Durante la campaña electoral hablaste varias veces de una tridente
contra el PSOE. Te referías a PP, Podemos y C's cuyo monotema, casi,
era atacar al PSOE. Debiste incluir a IU, que hacía lo mismo. Todos
contra el PSOE.
Y
el PSOE aguantó bastante bien, dadas las circunstancias. El partido
merece tu reconocimiento. No tú, que no has hecho gran cosa. Debieras
hacerlo público. El PSOE ha aguantado la nefasta segunda legislatura de
Zapatero y el mandato del reaccionario Rubalcaba, más ocupado en ponerse
al servicio del PP que en hacerlo al de sus conmilitones.
También
ha aguantado lo que llevas de secretario general porque, hasta la
fecha, tu ejecutoria es bastante mala: no has hecho oposición alguna al
PP en el Congreso, hasta el punto de que el mismo Rajoy te reprochó en
el debate no haberle puesto una moción de censura, o sea, no haber
cumplido con tu deber y ser una especie de cómplice suyo. Tampoco has
aportado nada al marasmo ideológico en que se debate la socialdemocracia
tradicional, ni has mejorado la organización y funcionamiento internos
del partido. Al contrario, contigo este sigue comido por la oligarquía
de enchufados y burócratas de los que te rodeas como de una guardia
pretoriana de beneficiados. Solo te has preocupado por mejorar tu imagen
de forma que de ti puede decirse como decía Samaniego del busto: "tu
cabeza es hermosa, pero sin seso".
Sin
embargo, el PSOE ha conseguido el segundo puesto en las elecciones, en
contra de muchos vaticinios que ya lo daban por muerto. Cinco millones y
medio de votos y noventa diputados con la que está cayendo, aun siendo
el peor resultado en esta segunda época de su existencia, es toda una
hazaña. El PSOE tiene y está presente en la historia del país con
resultados de todo tipo. Es un partido de verdad, con una militancia
histórica, muchas veces heredada de padres/madres a hij@s, su principal
activo. No es una asociacion de presuntos malhechores, como el PP,
erigida para esquilmar el erario. Tampoco un grupo de amigos catapultado
por los medios de comunicación, especialmente la televisión, como
Podemos, con la finalidad de acabar con el PSOE. Es un viejo partido
histórico presente en el panorama político español a pesar de que, por
falta de discurso innovador y de una praxis eficaz al servicio de las
clases desfavorecidas, presente un aspecto envejecido y anquilosado.
Tratando
de aprovechar estas horas relativamente bajas del PSOE, Podemos lanzó
un envite con el fin de desplazarlo de lo que llama la centralidad política
para ponerse en su lugar, moderando sus pretensiones radicales,
haciéndolas más atractivas y verosímiles para las generaciones nuevas.
En el fondo, es revitalizar el viejo discurso del sorpasso anguitista,
esa obsesión del "califa" por cumplir el anhelo comunista de acabar con
la socialdemocracia traidora y calzarse sus zapatos. Lo de siempre.
Han
fracasado en el empeño, aunque, fieles a los principios de la
propaganda política, disfrazan el fracaso de triunfo y cuentan con que,
si pueden empujar al PSOE a unas elecciones nuevas en breve plazo esta
vez sí conseguirán superarlo, que es lo que más les importa; más incluso
que derrotar al PP.
Cuentan
con que no apoyarás gobierno alguno de la derecha, pues eso sería tu
perdición y es cierto. Solo podrás pactar con la izquierda, comenzando
con Podemos. A continuación te ponen como condición el referéndum de
autodeterminación pensando que no la aceptarás. Así, no habrá gobierno
en España y será necesario ir a nuevas elecciones en donde los de los
círculos se las prometen felices.
Para
ti, la posibilidad de nuevas elecciones es impensable. Pero, si no
confundes tus deseos con la realidad, habrás de admitir que a lo mejor
has de aceptarlas. Si no puedes formar gobierno porque los de Podemos
están más interesados en una nueva consulta, esta puede ser inevitable.
Como han demostrado las del 20D, cuentas con un activo único, que los
demás no tienen: tu partido, que solo debe ser actualizado. Menos
campañas de imagen y más trabajo en la articulación de una política de
reconstitución de un PSOE que la gente pueda ver de nuevo como algo
propio.
Inténtalo
terminando con la política de amiguismo, enchufismo y favoritismo;
facilitando el retorno de quienes en los últimos tiempos se han ido por
la izquierda; reorientando el partido hacia esa misma izquierda,
recuperando su carácter republicano, laico y federalista; reconociendo
el derecho de autodeterminación de las naciones del Estado, como se
reconocía en la transición y dejó de hacerse a la chita callando, a base
de engañar a la militancia, aunque esto te lo digo un poco a beneficio
de inventario pues coincido con muchos independentistas en que este
reconocimiento ya llega tarde. Igualmente hay que recuperar y
garantizar los derechos que el PP ha arrebatado a la gente; haciendo más
política 2.0 y volviendo a convertir el partido en un referente para
los jóvenes de forma que la media de edad de los militantes descienda
desde la sesentena a la treintena.
El
PSOE no es, no debe ser, el partido de una oligarquía de señoritos y
privilegiados, ni debe dar pábulo a que se reitere esa infamia de que es
igual al PP, como lo era en tiempos de Rubalcaba.
Carta abierta a la CUP
La CUP nacional se reúne el domingo en
Asamblea, órgano soberano en el que se toman las decisiones. No soy
quien para inmiscuirme en ellas y no lo hago. Pero puedo opinar, como
cada hijo de vecino, y hacerlo desde mi simpatía y mi lealtad a esta
gente estrafalaria a fuer de auténtica.
Se quejan los cupaires de que los presionan por todos lados para que acepten investir a Mas. Incluso hablan del hooliganismo
de Junts Pel Sí. Algo de eso hay, aunque no mucho. Es curiosa la
moderación con que la opinión independentista urgida de ir adelante, ha
soportado tres meses de dilación que tienen paralizado el proceso.
Como
sabe todo el mundo, la CUP fue a las elecciones de 27 de septiembre con
la promesa de no investir a Mas. Tiene razón al atenerse a su palabra.
La misma, ni más ni menos que la de Junts pel Sí de investirlo. Y,
puestos a sopesar ambas posiciones, no hay motivo alguno por el que haya
de ser la CUP la que ceda. Si tanto interés tiene Junts pel Sí en
seguir adelante con la hoja de ruta, que Mas se aparte a un lado, cosa
que ya hizo saber a raíz de las elecciones de 27 de septiembre. Y, si no
lo hace, habrá que ir a nuevas elecciones. Una situación de bloqueo
parecida a la que hay en el Estado español.
La
propuesta de nuevas elecciones no tiene nada anormal ni insólito, si
bien puede considerarse como un reconocimiento implícito de un fracaso a
la hora de gestionar el primer triunfo independentista. Si no hay modo
de organizar e implementar el mandato de la gente, se pide uno nuevo y
nos ahorramos todos sesudas disquisiciones sobre la categoría numérica
de la representación, la profundidad y nobleza de los sentimientos,
etc.
Pero
esa opción de nuevas elecciones no viene caída del cielo en un medio
inocente, sino que forma parte de una realidad compleja, cambiante y que
apunta en direcciones distintas según las circunstancias. Al retrasar
varios meses la investidura del gobierno, se están perdiendo ocasiones
únicas, cosa que podría remediarse. Como la que se da atendiendo al
hecho de que el Estado se encuentra en una situación de impasse
político por circunstancias similares a las catalanas. Aprovechar esa
disparidad de fuerzas es el abecé mismo de la acción política.
Por
otro lado, es muy probable que las elecciones nuevas no cambien
sustancialmente la relación de fuerzas en el campo independentista, y
solamente habrán servido para aplazar una decisión que también puede
tomarse ahora.
Por
las dos partes de la negociación, desde luego: una nombrando a Mas y
otra desnombrándolo. Ciertamente, la ausencia de Mas no hará descarrilar
el proceso, pero su presencia le dará más ímpetu. Ambos factores no son
idénticos. La presencia gana por el peso de un pasado convertido en
este presente que puede castigar o premiar a quien lo ha hecho posible.
Yo prefiero lo segundo.
Yo prefiero lo segundo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED