CÁDIZ.- A mediados del próximo marzo tendrá lugar en el astillero de Puerto Real el acto de entrega del primero de los cuatro petroleros que se construyen en la Bahía de Cádiz para el grupo vasco Ibaizábal.
Se trata de buques de la serie Suezmax, diseñados para el transporte de
crudo a través del canal de Suez, de hay su denominación, que han
servido para reflotar a la industria naval de la Bahía durante estos
últimos años.
La obra de este primer barco, bautizado con el
nombre de 'Monte Udala', arrancó en abril de 2016 con el corte de chapa.
En estos momentos, la segunda unidad, el 'Monte Urvasa', toma forma en
el dique puertorrealeño, mientras que la obra del tercero, el 'Monte
Urquiola', avanza con la puesta de quilla. Por lo que respecta al
cuarto, el 'Monte Ulía', las piezas están saliendo de los talleres de
cabecera y se prevé que los primeros bloques se ajusten el próximo
verano.
La obra de los cuatro petroleros culminará, por tanto, en
el primer trimestre de 2019 con la entrega de la última unidad y, según
ha podido confirmar La Voz de Cádiz, no habrá continuidad. Es decir, queda descartada la opción de un quinto y un sexto barco como se anunció en julio de 2015 durante la firma del acuerdo. El bajo precio de construcción que impone el socio estratégico de Navantia en este contrato, el astillero coreano de Daewoo, hace inviable extender la producción a nuevas unidades. La construcción de petroleros en estas condiciones no es rentable y deja pérdidas para Navantia.
Un contrato a pérdidas
El
acuerdo entre Navantia y el grupo Ibaizábal para la construcción de
cuatro petroleros de la serie Suezmax, con opción a dos más, se firmó en
un momento muy delicado para la industria naval gaditana. Los
astilleros salían entonces de cuatro años de sequía y la carga de
trabajo era mínima.
Así, el Gobierno español, a través de la
SEPI, principal accionista de Navantia, se embarcaba en un ambicioso
proyecto para resucitar la construcción civil en los astilleros
después de veinte años de ausencia.
Sin embargo, Navantia tuvo que
hacer varios encajes para poder asumir esta obra, ya que su desaparición
del mercado de gaseros y petroleros durante dos décadas la había dejado
en fuera de juego. No hay que olvidar que los astilleros asiáticos han
desarrollado las nuevas patentes tecnológicas de estos buques de
tanqueros para el transporte de combustible y son los líderes.
Navantia buscó por ello un socio estratégico con el fin de ejecutar la obra sin problemas y con garantías.
Así, la compañía española cuadró sus intereses con los del astillero
coreano de Daewoo, que ha sido el que ha pilotado el proyecto desde el
primer momento aportando sus patentes, los bienes de equipo y la
tecnología.
Navantia se ha encargado de la mano de obra y de la ejecución y puesta a flote.
La posición de fuerza de Daewoo frente a Navantia le ha llevado también
a fijar el precio de los buques. Se trata de un 'low cost' naval ya que
están por debajo de los 114 millones de euros que costarían en el mercado español.
El precio fijado por Corea, aunque es muy competitivo, no ha sido, en
absoluto, rentable para la empresa española ni para la industria
auxiliar de la Bahía, que ha tenido muy poco margen de beneficio a la
hora de la subcontratación.
El bajo coste de la producción es el
principal motivo que se esgrime ahora para no embarcarse en la
construcción de dos unidades más.
La Voz de Cádiz ha podido saber que el grupo Ibaizábal estaría interesado en contratar la obra de un quinto petrolero,
pero las cuentas de Navantia no están para experimentos. La compañía
española arrojó en 2016 unos 303 millones en pérdidas y se prevé que el
balance de 2017 supere está cantidad llegando incluso a los 400.
La
obra de los petroleros fue un empeño del anterior presidente de
Navantia, José Manuel Revuelta, que vio en este contrato la posibilidad
de que Navantia regresara a la construcción civil por la puerta grande,
sin embargo, las cuentas no han sido nada favorables debido a las imposiciones coreanas.
Revuelta
dejó la presidencia de Navantia en marzo del año pasado y asumió el la
dirección de los astilleros un veterano de la casa como es Esteban García Vilasánchez, que ha marcado un nuevo rumbo en la compañía.
Navantia persigue ahora convertirse en un referente internacional de la
construcción naval militar y, al mismo tiempo, aplicar en su estructura
una reconversión tecnológica para hacer más eficientes y competitivas a
sus plantas; es lo que se ha denominado Astillero 4.0.
Las pérdidas que arrastra la compañía impiden, por ahora, asumir nuevos contratos como el de los petroleros,
donde el riesgo económico es muy alto. Navantia quiere poner en marcha
su plan industrial este mismo año y para ello necesita ajustar y sanear
sus cuentas. Por ello, la dirección de la compañía confía en asegurar la
carga de trabajo con los nuevos contratos por los que puja con fuerza
en estos momentos y que son del todo rentables.
Así,
el más inmediato es la construcción de cinco corbetas para la Armada
saudí que supondrá una inversión de 2.000 millones de euros y cuya
ejecución se llevaría a cabo en el astillero de San Fernando. Esta obra permitiría desviar carga también a Puerto Real.
Además Navantia espera la resolución del Gobierno de Australia sobre el
concurso para la construcción de nueve fragatas para su Marina. Este
contrato sería por transferencia tecnológica, sin embargo, la Unidad de
Sistemas de la planta isleña recibiría un importante pellizco de la obra
al tener que desarrollar en sus instalaciones el sistema de combate y
defensa de estos buques, el denominado Aegis.
Por otro lado,
Ferrol cuenta con la construcción de dos buques logísticos para la
Marina australiana y en Puerto Real se construye la segunda plataforma
eólica-marina para el parque que promueve Iberdrola en aguas del Mar del
Norte, el complejo East Anglia One.
La tercera parta en la que
se apoya Navantia para consolidar su futuro más inmediato es,
precisamente, el Ministerio de Defensa, que ya ha anunciado su interés
por nuevos encargos de obra. Así, están en el aire la adjudicación de las nuevas fragatas de la serie F-110 y el BAM de apoyo logístico a submarinos.
Prioridad al plan industrial
Este
nuevo mapa de trabajo es el que ha llevado a Navantia a embarcarse en
la puesta en marcha de su plan industrial que incluye el
rejuvenecimiento de la plantilla, la transformación de las líneas de
producción, la incorporación de alta tecnología y la implantación de una
nueva estrategia comercial. Todo ello llevará a lo astilleros públicos a ser más eficientes y rentables.
Resulta
evidente que la construcción de los petroleros para el grupo Ibaizábal
fue más una decisión política que empresarial. El objetivo no era otro
que resucitar una comarca como la gaditana, castigada por el desempleo,
aunque fuera un contrato naval ruinoso para la compañía.
Las dificultades y debilidades del contrato de los petroleros están recogidas en un informe técnico,
al que tuvo acceso La Voz de Cádiz, que cuestionaba la viabilidad del proyecto
porque, según el estudio, era «ruinoso» y entrañaba riesgos «muy altos».
El estudio alertaba de que se trataba de un proyecto con demasiados riesgos y escasa rentabilidad para los astilleros públicos.
El margen previsto de beneficio por buque era mínimo y cualquier
modificación de proyecto o alteración del mismo provocaría pérdidas.
Advertía que «este tipo de contratos no produce ningún beneficio ni
valor añadido a la industria española, ya que tanto el diseño como la
tecnología o los bienes de equipo son importados de Corea».
El contrato,
por tanto, no aportaría ningún valor añadido a la industria española y
tampoco permitiría generar desarrollo tecnológico a nuestra industria
naval.