El PP ha podrido una parte no pequeña del Estado de derecho
(por fortuna no toda), utilizando la policía, la agencia tributaria,
RTVE para atacar a los adversarios políticos y también para
intentar embridar a los comunicadores y artistas que, en nombre de la
libertad de expresión, habían criticado determinadas políticas del PP
(la más evidente, pero ni por asomo la única, el No a la guerra).
En el
país de la Inquisición, disentir nunca ha sido sencillo, pero el PP ha
revertido una parte importante de lo ganado durante la Transición y ha
vuelto a meter el miedo. Salir del Gobierno de Rajoy era una cuestión
vital para la salud de la democracia.
Los medios han jugado un papel esencial en la política del
miedo del PP. Cuando crearon la policía política, el encargado de
publicar facturas falsas o titulares con informaciones tergiversadas era
el panfleto de Eduardo Inda. Calumnia que algo queda, decía Bacon.
La dimisión de Màxim Huerta por haber sido condenado,
principalmente por deducirse gastos que no se podía deducir, la han
vuelto a usar para intentar tirar basura sobre Podemos. Muchos
periodistas saben que la comparación es mentira y han informado
profesionalmente. Otros, sabiendo que ambos casos no tienen nada que
ver, lo han presentado como si fuera lo mismo (algunos ya tienen el
burofax con la petición de rectificación).
Susana Griso me podía haber
preguntado a mí (como hizo Julia Otero) ¿pero para qué vas a hacer
periodismo profesional si puedes hacer daño y quizá ganes una pieza en
tu montería? Los de siempre no van a perder la oportunidad de demostrar su condición hostil contra Podemos. Llevamos así cuatro años.
¿Comparto algo con Màxim Huerta? Muchos asesores fiscales, igual que el Ministerio de Industria, recomendaban tributar a través de empresas unipersonales.
A Hacienda hay que pagar lo que corresponda. Ni más ni menos. Y los
asesores te asesoran para hacer las cosas bien y para ahorrar. Esos
asesores decían que tributar por una empresa era correcto siempre y
cuando hicieras las cosas bien y no utilizaras la figura para hacer
trampas. Errores con Hacienda siempre puede haber y está bien que
Hacienda nos castigue cuando hacemos algo mal.
Cabía cierta
confusión porque Hacienda dejaba hacer. De hecho, hasta el Presidente
del Gobierno, José Maria Aznar, tributó de esa manera, igual que buena
parte de las presentadoras y presentadores, periodistas, tertulianos,
artistas, etc. Hasta que dejó de hacerlo. Y como el criterio estaba más
claro, no podías usar una empresa para deducirte gastos y para pagar
menos (algo que evitabas si al final del ejercicio te pagabas dividendos
y entonces no había trampa).
Pagarme dividendos al finalizar el ejercicio era correcto.
Había montado una empresa en España (no en Panamá) y había traído el
dinero de mi trabajo a mi país. No me había escondido sino que había
pagado el impuesto de sociedades. Todo estaba muy claro y transparente
(que le pregunten al ex Ministro Soria y a sus empresas en Panamá). Pero
había ruido porque a la gente de Podemos se nos mira con lupa, lo que
está bien, pero también se intenta siempre hacer daño porque pensamos
diferente, ataques por razón de nuestras ideas, lo que está mal porque
va contra la Constitución.
Para evitar cualquier ruido, hice,
dentro de los plazos legales, una declaración complementaria (se hacen
miles todos los años en España). Sé que a muchos les fastidió que
hiciera en plazo legal una declaración complementaria. Los mismos que se
alegrarían si me cae un ladrillo en la cabeza o me arrolla un camión.
Màxim Huerta o Aznar pudieron haberla hecho, pero no la hicieron. A
ellos les condenaron. En mi caso, la juez archivó dos demandas –dos- que Manos Limpias me puso por presunto fraude fiscal. Quien me compare miente. Aunque le paguen el artículo o el programa.
¿Cuáles eran los requisitos para tributar a través de una empresa
unipersonal? Básicamente dos: que al finalizar el ejercicio tributes las
ganancias como dividendos, es decir, que los beneficios de la empresa,
después de lo que pudieras desgravar –solo lo que pudieras legalmente
desgravar-, te los tenías que pagar a ti y esa ganancia tributarla como
IRPF. Siendo así, terminabas pagando lo mismo y no había problema. El
segundo requisito es que no desgravaras cosas que no tenían nada que
ver con tu actividad. Yo no me desgravé ni un solo gasto personal. Ni
uno.
Hice la declaración complementaria según la interpretación más
conservadora de Hacienda para evitar cualquier discusión porque a
nosotros no se nos deja discutir nada. Pese a que no se me ocurrió ni
por asomo desgravar una casa en la playa, la moto, la reforma de la
cocina o un viaje a Bali. Màxim Huerta o Aznar desgravaron
cosas que no tenían nada que ver con su actividad. Y les condenaron,
además de establecer que habían operado, al menos en el caso de Huerta,
de mala fe. Lo repito para los mentirosos: no me desgravé ni un solo gasto personal.
¿Dónde está entonces la comparación, fuera de intentar meter
basura? Pues en ningún lado, salvo el interés en siempre sembrar
sospechas sobre nosotros. La cosa está bastante clara. De
manera que quien diga que es lo mismo miente y forma parte de ese
periodismo pantuflo responsable de que los medios en España sean
señalados como los peores de Europa.
Imagina Màxim Huerta, que esa “jauría” de la que te quejas
hubiera caído sobre ti sin que hubieras sido condenado por ningún juez.
Porque eso es lo que me pasó a mí. Tú formaste parte de esa
jauría que sin conocerme, sin preguntarme, me declaraste culpable y,
escondido en las redes o en la impunidad de la televisión, dediciste
formar parte de los que mordían a ver si me desangraba.
Lamento
lo que te ha pasado -vamos a tener que abrir una discusión acerca del
uso de las instituciones para intentar acallar a la gente- y no estaría
de más que te disculparas conmigo. Pedro Sánchez también me
atacó con dureza -que es lo que te ha costado la cabeza ministerial-
achacándome a mí lo que realmente había hecho su breve Ministro de
Cultura. Asumo que en su caso forma parte del juego de los partidos y
hay que aceptar algunos golpes. Pero en tu caso, no. Fue gratis.
Me alegré de tu nombramiento Màxim -y lo escribí- porque
pensé que era aire fresco en la vieja y mohosa alacena de la cultura.
Ojalá, en mitad de tanto fragor, puedas sacar las conclusiones
correctas, y una de ellas es que fuiste injusto conmigo. Sería
bueno, ahora que empieza una nueva etapa, que intentáramos todos ser un
poco más justos. Que nos reclamáramos por lo que realmente hemos hecho
mal, pero solo por eso. El Gobierno de Sánchez no va a avanzar
si no salimos de la estrategía de acoso y derribo que ha establecido el
PP a través de los medios siempre que ha estado en la oposición.
Hay
muchos periodistas honestos en España, cuyo prestigio se ve arrastrado
por el periodismo mercenario y por la frivolidad de los tertulianos.
Pagan justos por pecadores, enturbian la profesión, devalúan a los
periodistas que sí hacen bien su trabajo y no ayudan a la democracia.
(*) Profesor titular de Teoría del Estado en la UCM