MADRID.- El empresario murciano Jesús Banegas, presidente de Ametic, optará a a la presidencia de la CEOE. Un rumor prácticamente cierto desde hace semanas, antes incluso de que el aún presidente, Gerardo Díaz Ferrán, anunciara que convocaría elecciones anticipadas en la patronal. Entre los empresarios, Banegas era uno de los notables que pedían su relevo al frente de la patronal. Además, el hecho de representar a un sector clave para el futuro de la economía le ha situado en todo momento entre las opciones de mayor consenso. Lo ha entrevistado 'Abc'.
*****
—En el relevo a la presidencia de CEOE parecía difícil que apareciera un solo candidato de consenso. A la vista de lo ocurrido con Díaz Ferrán, quizás habría que replantearse el futuro liderazgo de la patronal.
—No participo de los análisis apriorísticos sobre el perfil más adecuado para dirigir la CEOE. Como tampoco participo en debates parecidos para dirigir el gobierno de un país. La democracia tiene otra función que cumplir. CEOE tiene que elegir el mejor presidente posible entre los posibles candidatos que surjan en su seno. No es algo que se pueda hacer a través de un «headhunter» al margen de la gente que está allí. Un presidente de una gran sectorial sostiene que es ridículo pensar que entre más de 800 vocales que tiene la CEOE no vaya a haber un magnífico presidente. Es una suerte que por primera vez en la historia nuestra presidencia sea democrática porque no procederá de una designación previa.
—¿Cuáles son las credenciales adecuadas de un nuevo líder en CEOE?
—Alguien que tenga experiencia institucional, es decir, haber sido líder de alguna de las asociaciones que integran la CEOE. Que alguien venga de fuera sin esa experiencia, no sería lo lógico. En segundo lugar, debería tener experiencia en gestión empresarial, y si es posible en las diversas funciones que componen dicha actividad, haber hecho una carrera en el seno de la empresa, haber evolucionado por méritos propios, y tener una experiencia creativa de empresas. Haber creado empresas, haberlas gestionado, haberlas abierto, haberlas cerrado, es decir haber ejercido la función de empresario. Ésta, en una economía moderna, se puede llevar a cabo de dos maneras. Yo por ejemplo la he ejercido de las dos. Empresario por cuenta ajena o por cuenta propia. Ahora bien, añadiría una parcela muy importante que es ser independiente. Y preferiblemente que sea independencia probada, no supuesta, de la política. Además, que sea alguien con cierta capacidad de liderazgo e integrador, que tanto territoriales, como sectores, como grandes y como pequeñas empresas se sientan representadas por el mismo líder.
—¿Y ese retrato robot tendría que tener como objetivo la regeneración de las estructuras de la patronal?
—CEOE es una experiencia de éxito. Los empresarios y los españoles debemos estar orgullosos de nuestro acervo histórico. Pero en un mundo cambiante, quien no cambia perece. Termina dejando de cumplir su función. Obviamente la CEOE necesita una renovación, una regenaración, y hay que hacerla sin prescindir de todos los logros del pasado, utilizando todo lo mejor de la organización pero tratando de reformarse permanentemente. La renovación no es algo que tenga que ser revolucionario, las revoluciones solo han servido para destruir no para crear nada. Es un cambio permanente. Me gusta pensar que en la empresa moderna la innovación no debe ser un departamento, debe impregnar toda la actividad de la empresa. La regeneración de CEOE debe de estar en todos los rincones. Seguramente hay muchas cosas que renovar, pero renovar no significa poner patas arriba todo, sino evolucionar de forma crítica y constructiva.
—Usted ya es candidato oficial. ¿Me detalla su programa electoral?
—Voy a tratar de compartir con los votantes mi proyecto, ilusionarles. Tengo una larga experiencia en dirigir empresas, proyectos, pero necesito compañeros de viaje y gente que contribuya a poner en marcha el discurso. Todo programa o discurso debe estar sometido a crítica permanente y renovación. Por tanto tengo una visión dinámica y nada dogmática. Y una visión de colaboración. No me gusta trabajar solo, necesito a la gente que me rodea. Mi programa se basa en el trabajo en equipo. Crear un ambiente donde la gente se sienta participativa y se integre en la gestión diaria de la organización. En una carta que acabo de enviar a mis colegas votantes, les expongo las grandes líneas de acción que emprendería si resulto elegido.
—¿Tiene ya un equipo en mente?
—Ni se me ha ocurrido. El equipo actual de CEOE es muy bueno profesionalmente, lo conozco hace mucho tiempo. Lo que no quiere decir que no se hagan cambios puntuales. Parto de que lo que hay funciona bien, aunque hay que tratar de ser más eficientes y operativos. Me gusta trabajar con gente que aporta, aprender de las buenas prácticas de los países e instituciones de referencia. Sabiendo, eso sí, que no se puede adoptar cualquier medida sin más. Otro de los rasgos de mi campaña será escuchar a la gente. Estoy recibiendo con mucha satisfacción mails y mensajes de gente que me conoce y otras a las que no conozco, que me dan ánimos, que creen que puedo ser un buen presidente de CEOE. En este proceso voy a escuchar casi más que hablar, y plantear que la CEOE sea una plataforma de integración. Mi programa es algo así como un hacer camino al andar escuchando al empresario, que vive día a día los problemas de la empresa, sus éxitos, sus fracasos, que sepan que a partir de ahora la CEOE será la casa de todos sin excepción. Nadie dejará de ser atendido y escuchado.
—¿Incluso los grandes empresarios que dicen no sentirse representados por la patronal?
—Sí, efectivamente. Uno de los grandes desafíos que tenemos es recuperar y acrecentar el prestigio institucional. Acabar con el vacío de liderazgo. En presencia de una dura crisis se echa en falta que haya liderazgos sólidos, creíbles, sobre temas que importan a la sociedad. La CEOE tiene una oportunidad magnífica de reivindicar un lugar para que haya una voz independiente de la sociedad civil que alumbre el futuro y genere confianza.
—Tras la crisis interna de la patronal, ¿se ha perdido la credibilidad social de la figura del empresario?
—Me disgusta que en España, históricamente, haya poco aprecio por la empresa. Ésta es una de las batallas que voy a librar con más empeño, tratar de dar la vuelta a esa visión. El empresario es la figura central de nuestra civilización occidental y lo mejor de nosotros mismos. Ser empresario es una de las funciones sociales más importantes del ser humano. Si no hay empresarios no hay riqueza, si no hay riqueza no hay impuestos, si no hay impuestos no hay Estado, y si no hay nada de eso no hay gente que se dedique a pintar cuadros ni a escribir poesía ni nada. El empresario es capaz de generar nuevas tecnologías, y convertirlas en riqueza; es el que descubre una oportunidad donde otros nunca vieron nada, crea riqueza, empleo. Es cierto que los últimos tiempos, la crisis que hemos tenido no favorece nada esta figura, pero es un problema que viene de lejos. Lo más dramático es que todavía hoy en la educación para la ciudadanía en España a nuestros niños se les sigue enseñando poco menos que el empresario es el demonio. ¿Es que hay una economía alternativa a la de libre mercado? Todas sus alternativas han fracasado. Y como no me gusta denunciar las cosas y no hacer nada, me echo la culpa y digo que nosotros, los empresarios, y la CEOE, hemos hecho poco por reivindicar la figura del empresario. Por tanto, si fuera elegido nuevo presidente de la CEOE me comprometo a poner mi empeño en exaltar y reivindicar la figura del empresario. Lo mejor que le podía pasar a España es que hubiera más empresarios, que estuvieran bien vistos, que tuvieran éxito, porque sería un milagro para nuestro país.
—¿Qué es lo primero que haría en caso de ser elegido presidente?
—No creo en los fogonazos brillantes. Creo mucho en el trabajo diario, como decía Pablo Picasso «la inspiración te pilla trabajando». Si llegara a ser presidente lo primero que haría es hablar con la gente de la casa para animarles a que se entreguen con optimismo a una nueva etapa. Pediré la colaboración de todos los que me he encontrado en el camino, voy a buscar la manera de revitalizar la CEOE, con la máxima participación de todos los empresarios de España. Haría un «brainstorming» (lluvia de ideas) en los órganos de gobierno para preguntarnos dónde estamos y qué cosas son las que nos importan, ordenarlas, seleccionarlas, y ponerlas como objetivo para ponernos a trabajar al día siguiente.
—Hablemos de economía. ¿Cómo salir definitivamente de la crisis?
—El problema que tenemos en España es de crecimiento. España necesita crecer, porque está estancada. Necesitamos crecer y crear empleo. Si crecemos y no creamos empleo, no podremos extender la prosperidad ni sanear las cuentas públicas. Un crecimiento generador de empleo produce el milagro de que mientras un parado cuesta dinero al Estado, si trabaja genera riqueza y contribuye al Estado. Un buen gobernante si comparte este objetivo debería tener como única preocupación el crecimiento que arrastre al crecimiento del empleo. Para ello es necesario que los sectores con más potencial de crecimiento y de exportación, por ejemplo el de las TIC, tiren del carro.
—¿Por qué no flexibilizar más las relaciones laborales?
—Si tuviéramos en España recursos financieros para que las empresas funcionaran, un marco de relaciones laborales más flexibles, si tuviéramos más tecnología, más innovación en el seno de las empresas, que indujeran a mejorar la competitividad y tener más éxito en los mercados y si además se hicieran reformas estructurales que liberalizaran los mercados, como la energía, la libertad de comercio, el sector de transportes, la economía volvería a crecer. España puede salir reforzada de esta crisis, y podemos entrar en otra etapa de prosperidad. Estamos perdiendo un poco el tiempo. No estamos asumiendo con seriedad la crisis que tenemos, estamos aplicando paños calientes. Pero en la medida en que afrontemos los desafíos, las restricciones y los problemas puede llegar otro periodo brillante. Lamentablemente estamos aún en el centro de la crisis y la mayoría de las decisiones que se toman aún conociendo qué opinan los empresarios, se toman al margen de ellos.
—Entonces, las pocas reformas que se han puesto en marcha durante la crisis no son las adecuadas...
—Sí, se quedan muy cortas. Ha habido un escaso ajuste presupuestario, que, aún así, es digno de encomio, pero veremos a ver si se cumple. Hay un recorte de gastos, pero que afecta más a inversiones que a gasto, y eso es una mala noticia. Hay una reforma laboral que sirve muy poco, porque no afronta los problemas reales que interesan al mundo empresarial y laboral... hay pasos que van en la buena dirección pero han llegado tarde y son insuficientes para abordar la salida de la crisis.
—Antes de final de año debería haber un pacto para la reforma de las pensiones, ¿la cree necesaria?
—La reforma de las pensiones es necesaria por varias razones. Una, para que sean viables a largo plazo. Y dos, porque la vida se alarga. Cuando se creó el sistema de pensiones y se estableció la edad límite de 65 años la gente se moría a los 67, era la edad media de mortandad en España. Por tanto, sólo había de media dos años de pago de las pensión correspondiente. Ahora, esa edad sube a 85. ¿Conclusión? el sistema debe evolucionar paralelo a la esperanza de vida. Lo razonable es que quien más cotice cobre más, porque los criterios de igualdad donde a diverso esfuerzo igual premio, no funciona, y si no echemos un vistazo a muchos fallidos experimentos socialistas.
—La reforma laboral no convence a nadie, ¿podría darse marcha atrás o, al menos, ampliarla?
—Si se me permite la ironía, la marcha atrás no sería tal, porque hemos avanzado tan poco... Ha habido un intento de flexibilizar la salida del mercado laboral, pero al precio de judicializarlo. Que en España tengamos un sistema por el que un juez, que normalmente carece de conocimiento suficiente sobre el funcionamiento de una determinada empresa, decida si un despido es procedente o no, es un concepto propio de la legislación española difícil encontrar en otros países desarrollados. Habría que mirar alrededor, a los países que vemos que son más respetables, Holanda, Francia o Alemania, y replantearnos si no deberíamos tener un modelo más adecuado a los nuevos tiempos, porque el actual sinceramente es obsoleto.
—¿Qué habría que hacer en el tema sobre negociación colectiva?
—En un mundo globalizado y cambiante, dada la presencia cada vez mayor de la innovación en todas las actividades económicas, solo las empresas con capacidad adaptativa pueden sobrevivir. Para que nuestras empresas puedan competir con éxito en las circunstancias descritas, es necesario reformar a fondo la negociación colectiva. En primer lugar para verificar qué sectores, por ejemplo el de la construcción, necesitan disponer de ella; o qué otros —mi sector, el de las TIC— pueden y deben tener sólo convenios de empresa si así lo desean sus empresarios y trabajadores. En segundo lugar para clarificar absurdos solapes entre convenios sectoriales y territoriales. Por último, las empresas, de acuerdo con sus trabajadores, deberían poder descolgarse de convenios externos a ellas y también colgarse, si lo desean.