Menos de un cuarto de hora después de la apertura, el mercado de valores chino
fue cerrado por un apagado automático. Esto sucedió dos veces la semana pasada
por las súbitas caídas de más del 7%. Este mecanismo
"interruptor" fue impuesto por el gobierno hace sólo 5 meses después
de pérdidas igualmente bruscas. El gobierno ha suspendido esta medida por
ahora, no porque se haya reencontrado con la confianza de los inversores, sino
como un giro más profundo de pánico.
En esta semana el mercado ya ha caído un 5% en un día.
Las caídas en las bolsas de Shanghai y Shenzhen llevaron sus pérdidas en lo que
va de este año al 15% y 20%, respectivamente. La instalación de este
interruptor revela cuán nervioso está el gobierno chino por la
inestabilidad económica subyacente.
La desaceleración de la economía china ha sido un hecho establecido desde
hace algún tiempo, y es conocida como una de las principales causas de la
recesión en Brasil y las ralentizaciones en muchas economías como Australia,
así como la caída sostenida de los precios de las materias primas en el mercado
mundial. La turbulencia extrema del mercado de valores es un presagio de un
"aterrizaje complicado" para la economía real, exponiendo las
montañas de deuda y contradicciones que el largo boom ha construido.
Previo a esto, y al quiebre del mercado de valores de la semana
pasada, la economía real ya había entrado en el 2016 con malas
noticias. El sector manufacturero, el corazón de la economía china y el mayor
del mundo, se contrajo por quinto mes consecutivo en diciembre, marcando 9
meses de disminución general. El descenso es tan innegable que incluso el Buró
Nacional de Estadísticas, conocido por "cocinar libros" para entregar
buenas noticias, dijo que "las tensiones financieras se habían convertido
en 'más prominentes' hacia el final del año y 'la presión a la baja sobre la
manufactura era todavía relativamente grande'." (Financial Times,
01/01/16). No hay duda de que la desaceleración es real.
Sin embargo, es común que los periodistas se auxilien del carácter
secundario y semi-ficticio de la bolsa de valores china. Se señala
rutinariamente que las acciones chinas representan una pequeña parte del
capital chino; y que su volatilidad representa precisamente su desconexión de
los fundamentos más sólidos de la economía. Es cierto que el mercado de valores
de China es mucho menos esencial para el capitalismo chino que lo es el Dow
Jones para los EE.UU., y esta volatilidad, es por esa razón, que sea poco
probable que cause directamente una crisis financiera y económica.
Pero los mercados de valores también son barómetros de la salud de un
sistema económico. ¿Cuándo y dónde crecen? se han vuelto poco seguros y han
sobrepasado los límites establecidos por el capitalismo, tendemos a ver
burbujas, distorsiones y desequilibrios en todo tipo de lugares extraños. La
volubilidad del mercado de valores chino no puede representar directamente a la
economía en su conjunto, pero es un síntoma del desequilibrio de la economía en
su totalidad. Que su enorme aumento de hace un año, y su posterior caída,
fueran exagerados, falsificados, y alejados de la realidad económica, no es una
cosa sana y es evidencia de la sobreproducción crónica almacenada en la
economía real.
Antes de este auge y caída del mercado de valores, tuvimos la enorme deuda
que alimentó la burbuja inmobiliaria, que también quebró. Ambas cosas
sucedieron porque los inversores no tenían oportunidades de inversión rentable
en la fabricación debido a la sobreproducción. La enorme sobreproducción en la
economía china ha sido una realidad desde la crisis mundial en 2008, lo que
significó que la gran expansión industrial de China ahora carece de un mercado
viable. Las industrias chinas clave, como el acero, están grotescamente
sobre-extendidas.
Así como ha sido ampliamente documentado, en 2008 el gobierno chino se
quedó mirando al abismo y entró en pánico. El estímulo fiscal resultante que se
puso en marcha fue el mayor en la historia del mundo y logró controlar ambos
factores, proteger a China de la crisis y rescatar al mundo de una depresión
completa. Pero eso ha llegado a costa de una futura crisis que ahora es
inminente. El estímulo fiscal se logró por medio de endosar la deuda a las
empresas estatales para mantener la economía en crecimiento, dando lugar a una
explosión de la deuda que ahora debe ser cancelada. De hecho, el propio
estímulo derivó en rendimientos considerablemente decrecientes.
Hace seis años
"se necesitó un poco más de 1 dólar de deuda para generar 1 dólar de
crecimiento económico en China. En 2013 se necesitó casi $4", la razón
es que con la acumulación de deudas pendientes de pago "una tercera parte
de la nueva deuda ahora va a pagar la deuda vieja." (Financial Times,
27/01/14) La economía china se ha atascado con deudas improductivas porque el
estímulo de la deuda dirigida por el gobierno no podía ser utilizada lo
suficiente para la inversión productiva.
¿Por qué asumir deuda para invertir en
nuevas fábricas si el resto de la economía mundial se ha estancado y la demanda
está disminuyendo? De este modo se utilizaron estas nuevas deudas en
especulación miope en su lugar. Es esta sobreproducción fundamental la que ha
hecho que los inversores especulen por primera vez en la propiedad, ahora en el
mercado de valores. El estallido de la burbuja del mercado de valores refleja
la falta de solidez de esta especulación, y a su vez la falta de solidez de la
economía en su conjunto.
Las estadísticas para el crecimiento de la deuda en China son
impresionantes. Hace un año McKinsey and Co. produjeron datos que muestran que
la deuda total de la economía china se ha cuadruplicado en tan sólo siete años
a $28 billones, 282% del PIB y el 14% de la deuda total mundial. China es
adicta a la deuda. No puede pagar las deudas acumuladas, muchas de los cuales
son en realidad préstamos morosos, y tiene que pedir prestado más solo para
pagar la deuda que ya tiene, no para aumentar la producción.
La montaña de deuda es más crónica en ciertas industrias, especialmente las
claves como las que se exportan (por ejemplo, materias primas). De acuerdo con
Macquarie, la deuda en este sector ha aumentado un 300% desde 2007, y
aproximadamente la mitad de estas empresas tienen ahora pagos de intereses que
son el doble de sus ingresos. Estas cifras hablan de un profundo problema,
intratable en las economías de China y del mundo. El capitalismo ha llegado a
sus límites.
La desaceleración de la economía, las grandes caídas en las bolsas de
valores, y el torpe intento del gobierno para manejar esto, están causando una
fuga de capitales muy significativa de la economía china. La moneda (Yuan) ha
dado marcha atrás a su ascendente trayectoria y ha comenzado a caer de manera
espectacular. Esta vez el gobierno no está devaluando artificialmente la moneda
para fortalecer las exportaciones, por el contrario, ahora el gobierno está
luchando contra la fuerte presión del mercado para vender y deshacerse de la
divisa. Esto se refleja en el precio más bajo del Yuan intercambiado en el
extranjero que en la China continental ya que en el primero, el gobierno permite
más libertad a las fuerzas del mercado. Hoy las dos tasas se han unido, pero
sólo gracias al uso gubernamental de las armas de “potencia nuclear” para
disuadir de un ataque contra el yuan por los vendedores de activos y convencer
a los inversores escépticos de que tiene bajo control el balbuceante sistema
financiero del país. "(The Guardian, 12.01.16).
China está aterrorizada de que las caídas dramáticas en su moneda pudieran,
tanto ser provocadas por una fuga masiva de capitales de la economía, como provocar
eso mismo, dando lugar a una recesión. Por lo tanto, se la está jugando a
través de sus importantes reservas de divisas para comprar Yuanes y apuntalar
artificialmente su valor. Esto ha provocado que sus reservas oficiales de
divisas hayan caído una sexta parte desde junio de 2015 (The Financial Times,
11/1/16). Está lanzando nuevos controles de capital para frenar la fuga de
capitales. George Magnus escribe en el Financial Times:
"Es en este
contexto que podemos reflexionar sobre el reciente anuncio de una caída de $512
mil millones en reservas de divisas en 2015. Desde que China tiene un superávit
de cuenta corriente y superávit y de inversión neta directa de alrededor de
$600 mil millones, la salida de capitales implicados debe haber estado cerca de
$1 billón. Algo de esto se convirtió en fuga de capitales. Teniendo en cuenta
la interacción entre la fuga de capitales, una depreciación
"controlada" de la moneda más incierta, y una juerga de crédito
privado que va en la dirección equivocada, la crisis de crédito de China puede
estar acercándose ahora un poco más rápido."(The Financial Times, 11/1/16).
Todo esto muestra que es muy probable que se desate una crisis financiera y
económica en toda regla en China. Eso es muy importante para las perspectivas
para el sistema capitalista mundial, ya que en 2008 fue la capacidad de China
de eludir la crisis lo que hizo que tirara de la economía mundial. La economía
mundial sigue estando plagada de la deuda y la sobreproducción que
provocó la última crisis (que en realidad sigue en curso). La crisis de 2008 no
tuvo el consuelo de purgar al mundo de la deuda y de la sobreproducción, de
hecho los niveles asiáticos y mundiales de la deuda lejos de ser cancelados
sólo han crecido desde entonces, como lo muestran las siguientes tablas.
Así que el mundo es extremadamente vulnerable a una nueva crisis financiera
del mismo modo que se enferma con la austeridad. Sólo que esta vez las reservas
de grasa se han quemado, y China, el último bastión contra una depresión sin
cuartel en 2008, no sólo no rescatará al mundo esta vez, sino que es
probable que sea la causa de su crisis. Y el efecto hoy de lo que sea que
suceda en la economía china es mayor que en el año 2008, en la medida que tanto
su participación en el comercio como en la producción han crecido - este año
representará el 18% de la economía mundial.
La economía mundial ya está sintiendo los efectos. El Promedio Industrial
Dow Jones ha tenido su peor comienzo de cualquier año de su historia, al
igual que el S&P 500, que perdió $864 mil millones durante cuatro días. Los
precios del petróleo están ahora a $31 el barril (cuando estaba a $147
hace unos años), y puede caer tan bajo como a ¡$10 por barril! Existe el
temor de que una desaceleración o recesión china significativa podrían causar
deflación e impago de la deuda. 2015 ya fue testigo del crecimiento
mundial más lento desde la crisis de 2008/9. El Royal Bank of Escocia acaba de
escribir a sus clientes instándolos a "vender todo", excepto los
bonos de mayor calidad, ya que "la situación actual [les] recuerda a 2008,
cuando el colapso del banco de inversión Lehman Brothers llevó a la crisis
financiera mundial. Esta vez China podría ser el punto de crisis”. (The
Guardian, 12/1/16).
Para el régimen chino, una crisis económica es también una profunda crisis
política. El gobierno apoya muy explícitamente su legitimidad en el crecimiento
económico, el aumento de los niveles de vida y la estabilidad económica general
y la competencia. Están a punto de ser descubiertos. A medida que su
legitimidad se desmorona, temen más que nada un levantamiento de la clase
obrera, los cientos de millones de trabajadores que han hecho y siguen haciendo
de China la potencia económica que es.
La clase obrera china ha ido ganando en organización, confianza
y combatividad durante años. Las huelgas están creciendo todo el tiempo,
y las últimas cifras muestran que no sólo 2015 vio un número récord de huelgas
(el doble que en 2014), sino que además estas huelgas se dispararon drásticamente
en diciembre, hace sólo un mes.
Así como la economía está fallando, lo que obligará a los
capitalistas chinos a aumentar la presión, los recortes salariales y despidos
de los trabajadores, ellos elevarán más su militancia. El gobierno puede ver el
peligro y está reprimiendo a líderes sindicalistas más que nunca. Según
el Financial Times:
"La policía china ha detenido a cuatro activistas obreros establecidos
en Guangdong, centro manufacturero del país, según los abogados, en lo que se
ha descrito como la represión más dura contra los trabajadores organizados por
las autoridades chinas en dos décadas".
Cheng Zhenqiang, el abogado que representa a Zeng Feiyang, uno de los
activistas arrestados el viernes, dijo al Financial Times por teléfono que era
claro que la desaceleración de la economía de China estaba desempeñando un
papel.
"Por supuesto que [la represión] está relacionada con la crisis
económica" (Financial Times, 11/1/16).
(*) Auditor y consultor financiero