VALENCIA.- Cuando ya han pasado tres meses desde que el cuerpo de
Rafaelillo se rompiera en añicos en Pamplona como una figura de cristal
en los pitones de Trapajoso, el diestro murciano sigue inmerso en una
lenta aunque satisfactoria recuperación. Aún no ha podido hacer ningún
tipo de rehabilitación y todo hace indicar que aún habrá de esperar más
tiempo para ello, pero con la paciencia y la ilusión como medicinas
complementarias a la morfina, que ha estado presente en su mesita de
noche todo este tiempo, el torero murciano volverá a los ruedos armado
de ilusiones renovadas y con una forma de concebir la vida totalmente
distinta para seguir escribiendo con letras de grandeza una de las
trayectorias profesionales más cabales del toreo en los últimos años.
El pasado 10 de septiembre, a tan sólo
cuatro días para cumplirse dos meses del percance que sufrió Rafael
Rubio “Rafaelillo” en los Sanfermines de Pamplona, un TAC desvelaba que
seis costillas no han terminado de soldar; aún persiste líquido
acumulado en la pleura; el pulmón izquierdo no tiene funcionalidad total
y en el hígado se siguen apreciando pequeñas lesiones producidas por la
contusión. Aunque la evolución es favorable y marcha según lo previsto,
las lesiones no están reparadas de manera definitiva y aún queda camino
por recorrer. El murciano lo tiene asumido y afronta con optimismo esta
parte del camino que ya empieza a ser menos dura. Lo entrevista la revista taurina líder, "Aplausos".
-¿Cómo se encuentra a día de hoy?
-Me encuentro bastante mejor, la parte más dura de
la recuperación ya ha pasado. Los primeros meses han sido los más duros
porque he estado prácticamente sin poder moverme, a base de parches de
morfina y con una medicación bastante fuerte para mitigar el dolor. Pero
desde primeros de septiembre he notado una mejoría importante.
-¿Qué le han dicho los médicos?
-Los médicos me han dicho que es cuestión de
tiempo y de paciencia, que de momento va bien aunque despacio. Ahora hay
que esperar a que todas las lesiones que quedan por terminar de curarse
se consoliden y desaparezcan. Me han dicho que se van cumpliendo todos
los plazos marcados teniendo en cuenta que en una persona normal esta
lesión le podría llevar más de un año de recuperación y dejarle
secuelas, algo que de momento en mí se está descartando aunque siempre
existe esa posibilidad.
- ¿Le han dado fechas o plazos aproximados?
-Me han citado para finales de este mes de octubre
para hacer otro TAC y me han dicho que por el momento siga haciendo una
vida sedentaria: andar y poco más. Que no haga ningún esfuerzo, ni
movimientos bruscos, sobre todo con la parte superior del cuerpo, y que
espere a ver cómo se desarrolla todo. Si todo va bien, posiblemente para
finales de noviembre o principios de diciembre, podría empezar a
entrenar e incluso a probarme en el campo, pero hay que esperar porque
todo esto al final es especular.
- A día de hoy no tiene el alta médica y sigue bajo supervisión de los doctores y con medicación, ¿no es cierto?
-Afortunadamente ya me quité los parches de morfina, que al
principio eran necesarios porque los dolores eran fortísimos y
constantes; ahora mismo es un dolor agudo y molesto pero llevadero, ya
me he acostumbrado. Son dolores en la espalda y el tórax pero, ni
muchísimo menos, son los que tenía al principio que solo podía aliviar
con morfina. Ahora mi medicación es la de cualquier persona normal en
base a paracetamol e ibuprofeno. Afortunadamente he aprendido a convivir
con ello.
- ¿Le han dicho en qué va a consistir la rehabilitación?
-Estuve hablando con el fisioterapeuta que me va a
dirigir la rehabilitación, que es el maestro Pepe Soler, y me ha
comentado que estará centrada en recuperar la respiración adecuada, a
respirar con el diafragma, a recuperar la capacidad pulmonar que he
perdido, sobre todo en el pulmón izquierdo, y a reconstruir la capacidad
pulmonar sin que quede ninguna secuela que podrían dejar los neumotórax
y el hemotórax, y todo eso compaginarlo con el entrenamiento y el
ejercicio físico para recuperar la forma de manera completa.
