El artículo que iniciamos el pasado jueves 2 de junio, empezando con
un panorama de la economía internacional, continuó el día 9 con una
referencia más amplia a las dos grandes naciones de mayor incidencia en
los intercambios mundiales. Y luego, el jueves 16 repasamos cómo iban
las cosas en la UE antes del Brexit, para entrar, el jueves 23,
en la situación económica de España en plenas vísperas electorales.
Seguimos hoy, después de los comicios del 26-J.
- SOBRE UN POSIBLE CAMBIO DE MODELO DE DESARROLLO EN ESPAÑA
- Internacionalización en vez de ladrillo
Tras las referencias ya hechas sobre el PIB, el empleo, y las
consecuencias de la crisis, hay que reflexionar y apreciar que España
puede estar cambiando su modelo de crecimiento: la que podría llamarse economía del ladrillo
fue imperante entre 2000 y 2008. En tanto que en los últimos tiempos
destaca la fortaleza creciente del sector exterior, hacia un modelo de
internacionalización.
Demostración de esa tendencia es el hecho de que desde 2013 la
balanza por cuenta corriente (mercancías más servicios) de España se ha
saldado con superávit: aumentaron nuestras exportaciones hasta lograr un
excedente. Lo cual contrasta con los últimos años antes de la crisis,
cuando llegamos a tener un déficit por cuenta corriente de nada menos
que el 10 por 100 respecto al PIB.
Claro es que para hablar de efectivo cambio de modelo, habrá que
esperar un tiempo y apreciar si las tendencias constatadas se mantienen;
o si solo estamos ante un caso más en nuestra historia económica de
que, las empresas, al desfallecer el mercado interior, se buscan las habichuelas fuera de España.
En mi opinión, estamos más en la primera posición que en la segunda,
porque la exportación de bienes ha pasado de poco más del 20 por 100 del
PIB antes de la crisis, al 25. Al tiempo que las empresas exportadoras
que según el ICEX eran 70.000 en 2007, hoy son más de 150.000. En tanto
que el Ibex-35 ha llegado a un 64,5 por 100 de su negocio fuera de
España, con muchas entidades que obtienen más del 90 por 100 de sus
ingresos del mercado exterior en 2015. Con la particularidad de que en
ese último año, ha habido una merma de los ingresos, como consecuencia
de la depreciación de la moneda nacional en países como Venezuela,
Brasil, México, etc.; en el contexto de desaceleración de los emergentes
que ya comentamos anteriormente.
De hecho, las mutaciones comerciales comentadas equivalen a una gran
mejora de nuestra ecuación de competitividad, en cuyo segundo término ha
habido una fuerte caída, ya señalada, del valor internacional del euro,
que ha permitido forzar exportaciones. Al tiempo que la productividad
ha subido, en correspondencia a menores costes laborales unitarios,
sobre todo en lo que concierne a los nuevos empleos.
Por lo demás, están creciendo más nuestras exportaciones a países
distintos de la Unión Europea, como son los del Golfo Pérsico, México,
India, Australia y Filipinas. Y el crecimiento de la exportación de
servicios sigue manteniendo un buen ritmo en actividades de ingeniería,
construcción, gestión de servicios públicos, banca, seguros, etc.
Importancia grande en todo el proceso de internacionalización es la
asignable al turismo, que en 2015 alcanzó el record de 68 millones de
turistas extranjeros, con una entrada de casi 70.000 millones de euros.
En una tendencia que incluso se está reforzando en 2016, con un
crecimiento tendencial del 5 por 100 a la altura de abril.
- El sector agrario
Sería lamentable omitir en un informe como este la situación del
sector agrario español, que si bien ha bajado en términos de PIB por
debajo del 4 por 100, y no más del 5 de población ocupada, un descenso
lógico en cualquier sociedad de servicios como ya lo es la española—,
continúa teniendo altos valores estratégicos indudables para nuestro
desarrollo. Situación que se ignora por muchos, no figurando para casi
nada el agro en los programas electorales. Con un desconocimiento total,
por la mayoría de los urbanitas, de lo que es la PAC (política Agrícola
Común de la UE), y de lo que han significado sus sucesivas
transformaciones, desde la protección de producto, a la transferencia de
renta a los agricultores.
En primer lugar, el campo español da de comer a unos
cincuenta millones de personas, 46,5 de población propia; y los demás
foráneos, hasta la anterior cifra redondeada. Además, segundo valor
estratégico, tenemos una balanza agraria positiva como consecuencia de
ser el nuestro un campo exportador, parangonándose la agroalimentaria
con los bienes de equipo (maquinaria, etc.) y el sector del automóvil,
muy altos en el ranking exportador. En definitiva, el campo es un sector
dinámico, que contribuye de forma capital a nuestras exportaciones, en
proporción, mucho mayor que la industria; sobre todo en los subsectores
hortofrutícolas, de vinos y aceites, cárnicas, conservas, etc.
Tercer valor estratégico: con 850.000 personas laborando en el sector
agrario, esos hombres y mujeres son los verdaderos guardianes del medio
ambiente en España; pues su trabajo abarca a las superficies de
cultivo, pastizal y forestales, más del 90 por 100 del territorio
nacional.
La agricultura, la ganadería, y la industria agroalimentaria podrían
constituir una fuente de riqueza aún más extensa (merced a una mejor
política hidráulica), con cultivos de primores en sistemas bajo plástico
o invernaderos, selección de semillas, agrobiotecnología. En tanto que
respecto de los bosques y cultivos forestales, hay que incorporarlos a
una nueva concepción vinculada a la energía alternativa de la biomasa,
teniendo en cuenta (además) la necesidad de que las áreas forestales
estén en debida forma, evitando su envejecimiento, extensión de plagas,
etc.
- Desindustrialización y reindustrialización
Un efecto indudable de la crisis ha sido la contracción del tejido
industrial de España, calculándose que se ha producido el cierre de
49.584 fábricas entre 2008 y 2013, que algunos evalúan en un 20 por 100
del tejido en cuestión; con 864.000 trabajadores cuyo puesto de trabajo
industrial fue destruido.
El hecho estadístico es que hemos pasado de un nivel de
industrialización del 25 por 100 en 1975, al 20 de antes de la crisis, y
al 16 por 100 del PIB ahora. Lo cual explica que España ha entrado ya
en el propósito de ir a la reindustrialización, para recuperar por lo
menos el nivel del 20 por 100 del producto nacional, e impulsa el nuevo
modelo de internacionalización que preconizamos para España.
En el sentido que apuntamos, los programas planteados hasta ahora por
el Ministerio de Industria, Energía y Turismo son muy endebles: apenas
un informe de no gran calidad de una consultora de EE.UU. Que se limita a
las habituales recomendaciones, en línea con lo que ha sido la puesta
en marcha de la Ley de Emprendedores.
De cara a esa más deseada que perseguida reindustrialización, será buena una política de incentivar los clústers,
es decir, las organizaciones que relacionan a las empresas de varios
sectores con fuertes intercambios entre ellos, y con posibilidades de
sinergias en caso de agruparse y adoptar objetivos comunes. Como sucede
en el sector marítimo, en el automóvil, las máquinas herramientas y otro
equipo capital, etc.; pensando en una estrategia y una logística más
avanzadas de cara a la globalización.
Además, tal vez habría otro procedimiento a seguir: abordar la
explotación de grandes iniciativas en funcionamiento: como el AVE, que
ha movilizado tantas inversiones públicas, y que implica la necesidad de
crear más empresas de todo tipo. Otro caso de gran interés es el del
Grupo Inditex, dentro de un área de confección de ropa en que también
están Sfera (El Corte Inglés), Mango, Cortefiel, etc. Igualmente podría
haber mucho más dinamismo (ya lo hay en grado importante) en la
industria alimentaria (con entidades como Campofrío, El Pozo, Covap,
Coren, Mercadona, Dia, Eroski, etc.)
Otro caso interesante a efecto de reindustrialización, es la
logística a desarrollar a partir de los puertos españoles, de los que
hay uno más o menos importante en cada comunidad autónoma con litoral.
Pero con gran dispersión, como se aprecia al ver que sólo el puerto de
Rotterdam en Holanda maneja casi más toneladas de carga (400 millones),
que el conjunto casi llega a la de todos los puertos del Estado en
España.
Otra iniciativa interesante a efectos de reindustrialización es
recuperar el ritmo de construcción de viviendas (el tope inicial podría
estar en 250.000) una vez que se supere la reabsorción de las viviendas
nuevas desocupadas, cifradas en 2015, entre 350.000 y 600.000 unidades.
En todo caso, la recuperación industrial es un tema decisivo, al que,
insistimos, no se ha dedicado la necesaria atención desde un Ministerio
de Industria, Turismo y Comercio; en el que todavía resuena la vieja
frase pretendidamente emitida por un ministro del ramo hace años: “La
mejor política industrial es la que no existe”.
Seguiremos la próxima semana con la economía española, que tiene
muchos más recovecos de lo que generalmente se piensa, y tendremos muy
en cuenta la incidencia de los comicios del 26 de junio, con sus
sorprendentes resultados de relanzar a Rajoy para un nuevo mandato,
apreciando que la ocasión amerita bien un nuevo diseño global de país, y
no algunas medidas más o menos pasajeras a que nos acostumbras las
luces cortas de no pocos políticos españoles.
(*) Doctor en Derecho y Ciencias Económicas