MADRID/RABAT.- Esta mañana ha sido puesto a disposición judicial, concretamente del titular del juzgado nº 4 de la Audiencia Nacional en funciones de guardia, Fernando Andreu, el pederasta español Daniel Galván, indultado por error en Marruecos la pasada semana y detenido ayer tarde en un hotel de Murcia.
Daniel Galván había salido de Murcia en torno a las
dos de la madrugada en un coche patrulla de la Policía Nacional desde los calabozos de la Jefatura Superior de Policía y hacia la Audiencia Nacional,
donde declarará esta misma mañana.
Escoltado por cuatro
agentes, y viajando esposado en el asiento trasero del vehículo policial, custodiado por otros dos policías que lo llevaban ante el
juez de guardia de la Audiencia Nacional, en Madrid, Galván ha realizado de madrugada el trayecto de 390
kilómetros por autovía.
Después
de que el Gobierno de Marruecos emitiera a través de Interpol una orden
de detención internacional contra Galván, el pederasta fue detenido a media tarde de ayer en la habitación de un modesto hotel de Murcia.
Dice ser esquizofrénico
Galván Viña se jactó, durante el juicio en el que se le condenó a 30 años de cárcel por abusar sexualmente de once menores, de que en Marruecos «todo se consigue con dinero».
«¿Por qué viniste aquí a abusar de niños marroquíes?», le preguntó el juez. «Porque no cuestan caro y todo se consigue con dinero», respondió el pederasta, que carecía de permiso de residencia en el país, provocando la indignación de la sala.
Durante una audiencia preliminar ante el procurador (fiscal), Galván, de 64 años, declaró que merecía «ser ejecutado» por todos los delitos que había cometido durante los casi nueve años que vivió en Marruecos, según asegura Hamid Krairi, abogado de tres familias (con seis víctimas) que estuvo presente en ese interrogatorio.
Por contra, el abogado defensor, Mohamed Benyedu, asegura que Galván, a quien considera un hombre aparentemente simpático, presenta una doble personalidad.
Durante el proceso, sus abogados alegaron que su cliente era esquizofrénico, tesis en la que se refugió el acusado, que en el juicio siempre habló en árabe y se identificó como un kurdo-iraquí de familia cristiana. En su día pidió un peritaje médico para ser trasladado a España.
Un día después de que el monarca alauita le concediese el indulto la pasada semana, Galván visitó al procurador (fiscal) para anular la multa de 50.000 dirhams (unos 4.400 euros) que debía pagar a cada una de las víctimas. No tuvo éxito porque el indulto no anula la indemnización económica. Uno de sus apartamentos fue requisado para recompensar a las familias.
Galván habría desembarcado en su día en la localidad marroquí de Kenitra presentándose como un profesor jubilado que daba clases en Murcia. Y se compró dos casas en la ciudad. Una tercera la mandó construir en el terreno de una mujer que conoció en el campo, en Sidi Yahia el-Garb, a las afueras de la población.
Tras servir en Irak, Galván se trasladó a España en 1976, pero su rastro se pierde durante unos años, hasta que en 1996, y hasta 2002, aparece como contratado en la Universidad de Murcia.
Dice ser esquizofrénico
Galván Viña se jactó, durante el juicio en el que se le condenó a 30 años de cárcel por abusar sexualmente de once menores, de que en Marruecos «todo se consigue con dinero».
«¿Por qué viniste aquí a abusar de niños marroquíes?», le preguntó el juez. «Porque no cuestan caro y todo se consigue con dinero», respondió el pederasta, que carecía de permiso de residencia en el país, provocando la indignación de la sala.
Durante una audiencia preliminar ante el procurador (fiscal), Galván, de 64 años, declaró que merecía «ser ejecutado» por todos los delitos que había cometido durante los casi nueve años que vivió en Marruecos, según asegura Hamid Krairi, abogado de tres familias (con seis víctimas) que estuvo presente en ese interrogatorio.
Por contra, el abogado defensor, Mohamed Benyedu, asegura que Galván, a quien considera un hombre aparentemente simpático, presenta una doble personalidad.
Durante el proceso, sus abogados alegaron que su cliente era esquizofrénico, tesis en la que se refugió el acusado, que en el juicio siempre habló en árabe y se identificó como un kurdo-iraquí de familia cristiana. En su día pidió un peritaje médico para ser trasladado a España.
Un día después de que el monarca alauita le concediese el indulto la pasada semana, Galván visitó al procurador (fiscal) para anular la multa de 50.000 dirhams (unos 4.400 euros) que debía pagar a cada una de las víctimas. No tuvo éxito porque el indulto no anula la indemnización económica. Uno de sus apartamentos fue requisado para recompensar a las familias.
Galván habría desembarcado en su día en la localidad marroquí de Kenitra presentándose como un profesor jubilado que daba clases en Murcia. Y se compró dos casas en la ciudad. Una tercera la mandó construir en el terreno de una mujer que conoció en el campo, en Sidi Yahia el-Garb, a las afueras de la población.
Tras servir en Irak, Galván se trasladó a España en 1976, pero su rastro se pierde durante unos años, hasta que en 1996, y hasta 2002, aparece como contratado en la Universidad de Murcia.