- Volviendo a la tarde del 14 de julio, ¿por qué apostó de esa manera tan arriesgada?
-Era muy consciente de que esa tarde me jugaba
mucho. Sabía que tenía que pasar algo sí o sí, y que tenía que intentar
dar un golpe de efecto para cambiar el rumbo de mi temporada. Pamplona
es una de las plazas más importantes de mi carrera y salí a por todas.
Ya con el primer toro creo que ofrecí una dimensión importante y con ese
cuarto toro saqué ese punto de hombría, de amor propio y orgullo de
torero, y por eso pasé la raya, para triunfar sí o sí.
-¿Fue consciente de la gravedad del percance?
-Cuando me cogió en el suelo, después de estrellarme contra las
tablas, me hizo el gran destrozo que tengo, sobre todo en la parte
izquierda del tórax. Me presionó contras las tablas con mucha violencia y
me asusté mucho. Afortunadamente, me quitaron el toro rápido y no
siguió apretando, pero noté cómo mi cuerpo estaba reventado por dentro.
Aun así, me levanté y en el callejón me salió el amor propio de torero, y
quise quitarme la chaquetilla y volver a la cara del toro, pero cuando
intenté ponerme derecho noté que todo me crujía. En ese momento fue
cuando verdaderamente fui consciente de que el percance era muy serio,
porque además notaba que me faltaba el aire, me ahogaba y cada vez me
costaba más respirar.
-Comentó en rueda de prensa antes de abandonar el hospital en Pamplona que en la enfermería vivió momentos muy complicados.
-Yo veía que aquello se complicaba y veía cómo mi
cuerpo se estaba apagando como una vela. Entonces quise llamar a mi
mujer y mis hijas para decirles que las quería porque no sabía si
volvería a verlas. Ese fue el momento más duro con diferencia.
Finalmente no me dejaron hacer esa llamada, me durmieron y cuando me
desperté en la UCI dije: bueno Rafa, creo que te has escapado.
En la enfermería fue vital la precisión, tranquilidad, profesionalidad y
seguridad con que actuó el equipo del doctor Hidalgo, gracias a eso
estoy hoy aquí, lo tengo clarísimo. Y en el hospital el trato del
personal sanitario ha sido maravilloso a nivel humano y profesional.
-Los primeros días que pasa usted en la UCI son muy duros pero ¿permiten reflexionar y sacar algo en claro?
-Muchísimo, ahí no paras de reflexionar. Ves las
cosas de muy distintas perspectivas y reparas en cosas que antes ni se
te pasaban por la cabeza. Parece que te tiene que pasar una cosa de este
tipo para tener un aprendizaje tan de verdad y tan humano. Vivimos en
el día a día inmersos en una rutina y no le damos mayor importancia a lo
que creemos que son pequeñas cosas y que son importantísimas. En esos
momentos hay un stop en mi vida y se produce un punto y aparte.
-¿Qué cambia tras ese punto y aparte?
-Este percance ha supuesto el
mayor aprendizaje de mi vida. He aprendido a valorar todas las cosas a
nivel personal, a la familia, los amigos; he perdido el miedo a decir no
y a tomar ciertas decisiones que antes no era capaz; me ha hecho ser
más fuerte a nivel personal; me ha hecho ser más humano y, sobre todo,
ser consciente de que la vida hay que valorarla y disfrutarla porque en
cualquier momento todo puede cambiar o incluso acabarse. El de 2019 está
siendo el año más importante de mi vida a nivel profesional, personal y
humano, no por lo que me ha pasado sino por lo que me está enseñando.
-De todo se puede sacar algo positivo.
-Por supuesto. Todo esto que le he comentado y
todo el cariño que he recibido. Ha sido una demostración de respeto y
cariño que me ha abrumado. Primero el respeto de los compañeros y
profesionales, y luego el cariño de los aficionados y de gente anónima
que se ha preocupado no solo por el torero sino por la persona. Me he
dado cuenta de que hay mucha gente que me quiere y eso es muy bonito y
algo que también te marca en la vida.
