Efectivamente, "ta-ta-ta", es lo que hubiera gustado a este individuo, ametrallar a la portavoz socialista de su ayuntamiento de Villares del Saz,
Cuenca. Así lo hacían sus antecesores ideológicos, los sublevados el 18
de julio de 1936, por cuyo retorno reza un cura en los Jerónimos de
Madrid. Porque en España tenemos el raro privilegio de que 30 años
después de una de las dictaduras más salvajes, estúpidas, inhumanas y
ridículas que se han dado en el mundo, hay clérigos que honran la
memoria del genocida y encomiendan su alma a su dios.
Suele
decirse que este tipo de exabruptos son casos aislados, que no pueden
ni deben generalizarse. Falso, absolutamente falso. Es el espíritu mismo
del PP, fundado por otro matón, servil ministro de la dictadura, Fraga
Iribarne, y en el que tienen acomodo todos los franquistas, hasta los
más burros, como se ve en Cuenca. Basta con recorrer las noticias e ir
seleccionando los casos: cachorros de las Nuevas Generaciones haciendo
el saludo fascista o paseando la bandera de Franco; un alcalde diciendo
que los asesinados por los franquistas se lo merecían; otro, que las
mujeres están para violarlas; el amigo Hernando, portavoz del PP, un
jayán pendenciero, insultando a las víctimas de los asesinatos
franquistas; otro todavía más necio, Casado, que llama "carcas" a los de
izquierdas por querer recuperar los restos de sus familiares o
allegados, con lo que une el insulto a su supina ignorancia pues
desconoce el significado de carcas; Sáenz de Buruaga, llamando "buena
gente" a tipos que, como un antepasado suyo, son responsables de
auténticas masacres; Miguel Platón, asegurando que la mano de obra
esclava del Valle de los Caídos no era esclava sino gente que estaba
allí voluntariamente y por la paga. En último término, la intención de
la liberal Aguirre de denunciar al Ayuntamiento de Madrid si
elimina los nombres de los asesinos franquistas del callejero pertenece
al mismo tipo de actitud: la de quienes no solamente no condenan la
sublevación de los fascistas ni la dictadura que erigieron, sino que la
celebran y anhelan su restauración.
No,
no son casos aislados ni impredecibles. Es política deliberada del PP,
esa derecha que, según los acobardados liberales españoles Fraga había civilizado, no siendo cierto en modo alguno porque es tan agresiva, franquista y ridícula como siempre. O más, porque van sin complejos.
Es el
propósito de no condenar el franquismo, no eliminar sus huellas,
monumentos y homenajes, el de torpedear la Ley de la Memoria Histórica
o, en los casos de las franquistas más contumaces, como Aguirre, incluso
pedir que se derogue. No quieren que nada se revise, que nada se toque.
Pretenden que todo quede como siempre, los cien mil asesinados en las
cunetas, la iconografía franquista en las ciudades. Que no se reabran
las heridas, que no vuelvan a encenderse los odios. Esta derecha tiene
un problema psiquiátrico colectivo. No puede defender su pasado. Al
contrario, trata de ocultarlo y negarlo porque le pesa en la
conciencia. Es un caso de neurosis, de acto rechazado, de recuerdo
reprimido.
No,
no se trata de exabruptos aislados. Pero tampoco se limita a esa mala
conciencia de saberse herederos ideológicos de unos militares golpistas
y unos curas cómplices. No serían ellos si esto quedara así. El
franquismo no fue solamente una dictadura que suprimió el Estado de
derecho e instaló un régimen criminal. También fue un expolio, un robo
organizado y sistemático. Los vencidos quedaron a merced de los
vencedores, quienes no solamente los persiguieron, torturaron y
fusilaron sino que, además, les robaron sus pertenencias, propiedades,
títulos, casas, empresas, tierras, hijos.
Y todo para lucro personal de
los vencedores. Antonio Maestre muestra cómo muchas de las empresas que cotizan en el IBEX 35 se originaron en el expolio franquista de los vencidos.
Muchas fortunas actuales se hicieron arrebatándoles sus
propiedades, despojándolos de sus pertenencias. La fortuna de la señora
Gomendio, por ejemplo, hasta hace poco secretaria de Estado de Educación
se origina directa o indirectamente en la dictadura o como resultado de
la actividad criminal de su bisabuelo, el general Kindelán, responsable
del bombardeo de Gernika y a sueldo del Foreign Office británico durante la guerra. Hicieron una guerra para robar y en ello siguen.
¿Cómo
va a querer esta gente que se haga memoria histórica, que se haga
justicia a las víctimas, que se sepa la verdad? Se empieza desenterrando
a los asesinados y se termina teniendo que dar cuenta del origen de la
fortuna y/o riqueza de que se disfruta. Y eso es algo inadmisible para
una gente acostumbrada a un país, que considera suyo, sin libertades y
en el que media población vive a base de de explotar a la otra media. Si
condenara, quizá tendría que empezar a devolver lo robado en su día.
Y mientras llega ese momento y por si acaso, insultan a mansalva pues, de momento, no pueden volver a fusilar.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED