechas hacia adelante, para afear al
Gobierno del PSOE su conducta por suprimir, de acuerdo a la protesta
vecinal, la irrupción de la alta velocidad en superficie. Dos años hasta
el soterramiento supondrían una pérdida potencial mínima de seiscientos
millones. Ahora bien, si hacemos la cuenta hacia atrás nos salen unos
3.000 milllones de pérdidas potenciales debidas, desde hace veinte años, a
los sucesivos anuncios siempre fallidos de llegada del AVE emitidos por
el Gobierno regional, obsesionado cada Navidad en que acudiéramos en
ese tren a tomar las uvas en la Puerta del Sol.
Pero las uvas siempre
estaban verdes. Quiero decir, visto el balance, que si se trata de una
cuestión cuantitativa todavía debiera dar explicaciones el PP o bien
esconder el informe de Economistas antes de seguir disparándose tiros en
el propio pie.
Por otro lado,
parece mentira (lo digo sin ironía) que tanto el Gobierno regional como
los empresarios, antes de llorar por la pérdida de inversiones que
supondrá el nuevo retraso en la llegada del AVE, no hayan reparado en
que el próximo mes de febrero entrará en actividad el aeropuerto de
Corvera (faltan apenas siete meses, un soplo), y si esta infraestructura
es tan útil al efecto como pregonan sus promotores, las vías de
inversión y negocio se abrirán pronto por aire. Aeropuerto Ya. (Y consta
que es ya, pues están instalando el aire acondicionado y contratando
controladores). Bastará con instaurar un puente aéreo con Madrid o a
donde resulte más conveniente, aunque sea financiándolo a lucro cesante
hasta la llegada del AVE soterrado; no sería la primera vez que se ha
hecho, por ejemplo, desde San Javier.
En
teoría, si es cierto esta vez lo que ha venido anunciando el Gobierno
regional, la modernización de las maltrechas comunicaciones se empezará a
resolver en febrero (utilizo su propio argumentario), y si técnicamente
se pueden iniciar los vuelos (en este caso no habrá vecinos en las
nubes para cortar el paso de los aviones), el tráfico de negocios y el
turístico estarán asegurados, incluso antes de que probablemente hubiera
podido llegar el AVE en superficie.
Si atendemos al orden práctico, ¿a
cuento de qué viene tanta agonía por la suspensión del AVE en
superficie? Que López Miras quiera encontrar ahí un tajo electoral es
normal, pero ¿qué gana la CROEM?
(*) Columnista