-¿Qué opinión tiene usted de las gallinas como tales?
-[Se ríe, pero no se sorprende] Este es un país de gallinas. Unos súbditos que no son capaces de convertirse en ciudadanos y aguantan con actitud gallinacea los excesos de una política impresentable y neofascista.
[García se queda que, si le pinchan, no le sale sangre. Si esto es lo que dice de las gallinas, ¿qué dirá cuando toque hablar de los pavos? Como, al presentarlo, hemos confundido Derecho Penal con Derecho Legal, aclara:]
-No hay Derecho más ilegal que el que existe en este país, ni Justicia más impresentable que la que sufrimos los españoles.
-Usted se tiene por un espíritu libre.
-Son los demás los que me tienen. Y eso les hace sufrir. Porque digo siempre lo que me da la gana, actúo con dimensión ética, huyo de los pragmatismos, también de los tonos grises y de la falta de sinceridad.
-Le da igual que le critiquen.
-Sí. Porque no soy vanidoso. Yo soy soberbio. Y no me creo ni la crítica, ni el elogio, como escribió Kipling.
[Desde la mesa de control, Cefe, pasmado, pone unos ojos así de grandes. García, no, porque ya ha tratado de antiguo al profesor]
-¿Por qué le tienen inquina algunos de sus colegas?
-Porque viven abrumados por el peso de su propia insignificancia. Cuando uno es Gerardo Landrove y ellos nunca podrán serlo, eso afecta al hígado.
-¿Pero se siente más querido que odiado?
-Me da exactamente igual.
-Dicen que no pone un despacho privado, porque con el Penal no ganaría dinero.
-Ganar dinero me parece una ordinariez.
-¿Sí?
-Sí. [Ríe con ganas] La propiedad es un despojo. Siempre nos quedamos con las cosas de los demás.
[Observa García que Cefe, que es también quien hace el papel de La Abuela en "Protagonistas", tiene unas ganas tremendas de mear. Pero no se va, porque está enganchado, en el buen sentido, con el entrevistado]
-Los alumnos le temen...
-No lo creo. Tal como están las cosas en esta Universidad, lo tienen fácil. Basta con que se cambien de grupo o se vayan a tierras más cálidas. Saben que soy un profesor algo raro, porque pretendo que mis alumnos aprendan. Pero, ante esa mayoría de analfabetos que nos mandan de los institutos, mis pretensiones son exóticas. Y, dada mi avanzada edad, ya no aspiro a cambiar las cosas.
-Usted será partidario del famoso Plan Bolonia...
-[Parece que se excita] ¡Pero qué Bolonia, ni qué...! Es algo tan absurdo que en Italia ya han renunciado. Y en Alemania. Y en Reino Unido. Eso lo único que permite es mantener a más paniaguados.
-Usted es que exige mucho a los alumnos, jefe.
-¡Hombre, claro! Para que puedan defenderse en la vida. No hay más que ver cómo quedan sin cubrirse tantas plazas de jueces o fiscales, aunque ha bajado el nivel. Y contemplar el pelaje intelectual y científico de la mayoría de nuestros jueces y magistrados.
-¿Qué pasaría si uno de sus alumnos le llamara Lalo?
-Pues muy mal. Ese era mi nombre cuando me dedicaba profesionalmente al fútbol. No me gusta el tuteo, tampoco me molesta. Y no por un sentido jerárquico. Los fascistas siempre se han tratado de tú.
-Si hubiera tenido un Gerardico o un Gerardiño, ¿sería igual de exigente?
-Muchísimo más. No lo he tenido, pero no por una razón fisiológica, sino ideológica y política. Me niego a colaborar en la prolongación de la especie de un mundo que no me gusta.
-¿Mantiene relación con la autoridad, académica o no?
-No me gusta la autoridad a ningún nivel. El uniforme, aunque sea de bombero, me provoca rechazo. Cuanto más autoridad sea, más cretino e impresentable se vuelve el sujeto.
-¿Cree que Valcárcel y Saura son buenos líderes?
-[Natural] Conozco muy poco su trayectoria política. Por higiene mental mía. Dilucidar si es más tonto el líder socialista que el presidente de la Comunidad carece de interés para mí.
-¿Le gustaría ser rector?
-[Rápido como una flecha] ¡No! ¡En absoluto! Para mí es un cargo que apesta, sobre todo por la experiencia personal.
-Me parece que esta democracia nuestra no es muy de su gusto.
-¡Por favor!¡Democracia! ¿He oído bien? Esto no tiene que ver con un sistema democrático. Esto es puro fascismo.
[Cefe sigue bien, aunque me preocupa. Después de esta respuesta, empieza a ponerse algo verde]
-La izquierda también está en esa democracia...
-¿La izquierda? ¿Dónde está? La han exterminado. Los que quedan caben en una furgoneta pequeña. [Tose. Carraspea, mejor]
-¿Qué me cuenta de la Conferencia Episcopal?
-Conozco a Rouco y me parece muy inteligente. Es muy galaico. La Conferencia tiene una clientela... Hombre, si ellos son pastores, será de borregos, fundamentalmente. Creo que los obispos españoles entran demasiado al trapo de los políticos.
-¿Qué le parece la UCAM?
-En Murcia hacía falta una universidad. Me parece magnífica su venida. Le he dicho a Mendoza que estábamos condenados a entendernos, porque ellos son católicos, pero tienen poco de universidad, y yo soy universitario, pero no tengo nada de católico. Yo he tenido magníficos maestros muy conservadores, como don Álvaro D'Ors, hijo de Xènius.
-¿Le sugiere algo que Garzón y Bermejo se vayan juntos a cenar y a cazar?
-[Ligera pausa] La caza no me gusta. Y dos personajillos de la catadura científica y moral de estos sujetos me interesa aún menos. Es terrible que existan los jueces estrella como Garzón, y que un tipo atrabiliario y sectario, que no cree en las libertades ciudadanas y que desea rematar a Montesquieu, sea ministro de Justicia. Es muy lamentable.
[García ve con preocupación cómo sacan a Cefe en camilla, pero se tranquiliza cuando, al pasar, se coge de la mano de Landrove, con una sonrisa feliz y admirativa].