Cualquiera que este fin de semana haya hecho una lectura sosegada de
la prensa internacional, habrá comprobado que ha habido exageraciones, y
muchas, en la valoración de la abrupta e inesperada salida del poder
del presidente Mariano Rajoy Brey (63 años) y, la también, inesperada
e imprevista victoria del nuevo presidente del Gobierno del Reino de
España, el socialista Pedro Sanchez Pérez-Castejón (46), el “Guapo”,
según destacan la mayoría de los medios internacionales.
Exageraciones que ha llegado hasta el New York Times al
afirmar que la retórica de la crisis política en España, se está
radicalizando hasta el punto que el Gobierno Rajoy y su partido, el
Partido Popular, han sido etiquetados como “zombis” y Pedro Sánchez y
quienes le han ayudado a ganar la moción de censura, con 180 votos,
“Gobierno Frankenstein “.
Es decir, que el país estaría entre zombis y
Frankenstein y que eso, esa descripción de radicalismo latente, podría
provocar una gran inestabilidad económica, una subida de la prima de
riesgo y un hundimiento de la Bolsa, con el inevitable contagio que un
Gobierno euroescéptico como el que se acaba de instalar en Italia,
está produciendo ya, en el Sur de Europa.
El primer día de Sánchez en la Moncloa se ha iniciado este lunes,
con una entrevista con el presidente de Ucrania, Petró Porosshenco, un
político que conoce muy bien España porque tiene su residencia de verano
cerca de Marbella, en La Zagaleta, y que se ha tenido que celebrar ante
la imposibilidad material de suspenderla.
Al fin y al cabo, los
servicios del Estado, aunque haya cambios, siguen funcionando como un
reloj y, a las siete y media y media de la mañana, todo el protocolo
estaba ya en marcha como si el traspaso de poderes en La Moncloa se
hubiese efectuado hace una semana.
Mientras Porosshenco y Sánchez hablaban entre
ellos en inglés, sin intérprete, la Bolsa abría con una subida del 1,61%
(9.787 puntos) y la prima de riesgo se situaba en 94,50 con una bajada
por encima del once por ciento.
Entre zombis y Frankenstein, el Presidente del Gobierno comenzaba a
trazar las líneas maestras de lo que será su gobierno que se hará
publico este miércoles, jugando con que tiene que mover piezas para
seguir controlando el partido y el Grupo Parlamentario.
Para este
delicado cargo, necesita un político especialmente bregado en las
labores parlamentarias, con gran cintura política e imaginación, ya que
tiene que hacer frente a una situación muy complicada políticamente, con
un Partido Popular que ya ha resucitado una oposición de enfrentamiento
total, unos aliados de los que no terminan de fiarse y con solo 84
diputados, de los cuales algunos han sido muy reticentes a su
trayectoria política y están más en la línea de la presidenta andaluza
Susana Díaz, que en la suya.
De entre las decenas de comentarios, crónicas y editoriales de fuera,
hay algunos que alaban los rasgos ejemplares que ha tenido el cambio de
poder en España por lo rápido y ordenado en que ha transcurrido: Un
jefe de Gobierno pierde su cargo porque su rival ha logrado una nueva
mayoría en el Parlamento. Hay una moción de censura y, al mismo
tiempo, un nuevo gobierno. “Así es cómo funciona la democracia”
“Y
España – comenta el Süddeutsche Zeitung – demuestra algo
más: En política merece la pena tener coraje. En 2016, Pedro Sánchez
se resistió a todos los susurros desde Bruselas, Berlín y de su propio
partido para que entrase a formar parte de una gran coalición con los
conservadores como socio junior.
En cambio, esperó hasta que llegó su
hora y Rajoy tropezase con una trama de corrupción”. Probablemente el comentario más favorable a lo que ocurrió la semana pasada en España sea el del diario británico The Guardian:
“Deberíamos resistir a la tentación de rechazar este cambio. El
primer motivo es porque Rajoy, un gran superviviente que desde 2011
lideró España durante un periodo de recesión y crisis de la deuda de
la eurozona, merecía marcharse.
La semana pasada un tribunal dictó
pena de cárcel para uno de los ex tesoreros de su partido por fraude y
blanqueo de dinero, y multó al propio PP por haberse beneficiado, como
institución, de comisiones a cambio de contratos públicos. Tras un
escándalo de corrupción de tamaño calibre, era totalmente necesario
que se fueran tanto el partido como su líder, y que se formase un nuevo
gobierno.
El segundo motivo, sigue diciendo The Guardian, es que
Sánchez ha llegado al poder con el impulso político a su favor. Tras
los comicios de 2016, en los que los socialistas perdieron escaños,
Sánchez se negó a respaldar un nuevo gobierno en minoría de Rajoy, a
quien acusaba de corrupción. Entonces se produjo una larga parálisis
en el seno del partido socialista, y los moderados de su partido
terminaron forzando su salida. Hace un año, Sánchez recuperó el
liderazgo del partido.
Ahora, tras las sentencias por corrupción, puede
reivindicar que tenía razón. Un tercer motivo por el que Sánchez
podría mantenerse más tiempo del que cabría esperar a juzgar por las
cifras es que su principal rival de la oposición, Podemos, está
flaqueando. El líder del partido emergente, Pablo Iglesias, sobrevivía
recientemente a un voto de confianza tras las críticas recibidas por
haber comprado una lujosa casa a las afueras de Madrid, y mientras,
Podemos pierde puntos en los sondeos.
(*) Periodista y economista