MADRID.- El Rey ha hecho un llamamiento esta noche a defender «nuestra convivencia», que «es el mayor patrimonio que tenemos los españoles, la obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes». En su quinto Mensaje de Navidad, Don Felipe no ha mencionado a Cataluña pero sí se refirió directamente a los problemas que vive esta Comunidad autónoma.
El Rey afirmó que la convivencia «es incompatible con el rencor y el resentimiento
porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia», y
advirtió de que «la superación de los grandes problemas y de las
injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del
enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y
dificultades».
Frente a ello, recordó que España logró «el cambio más
radical de su historia» a partir de la Transición, cuando «la voluntad
de los españoles» fue entenderse y la de los líderes políticos,
económicos y sociales fue «llegar a acuerdos, a pesar de estar muy
distanciados por sus ideas y sentimientos».
También manifestó que la convivencia «exige el respeto a nuestra Constitución, que no es una realidad inerte, sino una realidad viva», e instó a que «las reglas que son de todos sean respetadas por todos».
Un mensaje social
En el tradicional discurso de Nochebuena, el Rey se dirigió «especialmente» a las generaciones más jóvenes -«queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios», les dijo- e instó a ayudarles a construir «un proyecto de vida personal y profesional con un trabajo y un salario dignos».
Además, hizo un llamamiento a la igualdad de género: «Tenemos la obligación de seguir construyendo día a día una España más conexionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre hombres y mujeres». Don Felipe también condenó la violencia contra las mujeres, «una violencia de tan triste actualidad y que merece siempre nuestra repulsa y condena más enérgica y el empeño de toda la sociedad para erradicarla»
Mensaje íntegro
A
continuación, reproducimos el texto íntegro del Mensaje de Navidad que
el Rey ha dirigido esta Nochebuena a los españoles:
«Buenas noches. En
estos días tan especiales, en los que siempre nos deben unir los mejores
sentimientos, os deseo, junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa
Leonor y la Infanta Sofía, una Feliz Navidad y que en el año 2019 podáis
ver cumplidos vuestros anhelos y aspiraciones.
Hoy no quiero dejar de recordar a quienes vivís una situación difícil
por razones personales, económicas o sociales; o estáis lejos de
vuestro hogar y seres queridos. En estas horas, que han de ser para la
alegría y de celebración, nuestro corazón y nuestro pensamiento están a
vuestro lado; y nuestro mayor deseo es que todas esas circunstancias
queden pronto atrás.
A lo largo de los últimos años os he venido transmitiendo en Nochebuena mis inquietudes y reflexiones
sobre nuestra democracia; sobre la cohesión social y territorial, la
economía y el paro o la educación; también sobre la corrupción, el
terrorismo, o la violencia contra las mujeres; una violencia, de tan
triste actualidad y que merece siempre nuestra repulsa y condena más
enérgica y el empeño de toda la sociedad para erradicarla de nuestra
vida. Todas estas cuestiones que acabo de mencionar nos siguen
preocupando, por supuesto, muy seriamente.
Hacia el futuro
Permitidme que esta noche os hable de algo que también me parece muy importante. Quiero hablaros de nuestra convivencia,
de los principios en los que se inspira, pensando en el presente y
también en el futuro, en nuestras generaciones más jóvenes, a las que
hoy me voy a dirigir especialmente.
El pasado 6 de diciembre, con
motivo del 40 aniversario de nuestra Constitución, recordé nuevamente
los ideales que animaron y unieron a los españoles durante la transición
política y que han sido el fundamento, la base de nuestra libertad y de
nuestro progreso de estos últimos 40 años: la reconciliación y la
concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la
solidaridad.
Quienes vivieron aquellos años saben bien que si hay
algo que los define fue el valor de trabajar juntos y unidos pensando en
nuestro país y en su futuro; fue la voluntad de los españoles de
entenderse y la de los líderes políticos, económicos y sociales de
llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y sentimientos.
A todos les unía un objetivo muy claro: la democracia y la libertad en
España; definir unas reglas comunes que garantizaran nuestra
convivencia. Y lo lograron.
De ese éxito nos hemos beneficiado las siguientes generaciones;
y lo que debemos hacer hoy es todo lo que esté en nuestras manos para
que esos principios no se pierdan ni se olviden, para que las reglas que
son de todos sean respetadas por todos. Y de esa manera asegurar a los
jóvenes, con mayor garantía, nuevas décadas de progreso y avance como
las que nosotros afortunadamente hemos conocido.
Quienes fuisteis
protagonistas o testigos de la transición estoy seguro de que
entenderéis muy bien lo que acabo de decir. A los que no vivisteis aquel
tiempo y especialmente a las generaciones más jóvenes, tenemos el deber
de haceros partícipes de ese período de nuestra historia, de ese camino
que permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia; por qué y cómo ha avanzado y prosperado tanto nuestra sociedad desde entonces.
Yo creo que eso es necesario, sí; pero también creo que no es suficiente.
Porque como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes.
Somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no
son, ni mucho menos, las más fáciles.
Trabajo y sueldos dignos
Los
jóvenes vivís inmersos en la realidad de una sociedad tecnológica -de
cambios continuos y acelerados- que plantea nuevos interrogantes, pero
que a la vez está llena de nuevas oportunidades. Tenéis talento, creéis
en la paz, estáis abiertos al mundo porque sois y os sentís europeos,
sois solidarios, estáis comprometidos con las causas sociales, con la
lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente. Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios.
Sabéis
que es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos
la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo
que no es para el que os habéis preparado o que no responde a vuestras
expectativas. Y os tenemos que ayudar: a que podáis
construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y
un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo
queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral.
Nuestra
responsabilidad, la de toda nuestra sociedad, es que vuestra capacidad,
vuestra motivación, vuestra ilusión y esfuerzo, venzan a las
dificultades; porque tenemos la obligación -contando con vosotros, con
vuestra energía-, de seguir construyendo día a día un país mejor, más
creativo, más dinámico, y siempre en vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre hombres y mujeres.
Asegurar la convivencia
Hoy,
que vivimos en una democracia asentada y que compartimos unos mismos
principios y valores con otras democracias de nuestro entorno, es imprescindible que aseguremos en todo momento nuestra convivencia.
Una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las
personas, a las ideas y a los derechos de los demás; que requiere que
cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre
nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento,
porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no
debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación
de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la
división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la
unión ante los desafíos y las dificultades.
Una convivencia, en fin, que exige el respeto a nuestra Constitución; que no es una realidad inerte,
sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y
libertades. Todos los proyectos necesitan unos cimientos sólidos, y la
España de hoy los tiene, porque están hechos de una voluntad decidida de
concordia, de paz y de entendimiento.
Y esta es la reflexión que
quería haceros llegar esta noche: que la convivencia -que siempre es
frágil, no lo olvidemos- es el mayor patrimonio que tenemos los
españoles. La obra más valiosa de nuestra democracia y
el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes; y,
por ello, debemos evitar que se deteriore o se erosione; debemos
defenderla, cuidarla, protegerla; y hacerlo con responsabilidad y
convicción.
Así lo hemos demostrado durante estos últimos cuarenta
años de libertad porque hemos creído en nosotros mismos y en nuestras
propias fuerzas. Ahora debemos valorar con orgullo lo que somos, lo que
hemos hecho y confiar en lo que podemos hacer entre todos, alejando el
desencanto o el pesimismo. Debemos ser conscientes de la nueva realidad
que nos impone el siglo XXI y ser capaces de alcanzar consensos cívicos y sociales que aseguren el gran proyecto de modernización de España.
Con
esa esperanza y confianza en el futuro, sigamos adelante. Con coraje y
sin descanso. Porque todos podemos hacer mucho por el bien común, y
superarnos cada día; haciendo cada uno lo que nos corresponde y apoyando
a quien cumple con su obligación; animando a quien lo precisa -sin que nadie quede atrás-,
y sumando todas nuestras fuerzas en el deseo de una España siempre
mejor, porque los españoles lo merecemos. A todo esto os animo.
Gracias por escucharme y os deseo nuevamente a cada uno de vosotros y a vuestras familias, una muy feliz Navidad. Egube rri on. Bon Nadal. Boas festas. Buenas noches. Y feliz y próspero 2019».
Gracias por escucharme y os deseo nuevamente a cada uno de vosotros y a vuestras familias, una muy feliz Navidad. Egube rri on. Bon Nadal. Boas festas. Buenas noches. Y feliz y próspero 2019».