Palinuro lleva una temporada diciéndolo:
estos no saben en dónde se han metido. Su prepotencia franquista a la
par que su ignorancia y su odio a la democracia los ha llevado a una
situación sin salida que va a acabar en catástrofe... para ellos y sus
apoyos, el PP, el PSOE, C's, Podemos, el conjunto del régimen de la IIIª
Restauración.
Espero que nadie se me escandalice aun si incluyo a los
podemitas entre esta peña. Su idea (como siempre, plagiada, esta vez de
la derecha) de que el independentismo ha "despertado" a los fascistas
españoles y su comparación de los indepes con ETA ya han dejado clara la
estofa reaccionaria española de que están hechos.
Ya pueden los medios gubernamentales, estilo El País y
sus intelectuales orgánicos e inorgánicos hacer gorgoritos con el
Estado de derecho. Un país con presos y exiliados políticos, autoridades
intervenidas, población apaleada, partidos hostigados, provocadores
amparados por los poderes, censura de los medios de comunicación,
violación sistemática de derechos civiles y políticos no es ni podrá ser
jamás un Estado de derecho. Es una dictadura y una dictadura
típicamente española que está haciendo el más feroz ridículo en toda
Europa.
Ayer,
tras recoger a los críos en el cole nos pusimos en camino hacia
Bruselas para participar en lo que no tengo duda será una manifestación
gigantesca en la capital belga a favor de los presos y exiliados
políticos. Mal tiempo, niebla en el 95% del recorrido. Pero lo hicimos
encantados, animados por las noticias que llegaban sin parar: riadas de
catalanes camino de Bruselas en coches particulares, trenes, autobuses,
vuelos charter fletados. Las fuerzas de ocupación en Cataluña se
emplearon a fondo para reprimir en lo que pudieron esta riada humana que
mañana concentrará la atención del mundo sobre las condiciones de lucha
de un pueblo por su libertad.
Lucha contra un Estado franquista,
dictatorial, sin división de poderes, con el apoyo de unos partidos
parlamentarios y sus millones de votantes todos ellos franquistas en lo
que a Catalunya se refiere. Registraban coches en la frontera contra
toda legalidad, requisaban banderas sin permiso alguno, torpedeaban lo
que podían, obligaron a cancelar dos vuelos charter desde Reus. Hicieron
lo imposible por boicotear el acto de mañana y así poder decir que solo
hubo cuatro gatos en la Plaza Grande de Bruselas, como si se tratara de
una manifa de españolistas en Barcelona.
Pero
el tiro les había salido por la culata ya a la caída de la tarde. No
quedaban habitaciones libres en Bruselas ni en ningún hotel, fonda,
figón o ventorrillo a 50 kilómetros a la redonda y, según llegamos a
Burdeos, en donde paramos para hacer noche, tuiter traía ya las primeras
fotos de la Plaza Grande abarrotada de apoyos y solidaridad con los
indepes encarcelados y exiliados.
Eso
es lo que los fascistas españoles y sus siervos de la supuesta
izquierda jamás entenderán: gentes de toda condición y posición, gente
de todas clases, profesionales, trabajadores, becarios, jubilados, que
nos hacemos 3.000 kilómetros en medio del frío en un puente pagándonoslo
de nuestro bolsillo para defender una causa política.
Jamás. No lo
entenderán jamás. Ni ellos ni sus siervos de la izquierda. Seguirán
vertiendo odio y veneno a tantos euros el ladrido en los medios de
comunicación que monopolizan y con los que mienten a mansalva; seguirán
inventándose conjuras, egoísmos; seguirán intentando enfrentar a los
indepes entre sí; seguirán insultando a sus dirigentes, llamándolos
cobardes, traidores, etc. Pero no podrán evitar lo que es inevitable
porque es casi un movimiento de la naturaleza: todo un pueblo en marcha
por su libertad y su dignidad. Es pueblo que votó el 1/10 bajo una
lluvia de porrazos, el que está movilizado por sacar a sus
representantes de las garras de la represión; ese pueblo que lleva años
dando un ejemplo de civismo, democracia y sentido de la libertad y la
dignidad. Donec Perficiam.
Y
no quiero ni mencionar a los pobres diablos unionistas que en Catalunya
se presentan a las elecciones con el hierro infamante del colono en el
cogote, los Icetas, Arrimadas, Albioles, que van a quedar reducidos a su
auténtica pigmea dimensión el 21D. No merecen la pena.
La
pena la merecen esos jueces que acaban de protagonizar la penúltima
peripecia de la justicia de Peralvillo que pasa por administración de
tal en España. Advertido el gobierno del Sobresueldos por vía
diplomática de que la justicia belga negaría la extradición de
Puigdemont porque no aceptaría entregarlo a un país como España, a la
cola de Europa en independencia judicial. Un país en donde hay jueces
como nuestra Concha o Enrique López, condenado por conducir beodo
o la juez Lamela, capaz de encarcelar a la gente por sus ideas
políticas, sin fundamento jurídico alguno, o el ex-presidente del
Constitucional, Pérez de los Cobos, militante de un partido fundado por
un ministro de Franco.
La
gente en Europa no es tonta ni se la puede chantajear como en España ni
engañar con la bazofia que dan en los medios de comunicación del
gobierno (todos), ni amedrentar con bandas callejeras de matones. Así
que, para no hacer un ridículo espantoso de quedar ante Europa como lo
que realmente es, una dictadura de neofranquistas corruptos, el gobierno
decidió retirar la euroorden que la jueza Lamela había labrado
atribuyendo a Puigdemont comportamientos que no son delito en Bélgica o
inventándose los que sí pudieran serlo.
Es tal el abuso de esta
euroorden que los jueces belgas están estudiando la posibilidad de
acusarla de perjurio. El gobierno la dejará caer porque ya ha conseguido
lo que quería, esto es que el Supremo avoque la causa de sedición,
rebelión, etc y, de esta manera, cumpla su función de renunciar a la
euroorden, antes de que el desastre sea mayor.
Hay que reconocer la gran colaboración que presta la prensa, El País por su lado, Público, por este, tratando de hacer ver que la retirada de la euroorden es una astuta estrategia del Supremo para
no sé qué fines procesales cuando no es otra cosa que una vergonzosa
claudicación antes de quedar en evidencia como una judicatura sumisa a
las directrices políticas de los mandatarios.
Ni
estos ni los complacientes jueces han calibrado las consecuencias de
este nuevo disparate jurídico porque su reaccionarismo no les deja
verlo. O Puigdemont ha cometido un delito (presunto, claro) o no. Si lo
ha hecho, procede la euroorden y esta no puede retirarse sin prevaricar.
Si no lo ha hecho, la jueza Lamela debe ser llamada a responsabilidad y
correspondientemente sancionada. Pero hay más: siendo esto así, ¿por
qué siguen los dos Jordis, Junqueras y Forn en la cárcel? ¿Hay algún
modo de justificar esta desigualdad y evitar que se concluya que estos
presos son presos políticos?
No lo hay y, todavía peor, la insistencia del juez del Supremo de que Junqueras y sus compañeros sean sinceros y convincentes en
sus declaraciones de acatamiento a la Constituciòn es repugnante,
inicua e inquisitorial porque abandona el terreno objetivo del derecho
para entrar en el muy subjetivo de las convicciones del preso y del
juez. ¿Qué es "convincente" para un hombre que, por ejemplo -y no me
estoy inventando nada- considera que la unidad de España (asunto
contingente) está por encima de la justicia?
Definitivamente,
la banda del PP, que los propios jueces consideran una asociación para
delinquir y su jefe el Sobresueldos, no saben en dónde se han metido.
Lo
verán hoy y mañana, cuando todas las televisiones del mundo menos las
españolas den cuenta de la manifestación de un pueblo en defensa de sus
libertades, su dignidad y sus representantes legítimos.
Falsas banderas
El artículo de Palinuro en elMón.cat de hoy, titulado Banderas falsas.
No hace falta entretenerse mucho en la introducción porque todo el
mundo sabe de qué se habla: de las provocaciones de los fascistas que
estos tratan de hacer pasar por atentados independentistas para extender
la especie de que el independentismo es violento, criminal, asesino y
poder justificar así la acción, esa sí, criminal, de un Estado regido
por delincuentes.
Los últimos casos son obvios: unos muñecos colgados en
un puente al estilo mafioso mexicano y que los fascistas de la Societat
Civil Catalana tratan de enjaretar a los demócratas; un supuesto
atentado a un domicilio privado en cuyo balcón lucía una bandera
borbónica: otra mentira montada por las mismas "víctimas",
ultraderechistas, matones y provocadores españolistas a quienes Espejo Público dio pábulo con el fin de engañar a la población y a quienes llamó el Sobresueldos con ridículas palabras de consuelo. Los dos, Espejo Público y el Sobresueldos sabían que estaban engañando a la gente. Pero los dos también viven de eso.
El
artículo avisa de que gente que provoca y atenta con bandera falsa hay
mucha más. No son solo los matones y chulos fascistas sueltos por las
calles con el beneplácito de las autoridades "democráticas". Hay más. En
el artículo se identifican los siguientes: el Estado español, los
cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, el gobierno, los jueces, los
partidos unionistas, los periodistas a sueldo del poder, los
intelectuales, los expertos que negaron el expolio fiscal de Catalunya y
el pueblo español, que en el colmo de la estupidez grita "a por ellos",
como si ese "ellos" no fuera también él.
Aquí la versión castellana.
Banderas falsas
En
los últimos tiempos se han visto varios casos de atentados e incidentes
de falsas banderas: provocaciones, delitos, agresiones realizados por
elementos de una ideología, normalmente franquistas o fascistas si es
que hay alguna diferencia, con el fin de cargar su responsabilidad a los
de otra, normalmente demócratas o independentistas. Cometidos los
delitos suelen ser las organizaciones españolistas o de extrema derecha,
si es que también hay alguna diferencia, las encargadas de
“denunciarlos” o explotarlos mediáticamente.
Pero ¿son solo los elementos franquistas o fascistas, aparentemente incontrolados, los responsables de estos atentados?
En
absoluto. El Estado español y todos sus poderes se ha convertido en un
Estado de falsa bandera que sostiene una guerra sucia en contra de una
parte de su población. Para ello se vale de los cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado, como hizo con la llamada “operación Catalunya” del
ministerio del Interior, cuya responsabilidad no ha podido investigarse
hasta el final gracias a la labor de encubrimiento que hacen el PP, C’s
y el PSOE.
Falsa
bandera es también cuando los miembros de estas fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado, funcionarios armados, vestidos de paisano (o sea,
camuflados) participan en agresiones callejeras a demócratas e
independentistas, tratando de sembrar el miedo en el espacio público.
Igualmente
falsa bandera es que un gobierno compuesto por gentes acusadas de
cobros ilegales o directamente reprobadas, actúe sin límite ni control
gracias al artículo 155, es decir como una dictadura de hecho que lleva
su infamia al extremo de pretender que países extranjeros, como Bélgica,
recorten la libertad de expresión de sus residentes porque a ellos les
molesta.
Falsa
bandera usan unos jueces que no merecen nombre de tales, pues actúan al
mandato del poder político, encarcelando ciudadanos acusados de delitos
imaginarios o persiguiendo a otros en el extranjero con acusaciones
falsas que ellos mismos, en el colmo de la ignominia, se ven obligados a
retirar.
Falsa
bandera es que los partidos unionistas que abusan de su situación de
privilegio en Cataluña mientras los independentistas tienen a sus
dirigentes en la cárcel o el exilio, anuncien su entrada en campaña al
grito de “a por ellos”, claramente agresivo y vandálico; o que otros,
como el PSC, se hagan pasar por demócratas, mientras denuncian
comportamientos de la gente (como los lazos amarillos) ante órganos
ilegales que actúan ilegalmente en base al 155, como la Junta Electoral
Central; o que otros, como Podemos, aduciendo finalidades
revolucionarias, hagan al independentismo catalán culpable del fascismo
en España, un fascismo que ellos son incapaces de combatir, si es que lo
han intentado alguna vez.
Falsa
bandera llevan los periodistas al servicio de la dictadura del 155 que,
como los de programa “Espejo público”, dan pábulo a las mentiras de la
extrema derecha españolista y difunden patrañas como la del incendio de
la casa en donde había una bandera española, sabiendo que son
provocaciones con ánimo de incitar a la violencia represiva.
Falsa
bandera enarbolan los intelectuales que, sentando plaza de
equidistantes, dan por buenas y reproducen todas las mentiras
propagandísticas del unionismo mientras silencian o ridiculizan las
declaraciones independentistas o niegan la voluntad democrática de un
pueblo reiterada y pacíficamente demostrada.
Falsa
bandera la de quienes, habiendo negado durante años el expolio fiscal
de Catalunya por el Estado y hoy, cuando la Generalitat está intervenida
y se ven obligados a dar los datos reales, reconocen que, en efecto, el
déficit fiscal de Catalunya es de 16.000 millones de €, como decían los
independentistas, pero tratan de ocultarlo y de no reconocer su mentira
ni de explicar qué piensan hacer para corregirlo.
Falsa
bandera la del pueblo español en su conjunto cuando grita “a por
ellos”, jaleando las fuerzas de represión, sin darse cuenta de que está
ensalzando y jaleando la represión que se ejerce sobre él y su propia
falta de libertad y dignidad.
Frente
a la enorme falsa bandera en que se ha convertido el Estado español, que
debiera haber sido expulsado ya del Consejo de Europa por no ser un
Estado de derecho, es preciso enarbolar la bandera auténtica del derecho
de los pueblos a la libertad, la autodeterminación y la independencia.
Y votar en consecuencia el 21D.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED