Zaragoza cercada por los franceses, la
ciudad en ruinas y sus habitantes, famélicos, a punto de rendición. Y
ahí es cuando aparece Aurora Bautista encarnando a Agustina de Aragón en
la película de Juan de Orduña para animar a los resistentes: «¡A la
defensa, a la defensa, ¿vais a entregar el Pilar?». Y todos, como si
fueran del PP ante una arenga de López Miras, responden: «Nooo... Es
mejor morir».
Agustina de Aragón se dirige al ciego de los romances, le
encasqueta una guitarra, y le pregona con voz desgarrada: «¡A la
guitarra, a la guitarra, que los levante la jota!». Y animados por el
chinchipirrín de la música baturra, los zaragozanos vencen a los
franceses y colorín, colorado, este cuento de Cifesa se ha acabado.
En
esas está el PP murciano, en la resistencia. Que vienen los rojos, en
francés rouges. Así que López Miras se han envuelto en la bandera de la
Región, lástima que no sea azul, sino roja, de modo que en vez de
hacerlo gráficamente lo haya intentado con un lema: «En defensa de la
Región» es el rótulo, en caja alta, es decir, gritando, que ha situado
en los carteles sobre su imagen.
Es curioso que José Ballesta, quien al
parecer exigió que para repetir candidatura a la alcaldía de Murcia
establecería por su cuenta su propio diseño de campaña, haya cargado con
el oficial, según figura en la cartelería («Centrados en ti»), tal vez
porque el improvisado lema de la reconversión centrista le haya venido
de perlas, mientras que López Miras, que debiera reforzar su reencuentro
con el 'centrismo liberal' después del batacazo en Murcia de la
'derecha desacomplejada', nos sale ahora con un arrebato regionalista
(ese «en defensa de la Región»), justo cuando se ha visto a cuenta del
proyecto Garre el escaso calado que esta apelación tiene en la
Comunidad, más españolista que murcianista.
López
Miras no es Agustina de Aragón, porque mientras ésta apelaba a 'todas
las fuerzas', la defensa del PP en estas horas bajas en que hasta
Ciudadanos tontea (que sí, que no, que ya veremos, que lo que diga
Rivera, es decir, cualquier cosa) con la posibilidad de aliarse con los
franceses, está muy disminuida, y ya hemos sugerido las causas.
Una, el
desplazamiento de la vieja guardia (Teo manteniendo hasta última hora
las esperanzas de Valcárcel para repetir en las europeas, con predecible
resultado de engaño; la fatalidad de que el voto no haya llegado hasta
la cota de Paco Jódar, al que llamaban el Giulliani murciano cuando
permitía que le ningunearan desde Murcia los fondos para la
reconstrucción de Lorca tras los terremotos).
Dos, el aparcamiento de
los «amigos del alma que siempre estarán conmigo donde yo esté»
(probablemente en la oposición), como Víctor Martínez, Martínez-Cachá o
Paco Bernabé, cada uno de ellos posible sucesor en caso de catástrofe
electoral. En síntesis, López Miras ha conseguido molestar a todos, a
los antecesores y a los posibles sucesores. Cabe suponer que su
invocación a la desesperada para la defensa de Zaragoza, es decir, para
la supervivencia de 'su PP', va a tener una respuesta desganada.
Pero es que, además, en el interior del
PP hay quienes tiene la vista larga y observan que la candidatura a las
autonómicas no sólo está depurada de competidores, sino que en caso de
que en última instancia no hubiera más remedio que pedir la baja de
López Miras, la nomenclatura alternativa pudiera obedecer a intereses
subterráneos, muy identificables según algunas fuentes.
Véase que López
Miras ha encomendados las plazas dos y tres a 'representantes
independientes de la sociedad civil', dicen algunos que en una maniobra
de despiste. Porque en los puestos 4, 5 y 6 se despliegan en ese orden
los nombres de Miguel Ángel Miralles (Insalud); Joaquín Segado
(Autoridad Portuaria) y Javier Celdrán (Info), es decir, tres políticos
que han dispuesto de una importante y decisiva influencia política y
administrativa en los contratos de la Administración pública.
Algunos
reputados miembros del PP señalan con mucha determinación a esos
departamentos, sobre todo a ciertas escalas de su estructura, con
independencia de sus titulares, para identificar a personas que podrían
mantener conexiones de gran confianza con el antecesor y mentor de López
Miras, Pedro Antonio Sánchez. Aseguran que esto no sería casual, sino
una palanca preestablecida para ofrecer la oportunidad al expresidente
de la Comunidad de mantener un espacio de influencia para sus
actividades privadas actuales.
Hay quienes se dicen testigos
presenciales de un cierto y venir de representantes de la Administración
pública por un despacho de Centrofama. Puede que todo esto responda a
prejuicios o a la siempre presente 'teoría de la conspiración', pero son
notas que proceden del propio PP, de gente que dice conocer el modus
operandi de primera mano.
Para
estos observadores internos, la obligada lealtad de López Miras a PAS
todavía sería causa de dependencia a su antecesor, aunque el debate se
detiene acerca de si el presidente, que en cualquier caso se da por
tutelado, no se viene decantando más por Teodoro García, que es quien
ahora lo arroparía, dado que el expresidente, en la lejanía y atento
necesariamente a su periplo judicial, va perdiendo autoridad.
La
pregunta es: ¿PAS y Teo se disputan a López Miras o bien la confianza
interna del trío permanece intacta? Ciertas señales apuntan a que el
presidente se refugia políticamente en Teo, pero sigue siendo deudor de
PAS, hasta el punto de mantener en la Administración importantes hilos
de contacto que conformarían la influencia del expresidente para asuntos
de su interés.
Uno de los
problemas de López Miras es que diseñó la candidatura de las autonómicas
en pleno subidón de la 'derecha sin complejos' y cuando tras el repaso
recibido tras el 28A se despertó 'centrista liberal' se percató de que
tenía la lista llena de cofrades y de apolíticos. De inmediato se hizo
regionalista y se colgó la guitarra de la resistencia ante el 'cerco
rojo'. Pero tal vez sea ya tarde para la jota.
(*) Columnista