Casi con el escrutinio completo, ya
pueden adelantarse algunas conclusiones y, además, proyectarlas a
noviembre que es lo que está haciendo todo el mundo. "Bueno", dicen los
perdedores, "lo que importa son las generales". Sí, sí. Pero en lo local
hay también mucho poder, en concreto, el caciquil, que permite ir más
seguro luego a las generales y si ese poder de mamandurria local se
pierde, en noviembre hará frío.
Debacle es término muy empleado en los medios, aplicado al PP. No es del todo correcto. La debacle
de verdad ha sido la de IU y UPyD. Lo del PP, al menos como lo glosaba
Floriano, hablando del PP como el partido ganador por haber sido el más
votado, se parece más a una victoria pírrica. Y ni a eso llega. Podía
acuñarse también la "derrota pírrica". El País, contagiado por la fiesta, dice que Populares y socialistas pierden casi 13 puntos y 3,3 millones de votos respecto a los comicios de 2011, lo cual tampoco es del todo correcto pues, de los 13 puntos, más de diez los pierde el PP. No es lo mismo, ¿verdad?
Resultado:
victoria de la izquierda. De la izquierda de siempre, la institucional y
la asaltacielos. Las dos. Y, con permiso de l@s lector@s, felicitaré a
Palinuro porque es lo que viene pidiendo desde siempre: coalición
PSOE-Podemos. Ahora, con su típica modestia, el piloto de Eneas
recomendará a esa coalición su primera medida, antes de nada: una
auditoria externa de las cuentas de unas entidades gobernadas durante
veinte años por la pura corrupción. Que no les carguen las vergüenzas de
la herencia recibida o, quizá, mejor, la "no herencia", porque no debe
de quedar ni un euro. El desastre del PP es colosal y la antesala de lo
que espera en noviembre. Suelen decir los conservadores que "no ha
calado el mensaje de Rajoy de la recuperación". Están en la luna. No es
problema de calar. Es que al PP no lo escucha nadie. Ni el PP. Además,
ahora casi no tiene en dónde hablar, fuera de las portadas de La Razón:
se queda prácticamente de extraparlamentario en el País Vasco; en
Cataluña es insignificante; en Andalucía, uno más del montón; y en
Valencia; en Castilla La Mancha, a defenderse de la que se le viene
encima; en Madrid, alcaldía, como no saque un tamayuchi, estará de
mirón...
La
coalición de la izquierda, a practicar la trasparencia desde el primer
día. Puertas y ventanas abiertas. Alfombras levantadas y, eso, auditoría
externa, a modo de ejercicio de la que tiene que hacer cuando llegue al
gobierno central. Lo demás, vendrá en su momento. Ante todo, pactar y
aliarse ya. Las coaliciones son buenas para que los aliados se vigilen
mutuamente. Igual que los romanos elegían sabiamente dos cónsules, es
bueno que en el gobierno haya, cuando menos, dos partidos. Los
ciudadanos salimos mejor parados. Porque, a la vista está, las mayorías
absolutas corrompen.
El PSOE ha aguantado muy bien el famoso ataque al bipartidismo,
ese temible ser mítico que se alimenta de carne de partidos. Y bien
claro ha quedado que así como Podemos no es Syriza, el PSOE no es el
Pasok. Podemos ha devorado a IU como Cronos a sus hijos. Fue el efecto sifón
de que hablamos en este blog hace un año. Luego se orientó hacia el
PSOE pero, en su lugar, se comió una piedra, como Cronos. El PSOE ha
aguantado muy bien y, con él el fementido bipartidismo del que ahora se
dice con más prudencia que comienza a desaparecer. Largo lo fían.
Sigue siendo tan mítico como un unicornio; más, si cabe, porque es un
unicornio con dos cuernos, o sea un bicornio. Y, con el añadido de
Podemos, puede llegar a ser un tricornio que, para ciertos asuntillos
pendientes en España, quizá no fuera tan extraño.
Tampoco
esta vez Podemos ha asaltado los cielos. Ni el primero y, teniendo en
cuenta que, según la Biblia, hay tres, queda un tramo. No será porque no
lo hayan intentado con denuedo. Después de comerse a IU ("comerse" en
el doble sentido del verbo, el normal de alimentarse y el figurado de
"comerse el marrón") los morados se propusieron lograr el viejo sueño
comunista de sustituir a la traidora socialdemoracia por la "verdadera
izquierda", el sorpasso anguitiano. Estaban muy seguros y
hablaban de que solo habría pactos con los sociatas mediando un giro de
180º de estos. Luego, preocupados por los sondeos, se allanaron a pedir
el voto de los verdaderos socialistas, el de los socialistas de corazón.
Sería interesante debatir sobre la ética de este planteamiento, pero
quédese ello para mejor circunstancia. El hecho es que hay que pactar
con un PSOE del que muchos vienen diciendo que es igual al PP.
Pruébenlo. Es muy sencillo: pacten con el PP. Si no, a pactar con el
PSOE y desde la relativa fuerza de cada cual, que viene de los votos y
no de los cielos. Y todavía más: si no hay pactos y pasa como en
Andalucía, faltan seis meses para noviembre, cuando puede suceder lo que
ha sucedido con IU en Extremadura.
IU.
Ese es el drama, el cataclismo. Literalmente barrida de las
instituciones. Para muchos comunistas de militancias antañonas debe de
ser muy amargo. Pero era inevitable. Desde la aparición de Podemos,
salida directa o indirectamente del seno de la misma IU, el destino de
esta estaba sellado: perder las elecciones para que Podemos, presentada
como nueva, independiente y no comunista, las ganara. Como en Grecia.
Pero, en lugar de quedarse quieta y perder, como el KKE, para que gane
la causa, aunque sea con otras siglas, la IU de aquí empezó a hablar de
convergencia y unión, organizó el habitual rifirrafe y parte de ella fue
a abrazarse con Podemos, con lo que le hizo más daño que beneficio. La
faena la coronó por último Anguita que prácticamente pidió el voto para
Podemos en nombre de IU, a fin de que no ganase el PSOE. Cuando los de
Podemos se dieron cuenta, el daño estaba ya hecho y el avance del PSOE
consolidado.
UPyD acompaña a IU en su triste viaje a la nada. Poco más que decir salvo desear a la señora Díez un retiro tranquilo.
Ciudadanos
emite destellos. Pero son destellos. Los emergentes no deslumbran. Y
estos menos que los de Podemos, más mediáticos y posmodernos. Pero en
algunos lugares son decisivos para la formación de gobierno. En la
Comunidad de Madrid, por ejemplo, si las cosas no han cambiado en las
últimas horas. A falta de un escaño para la mayoría absoluta, Cifuentes
podría gobernar con Ciudadanos. Pero gobernar Madrid con los herederos
de Aguirre es un plato fuerte. A lo mejor es más prudente dejarla que
gobierne en minoría y atarla corto. Pero esa es cosa que depende de C's,
quienes no han conseguido fijar un perfil claro con las elecciones
Queda
Cataluña. No sé en todas las provincias pero en Barcelona capital, en
la alcaldía, la cosa está complicada. El bloque soberanista es
mayoría, aunque no absoluta. Colau es quien tiene la llave porque puede
articular varias coaliciones. La cuestión es que eso la obligará a
decantarse por una posición en el debate soberanista. Por otro lado, Mas
decía el sábado que sopesaría no convocar las elecciones de septiembre
si perdía las de ayer. Se supone que las ha perdido. Debe aclarar su
intención.
Por
último, enhorabuena a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, la mujer de
izquierda probablemente con más apoyo electoral en España.
Dignísima muestra a sus 71 años de la inanidad de la doctrina del relevo
generacional que invocan los suyos. Los años pasan. El espíritu
permanece.
Cuando se tiene.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED