Los resultados electorales del pasado 20D en la Región de Murcia no cabe reinterpretarlos con normalidad democrática porque están viciados en origen y denontan el pésimo estado moral de menos de una cuarta parte de todos los murcianos respecto a su dependencia final de caciques de nuevo cuño, mafias, clanes y redes clientelares al peor estilo de la renovación canovista, multiplicado en cantidad y calidad ese despreciable sistema tan denostado en los manuales y libros de Historia Contemporánea de España.
Porque una cosa está más que clara: la corrupción no termina de actuar del todo como un efecto deslegitimador del PP murciano y su Gobierno autónomo porque aún conserva una mayoría, aunque no sea absoluta, en torno al 40% del actual cuerpo electoral murciano (5 de 10 escaños) que acudió este domingo a las urnas (721.461, el 71,87% de 732.331 electores, sumados los 4.492 murcianos que votaron en blanco, 0,45%, y los 6.378 votos nulos, 064%).
Llegando al fondo de las cosas y con todo lo que circula hoy la información en un lugar tan pequeño e intercomunicado como es la Región de Murcia, por otra parte territorio relativamente tan atrasado políticamente hablando como se ve, se pudiera considerar a gran parte del electorado, no tan residual todavía del PP, como cómplice pasivo de su estructural y genética corrupción, por muy ignorante que se sea, después de haber acreditado suficientemente en los últimos veinte años este partido en Murcia como estructura de intereses devenida, por cierto bastante de extrema derecha, su excelencia manipuladora desde la mentira como método y eje de su estrategia, más una total falta de ética política y de moralidad pública, que tampoco le ha impedido renovar sus tres senadores posibles de cuatro por circunscripción (al regir aquí el sistema electoral mayoritario en vez del proporcional) y contribuir así a la mayoría absoluta del hoy patético Rajoy en la Cámara Alta, con lo que el PP puede impedir la necesaria y urgente reforma constitucional y no evitar por tanto la inestabilidad de la Corona y tampoco poder encauzar de ese modo los temas vasco, gallego y catalán que ahora amenazan objetiva y seriamente la unidad de España en el futuro cercano.
Sin embargo, parece no haber bastado esta vez la corrupción destilada y probada en Torre Pacheco, Águilas, Librilla, Totana, Abanilla, Archena, Alcantarilla, Molina, Fuente Álamo, Caravaca, San Javier, Mazarrón, Aledo, Villanueva del Segura, La Unión, Pliego, Murcia, Cartagena y Puerto Lumbreras, nada menos, para recibir en las urnas un castigo definitivo, hasta conseguir terminar con su burla hacia una sociedad murciana que ahora vemos masoquista y postrada en parte ante una banda que se jacta de tener controlada a la Justicia y gozar de una patente de corso muy similar a la esgrimida por los delincuentes de cuello blanco en otros ámbitos y ejemplarmente en la isla de Sicilia.
Con un presidente actual de la Región cuestionado ya en un tercer procedimiento judicial como es el payaso político hoy en San Esteban; con su padrino y europarlamentario, desde hace meses con un pié en Comisaría y objeto de estudio en Fiscalía; ex-consejeros y diputados declarando ante la Policía, fiscales y jueces, algunos tras ser esposados, y con veinte alcaldes y decenas de concejales implicados en casos de descarada corrupción política, hasta acabar en la cárcel algunos de ellos pese a su aforamiento como diputados regionales, para 293.546 murcianos (40,44% de votantes) hasta el pasado domingo no era todavía suficiente para retirarles su apoyo. Bien que la Región tiene un millón y medio de habitantes, de los que 992.924 (100%) tenían derecho a voto, y los que aún votaron al PP significan una muy exigua tercera parte del censo a la que se podría adjetivar como cómplice y definir como base de la pirámide de intereses inconfesables en que ha tornado este partido bajo el poder, ahora en la sombra, del inicial monigote de otros siempre ocultos, que era el otrora extremista e infelíz Valcárcel.
Los pocos votos de más recibidos por los socialistas respecto a las elecciones generales de 2011 (147.524 esta vez, un 20,32%, y 2 escaños), los 50.000 añadidos de Ciudadanos (128.294, un 17,67%, y dos escaños) y los 30.000 más de Podemos (110.o89, un 15,16%, y un solo escaño) en relación a los pasados comicios autonómicos y municipales del 25 de mayo, y la pérdida de tan solo 180.000 votos por parte del PP en cuatro años con todo lo que ha trascendido sobre los métodos de este partido en la Región de Murcia y la secuencia de hechos delictivos que apuntan a sus dirigentes y a una veintena de alcaldes, aparte de los deméritos de todos los demás contendientes, significa que los murcianos distan mucho de la España más puesta en el siglo XXI y que no están en condiciones de afrontar lo que se aventa, pudiera ser que hasta por cierto complejo de inferioridad mezclado con mucho de impotencia para alcanzar el protagonismo perdido desde los tiempos gloriosos de don Juan de la Cierva y Peñafiel, diputado y seis veces ministro, nacido en Mula, y destacado dirigente del partido de Maura.
Porque hace tiempo, pero hoy especialmente, la sociedad murciana es absolutamente irrelevante en España - somos tan solo el 2,5% del territorio nacional en todo- al conocerse desde el resto del país como domesticada y anestesiada por los nuevos caciques que controlan aquí el PP con la total y absoluta anuencia de Rajoy a cambio de su más ciega e interesada lealtad, y que han cargado a esa sociedad, que encima aplaude al menos en un 25%, con un déficit público galopante y una deuda pública consiguiente que ya resulta impagable y cuya permanente renovación está haciendo aún más ricos a quienes la prolongan y a quienes la financian.
Esa falta del más absoluto respeto democrático a los murcianos y murcianas no es patrimonio exclusivo del PP porque el PSRM también tiene mucho que ocultar si recordamos su gobierno de la Región en la primera parte de la Transición con los Hernández-Ros, Collado y María Antonia Martínez de turno, de los que nada tiene que envidiar la no tan politicamente casta Susana, por encubridora de grandes corruptos en Andalucía, ni muchos actuales dirigentes del PSOE en otras partes de España. Aunque lo de Murcia y la más que cutre y ramplona 'dinastía Tovar' también explica a la perfección que el PSRM haya dejado de crecer electoralmente en varios comicios recientes al derivar en pura bazofia política sus listas electorales en nuestra región, con muy contadas excepciones. Es un dato irrefutable que el PP ha sido hegemónico esta vez de nuevo en Murcia, Cartagena y Lorca, como siempre desde 1995, aunque haya pasado del 64% de apoyo electoral en 2011 al 40,44% anteayer.
Pero por lo que se ve, y muy bien se ha denunciado ayer desde las filas de UPyD (5.418 votos, o,75%), la corrupción no computa prácticamente nada en los recientes procesos electorales en la Región de Murcia al observar como el PP mantiene su hegemonía en el municipio de Murcia y los de Lorca y Cartagena, los tres más poblados y decisivos al albergar el mayor número de electores, al menos que consideremos consecuencia de su rechazo a esa corrupción los 271.463 (27,04%) murcianos que optaron por la abstención hasta situarse en número muy por delante del PSOE (147.524 votos, 20,32%) y a continuación del PP (293.546 votos). Cabe esa posibilidad aunque esa abstención ha terminado, igualmente, por beneficiar a los corruptos al no engrosar la cosecha de otro partido de centro-derecha como Ciudadanos, absolutamente limpio hasta el momento, y al producirse una de las participaciones más bajas del país en porcentaje (72,96%).
Porque lo que resulta una paradoja, a la que el PSRM ha contribuido netamente sin duda, es que una región históricamente de sociológica identidad progresista lleve más de veinte años confiándose a opciones de derecha o centro, como ahora se ha visto con el tirón de partida dado por Ciudadanos en la Región si bien a costa de un PP al que sirve de muleta como perfectamente se ve en la Asamblea Regional, hasta superar en sólo seis meses en cuanto a apoyos a un Podemos que sigue sin existir como estructura en los principales núcleos de la Región de Murcia y que, esta vez, ha fallado en todas las grandes áreas urbanas, especialmente en Cartagena, con la excepción del municipio de Murcia, de donde a duras penas ha podido arrancar uno de los diez escaños en liza y a muy alto precio en votos (110.089 exactamente) frente a los 58.709 que ha necesitado el PP, aunque Podemos haya crecido en 30.000 votos respecto al 25-M a costa del PSRM e IU (22.710 votos, el 3,13%).
Queda clara, sin embargo, la falta de consideración de los principales partidos con los electores murcianos al elaborar unas listas rellenas de figurantes de nulo o escaso perfil profesional, magro currículo y sin bagaje que garantice, no ya unos conocimientos políticos elementales, sino cierta independencia de criterio muy por encima de la disciplina de partido o parlamentaria a favor de Murcia. Con niñatos/as distribuidos en casi todas las candidaturas (PP, PSOE, Podemos y Unidad Popular) a falta de un empleo o de parados de larga duración como en otra (C's), en la próxima legislatura poco puede esperar la Región de esta caterva de melones sin escrúpulos que van a lo que van sin excepciones.
De ahí la brutal cifra de abstencionistas esta vez ante el panorama desolador y la absoluta falta de garantías por incompetencia de los ilustres desconocidos que aparecían en todas las papeletas por ayunos de unas referencias vitales mínimas aunque acompañados, en casos, de politicastros sospechosos, por no decir presuntos, en lo que también resulta una suerte de pulso al electorado murciano por aquello de más de lo mismo y del malo conocido. Y estoy pensando de nuevo en el PP.
Lo que no se entiende bien con todo lo dicho, ni se justifica tampoco, es como 293.546 murcianos han dado un cheque en blanco a la evidente manzana podrida que es el partido gobernante en Madrid y Murcia, y más aún cuando Rajoy ningunea y deja a la Región prácticamente sin inversiones en los Presupuestos Generales del Estado de 2016 por no hablar de su vergonzoso comportamiento con los afectados por los terremotos de Lorca y del Memorándum del Tajo-Segura que ya no garantiza solidariamente desde el Estado las necesidades hídricas de nuestra agricultura regional; con un AVE, que ya veremos si es un tren de alta velocidad o de velocidad alta, que no termina de llegar por Cuenca-Alicante ni soterrado ni en superficie; con un aeropuerto de Corvera obstaculizado siempre sibilinamente por Madrid (Fomento y Defensa) desde los tiempos de José María Aznar en La Moncloa y que no tiene visos de abrir con un mantenimiento sostenido en el tiempo sin un previsible fuerte déficit de explotación; y con una desaladora de Escombreras, sangría para muchos años de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, que es el paradigma del saqueo del PP de Valcárcel a los impositores murcianos.
Y cuyas responsabilidades penales y patrimoniales estan pendientes de depurar en unos tribunales de Murcia algo remisos a encausar a quien tantos y grandes favores particulares ha hecho a jueces clave, al menos tres por ser justo con el resto aunque no todos absolutamente limpios de pecados veniales, que no necesitan confesión pero sí propósito de enmienda cara a los nuevos tiempos que trae el irreversible cambio generacional acelerado en todo el espectro político y parlamentario como reflejo del mismo en la sociedad española y desde donde emerge una nueva clase dirigente sumamente castigada de entrada por los efectos de la crisis.
(*) Pseudónimo de un periodista senior independiente