Fernando López Miras obtuvo su escaño
desde la tercera plaza de la candidatura del Guadalentín. Estaba, pues,
descolocado o suficientemente camuflado. Sólo entró en las quinielas
para sustituir a PAS cuando éste lo designó coordinador del partido en
el reciente congreso regional. Se le vio emerger hasta la tercera plaza,
desde donde en realidad habría de encargarse de la organización del
partido en la región con más autoridad que desde la secretaría que
mantenía hasta entonces.
Cuando concluyó el congreso, PAS le recomendó
que cambiara de coche: «Vas a tener que hacer muchos kilómetros a lo
largo y ancho de la Región». Los hará, pero en coche oficial; las
circunstancias, todo lo previsibles que se quieran, han facilitado el
cambio de papeles: ahora será PAS quien deba cuidar del partido (sin
dejar de estar absolutamente pendiente del Gobierno) mientras FER
interpretará el papel institucional desde la presidencia autonómica.
Cambio
de roles. En teoría, de manera provisional. Se supone que si PAS acaba
desimputado de los casos Auditorio y Púnica, volverá por sus fueros en
2019. Y FER podría tener en ese caso un destino más modesto, pero no
menos importante: optar a la alcaldía de Lorca para mantener el poder
local del PP, que en las últimas elecciones rozó la zozobra. Pero
también puede ocurrir que en los dos años que quedan de legislatura
disfrute de suerte y de tino, y no se vea la necesidad de relevarlo. Es
la gran contradicción: PAS debe contribuir al éxito de su delfín, pero
si éste se produce tendrá que volver a sacrificar su futuro político, al
menos en la plaza de la que acaba de dimitir.
Sobradamente Asesorado.
Pero no hay que adelantar acontecimientos. Es una obviedad que FER está
muy verde. Su carrera política, siempre ascendente, ha transcurrido de
manera acompasada, lo que le ha permitido asimilar las experiencias.
Pero esto último ha sido un subidón que ni él mismo podría haber
sospechado que protagonizaría. Escalar tan rápido y tan inesperadamente
al punto más alto del rascacielos puede producir vértigos
incontrolables. Además de exponerse a los celos y celillos de quienes, a
su alrededor, tal vez entiendan que disponen de más y más consolidados
méritos para tamaña aventura. ¿Por qué no yo?
De momento, para
arrancar, queda claro que el nuevo presidente es un Joven Aunque
Sobradamente Asesorado, y no sustituiremos el último término por
Tutelado para dejarle ensayar durante los primeros meses. Ya ha tenido
una experiencia curiosa en ese aspecto: su discurso de investidura se lo
hicieron con retales de aquí y de allá, y metió escuadra, cartabón y
tijera casi todo el que pasaba por allí; así, le salió un discurso
flojito, previsible, nada estimulante; sin embargo, ayer, su exposición
de diez minutos la redactó él mismo, a su manera. No resultó brillante,
desde luego, pero sí algo más compacta, aunque resultó deslucida porque
el colofón quedó algo atropellado al rebasar el cronometraje. Primera
lección: ser uno mismo, hasta con la exhibición de dudas y defectos,
transmite más que hacer de lector de discursos de corta y pega.
Un
problema añadido al arranque de FER es que empezó mal. Cuando fue
elegido formalmente por la junta directiva de su partido, se dejó llevar
por la emoción, y no reparó en que, aunque estaba en el gineceo de su
organización, debía referirse a los murcianos antes que a nadie, ya que
tenía el encargo de gobernar la Región. Sin embargo, sus primeras y
únicas palabras en aquel evento fueron para su partido y para el
presidente de su partido, a cuyas manos se entregó.
Alguien reparó
entonces en que lo primero que uno debe tratar de esquivar cuando se
inicia en el juego del ajedrez es el jaque pastor. Se puede perder una
partido, pero no por ese sistema. Y FER desperdició la oportunidad de su
primer mensaje al ofrecer la imagen más predecible que abunda en el
supuesto del tutelaje. Jaque pastor. En sus discursos inaugurales ha
intentado reparar ese daño, pero lo ha hecho con sobredosis de retórica,
tal vez culpable o ritual, sobre el murcianismo que le invade.
Se
ha destacado su apelación a la ´herencia recibida´, una expresión harto
temeraria, pues FER debiera estar informado de un fenómeno provocado
por la crisis económica: la mayoría de las personas beneficiadas con
herencias intentan renunciar a ellas, pues les traen más deudas, pagos y
obligaciones que beneficios y réditos. Ocurre otro tanto con las
herencias políticas. La que recogió PAS de Valcárcel obligaba a aquél a
tratar de borrarla, pero era de tan descomunal tamaño que todavía
estamos tratando de manejarla. Si acaso, lo que en la práctica tendrá
que hacer FER con la ´herencia recibida´, de la que tan orgulloso se
manifiesta, es tratar de no sucumbir por el peso que le ha caído encima y
que, como a su inmediato antecesor, le impedirá iniciar nuevas
políticas, no sólo durante su legistatura, sino de las que vengan.