-¿Cree que le puede marcar esta cogida mentalmente?
-Un torero tiene que estar preparado para todo y tiene que estar
mentalizado antes de que suceda cualquier cosa, porque así es más fácil
sobrellevarlo todo cuando sucede. Un toro te puede dar la gloria y te
puede quitar la vida. Creo que al final en eso influye mucho la manera
en que se tome uno las cosas, y en ese sentido creo que dentro de la
mala suerte, he tenido muchísima buena suerte. Hay que ser consciente de
la realidad y yo soy un afortunado porque podía estar en el otro lado.
Ahora toca afrontarlo y aunque hay momentos que uno se viene un poquito
abajo anímicamente, al final todo es circunstancial.
-Durante este tiempo tan duro y doloroso, ¿se le ha pasado en algún momento por la cabeza tirar la toalla?
-Para nada y menos ahora. Tengo claro que si mi
carrera ha de acabar no puede hacerlo de esta manera, ni mucho menos. Es
cierto que en alguna ocasión he tenido momentos de bajón, pero no por
la cogida, porque eso es algo que tenemos asumido los toreros, pero a
veces te duelen más otro tipo de cosas que no dependen de ti. Cosas que
no te esperas y que te hacen daño y te hace preguntarte si merece la
pena tanta lucha para no haber recibido lo que creo que me he ganado en
el ruedo. Eso es lo que más te duele y te marca y en algún momento te da
bajón anímicamente. Pero de momento la pasión por mi profesión, la
ilusión y el espíritu lo sigo manteniendo intacto y lo único que deseo
es recuperarme lo antes posible y que lo que me quede en esta última
etapa de mi carrera sea de la mejor manera y pueda hacer cosas
importantes.
-¿Cómo se plantea el futuro inmediato una vez que esté totalmente recuperado?
-Mi deseo sería empezar a entrenar antes de
Navidad y poder estar haciendo campo antes de que acabe el año. Eso
sería señal de que todo ha ido bien. Y a partir de ahí, intentar
disfrutar de la profesión y seguir creciendo como torero. Puede parecer
un tópico pero es la realidad. Creo que tengo mucho margen de
crecimiento aún y muchas cosas por decir dentro de esas corridas de
toros que han marcado mi trayectoria.
-En ese sentido, ¿Miura seguirá teniendo un peso específico en su carrera?
-Está claro. Así no puede terminar nuestro idilio.
Miura es la ganadería más importante de mi carrera, por lo que me ha
dado y por lo que he vivido con ella. Con Miura he vivido la gloria,
triunfos, miedos, tardes muy difíciles, y he estado a punto de vivir la
tragedia… Cada día que pasa y voy sumando más corridas, más triunfos, me
siento muy orgulloso de lo que estoy realizando, porque es lo que le
está dando valor a mi trayectoria y a mi carrera, y no todo el mundo
puede presumir de tener los números que yo he conseguido. Esto será un
punto y seguido porque el final lo veo aún lejano.
-No obstante, cada vez hay mayor
competencia en un circuito que a su vez es muy restringido. ¿Qué valor
añadido puede ofrecer Rafaelillo para seguir siendo referente en ese
circuito?
-Es muy importante y necesario que salgan
profesionales nuevos pero tengo claro que con quien tengo que marcar
diferencias es conmigo mismo, en la capacidad, la manera de estar y
cuando uno me deje, torearlo como lo he toreado en algunos momentos. Eso
es lo que quiero, dejar huella y que se me recuerde el día de mañana no
por el número de corridas que toreé, ni por las orejas que corté, sino
por cómo las maté, cómo las toreé y cómo estuve con ellas; eso es lo que
perdura y es lo que busco, por eso mi guerra es conmigo mismo. La
competencia va a existir siempre, cuando salgo a una plaza quiero estar
mejor que nadie, pero mi armas están ahí, sin perder nunca el compromiso
de salir a por todas. Queda Rafaelillo para rato.