Y
como perlas de su programa anunció la creación de dos nuevas
direcciones generales: una sobre el Mar Menor y otra denominada del Buen
Gobierno. Cabe aquí referirse al dicho de que cuando hay un problema,
el recurso más fácil es crear una comisión, pero si eres presidente del
Gobierno ingenias una dirección general. La relativa al Mar Menor
desmiente por sí sola la propaganda del Gobierno, que insiste en que se
está produciendo una rápida recuperación de la laguna, pues es obvio que
si es preciso crear un departamento exclusivo para su atención la señal
es que se trata de un problema estructural.
En cuanto al Buen Gobierno,
que es una cuestión transversal que no puede ser observada desde un
organismo que no sea independiente, se trata de un brindis al sol a la
vista de qué sujeción se ha venido haciendo desde el Ejecutivo a otras
iniciativas ya vigentes en ese campo como la Ley de Transparencia, por
ejemplo. Aparte de que el incremento de aparatos burocráticos en la
Administración supone ir contracorriente en estos tiempos.
Gobierno con retoques.
Pero, en fin, algo debe hacer FER precisamente para señalar su línea de
salida e ir matizando el seguidismo a su antecesor. Inicialmente ni
siquiera se contemplaba el más mínimo retoque al Gobierno heredado, y ya
hay sobre la mesa varios diseños de reestructuración, algunos más
avanzados que otros. En concreto, el sanedrín que prepara la toma de
posesión, el próximo miércoles, del presidente, en el que adivino a
éste, a PAS y a la consejera portavoz, Noelia Arroyo, dispone de tres
mapas, que se habrán de ir ajustando según sea posible colocar las
chinchetas de colores.
En el Gobierno en funciones, que asistió a este
proceso con relativa tranquilidad en un primer momento, ya ha empezado a
cundir el nerviosismo. La mayoría de los consejeros están exentos de
información al respecto y, curiosamente, sólo algunos directores
generales han recibido de FER el cordial «que sepas que sigo contando
contigo».
Parece que Noelia Arroyo va a incrementar si cabe su
protagonismo político en la nueva etapa. Es lógico. Mantiene una
relación personal excelente con FER de los tiempos en que ambos
coincidieron en Hacienda durante el Gobierno Garre, y es evidente que la
portavoz dispone de mayor experiencia política en las alturas que quien
a partir de ahora será su presidente. Es probable que éste le haga el
favor de descargarla de Cultura, que es una asignatura que no termina de
entusiasmarle ni de dominar; la labor de portavoz en tiempos de
tormenta debe dejar poco tiempo para ir al cine, es un decir. Harán
tándem en la cúpula, según se prevé.
Desde el pasado lunes se
trabaja con el decreto de competencias, lo que indica que habrá
probablemente sustantivos trasvases de departamentos entre unas y otras Consejerías, cosa que también inquieta a los titulares cuya continuidad
se da por segura, pues temen perder poder. Así, las filtraciones más
consistentes se resumen en que podrían salir dos consejeras (las de
Sanidad y Educación, la primera tal vez por propio requerimiento) lo que
significaría dos nuevas incorporaciones.
Se sugiere la creación de una
nueva Consejería, añadida a las ya existentes, y el traslado de Adela
Martínez-Cachá de sus actuales responsabilidades a otras nuevas, tal vez
añadidas a Medio Ambiente, dando entrada en Agricultura a una
personalidad ´más de campo´, dicen. El problema básico, parece, es
encontrar perfiles disponibles para Educación y Agricultura. De ahí que
de los tres diseños de nuevo Gobierno que se abocetan sobre la mesa
pueda resolverse finalmente el menos rupturista.
Una dificultad
añadida es que el Gobierno de PAS apenas contiene políticos de largo
ejercicio, y la mayoría de sus integrantes se incorporó por un
compromiso personal. Cuesta más romper esta ligazón que si se tratara de
miembros convencionales del PP que están en permanente disponibilidad o
son fácilmente reubicables. Pero un retoque sustantivo del Ejecutivo
ayudaría a impulsar una sensación de cambio para acompañar el relevo en
la presidencia. Sin embargo, será difícil que se proyecte la impresión
de que el primer Gobierno de FER no será exactamente igual que el que
habría nombrado PAS más pronto que tarde si hubiera conseguido
afianzarse en la presidencia.
(*) Columnista