MADRID.- El exministro de Defensa José Bono recibió de manos de su antecesor, Federico Trillo,
mas de 6.000 folios de documentación sobre el accidente del Yak-42 y
nunca tuvo que forzar ningún armario del Estado Mayor Conjunto para obtener más datos, como él mismo ha relatado. El coronel que entonces los custodiaba, Juan Pardo de Donlebún, asegura que él personalmente abrió el armario con su propia llave cuando Bono se lo pidió, según revela hoy Abc.
En
declaraciones efectuadas tras conocerse el dictamen del Consejo de
Estado sobre el Yak-42, el exministro narró un incidente que ya había
recogido en sus memorias en el que, según él, se llevó archivos del
Estado Mayor de la Defensa relativos a la tragedia del Yak-42, en la que
murieron 62 militares españoles, tras «forzar un armario del que no me daban la llave para conseguir la documentación».
La misma expresión utiliza en sus «Memorias de un ministro», publicadas en 2015, diez años después de que, efectivamente, acudiera a la sede de ese organismo preguntando por los documentos que existieran sobre el caso.
«La capacidad de fabulación del ministro no tiene límites», afirmó el coronel Pardo de Donlebún, que era jefe de la Logística Operativa del Estado Mayor Conjunto, en una réplica a esas memorias difundida por las redes sociales.
«¡Yo tenía mi propia llave en mi despacho y yo mismo abrí el armario en su presencia! El ministro no forzó nada; repito: yo mismo le abrí el armario con mi propia llave, eso sí, muy contrariado por cómo se estaban desarrollando las cosas», indica Pardo de Donlebún.
«Lo que sucede a continuación es esperpéntico -sigue relatando Pardo Donlebún, posteriormente ascendido a general-. El Sr. Ministro y su director de gabinete se lanzan al armario en cuestión y de manera compulsiva empiezan a extraer sin orden ni concierto cuantos documentos encontraron; prácticamente vaciaron el armario. Yo, perplejo ante la escena, le hice saber que todos esos documentos eran originales, que me dijera que es lo que deseaba llevarse y yo mismo me ocuparía de que el gabinete de reprografía del EMAD los fotocopiase para enviárselos después del preceptivo cotejo del interventor del EMAD, tal como hacíamos habitualmente cada vez que algún juzgado nos pedía documentación». Pero Bono «se los llevó y punto».
«Yo -agrega- ordené a uno de mis oficiales que levantara una relación de lo que se estaba llevando el Sr. Ministro. El Sr. Bono declinó estampar su firma en el “recibido”, delegando el engorroso trámite en su ayudante militar», prosigue el relato.
Estos parecen ser los documentos que el exministro dice tener en su posesión y los que la actual titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, le ha reclamado que entregue por un burofax enviado la semana pasada al propio Bono tras comprometerse con la Asociación de Víctimas del Yak-42 a proporcionarles toda la información. Hay que recordar que Bono aseguró en una entrevista en «El País» que aún conservaba documentos.
Cuando se llevó los documentos del Estado Mayor de la Defensa, un año después de tomar posesión como ministro de Defensa, José Bono estaba inmerso en una campaña para acusar a su antecesor de haber desatendido a los familiares de las víctimas del Yak-42, lo que en un primer momento extrañó a éste y a sus colaboradores, puesto que al hacer el traspaso de poderes de un ministro a otro se facilitó al titular entrante toda la documentación disponible para el caso, precisamente, se le hizo saber, para que no quedaran desatendidas las familias de quien habían perdido la vida en el accidente.
Testigos de la ceremonia celebrada en el Ministerio de Defensa para que Bono tomara posesión, en presencia de Trillo, recuerdan que antes de comenzar la ceremonia se hizo entrega al nuevo ministro de una estantería («con ruedas y cinco estantes», según la memoria de una de la media docena de personas presentes) situada en uno de los laterales del antedespacho del titular del departamento que contenían más de 6.000 folios archivados en carpetas con anillas catalogadas en cinco categorías.
La primera de estas categorías contenía toda la documentación relativa a las normas de contratación del avión, que dejaba claro que la competencia de la misma no correspondía al Ministerio de Defensa, sino al Estado Mayor de Conjunto; la segunda, sobre la NAMSA, la agencia de la OTAN contratada para llevar a cabo los vuelos de la mayor parte de los países, entre ellos España, de transporte de tropas a Afganistan; un tercer apartado era el referente a las quejas o partes de incidencias registradas en vuelos de militares españoles a ese país, ninguna de las cuales se refería al Yak-42, sino a otras compañías.
En las carpetas de la cuarta categoría quedaban registradas todas las ayudas recibidas por los familiares de las víctimas, en particular las pensiones extraordinarias por muerte en acto de servicio concedidas a los hijos, padres y hermanos de los fallecidos y finalmente se ofrecía toda la documentación relativa a la concesión de ayudas especiales como colegios y viviendas para todos esos familiares que lo habían solicitado. «Bono lo estudió todo brevemente y solo dijo “muchas gracias”», recuerda un testigo de aquel momento.
La misma expresión utiliza en sus «Memorias de un ministro», publicadas en 2015, diez años después de que, efectivamente, acudiera a la sede de ese organismo preguntando por los documentos que existieran sobre el caso.
«La capacidad de fabulación del ministro no tiene límites», afirmó el coronel Pardo de Donlebún, que era jefe de la Logística Operativa del Estado Mayor Conjunto, en una réplica a esas memorias difundida por las redes sociales.
«¡Yo tenía mi propia llave en mi despacho y yo mismo abrí el armario en su presencia! El ministro no forzó nada; repito: yo mismo le abrí el armario con mi propia llave, eso sí, muy contrariado por cómo se estaban desarrollando las cosas», indica Pardo de Donlebún.
«Lo que sucede a continuación es esperpéntico -sigue relatando Pardo Donlebún, posteriormente ascendido a general-. El Sr. Ministro y su director de gabinete se lanzan al armario en cuestión y de manera compulsiva empiezan a extraer sin orden ni concierto cuantos documentos encontraron; prácticamente vaciaron el armario. Yo, perplejo ante la escena, le hice saber que todos esos documentos eran originales, que me dijera que es lo que deseaba llevarse y yo mismo me ocuparía de que el gabinete de reprografía del EMAD los fotocopiase para enviárselos después del preceptivo cotejo del interventor del EMAD, tal como hacíamos habitualmente cada vez que algún juzgado nos pedía documentación». Pero Bono «se los llevó y punto».
«Yo -agrega- ordené a uno de mis oficiales que levantara una relación de lo que se estaba llevando el Sr. Ministro. El Sr. Bono declinó estampar su firma en el “recibido”, delegando el engorroso trámite en su ayudante militar», prosigue el relato.
Estos parecen ser los documentos que el exministro dice tener en su posesión y los que la actual titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, le ha reclamado que entregue por un burofax enviado la semana pasada al propio Bono tras comprometerse con la Asociación de Víctimas del Yak-42 a proporcionarles toda la información. Hay que recordar que Bono aseguró en una entrevista en «El País» que aún conservaba documentos.
Cuando se llevó los documentos del Estado Mayor de la Defensa, un año después de tomar posesión como ministro de Defensa, José Bono estaba inmerso en una campaña para acusar a su antecesor de haber desatendido a los familiares de las víctimas del Yak-42, lo que en un primer momento extrañó a éste y a sus colaboradores, puesto que al hacer el traspaso de poderes de un ministro a otro se facilitó al titular entrante toda la documentación disponible para el caso, precisamente, se le hizo saber, para que no quedaran desatendidas las familias de quien habían perdido la vida en el accidente.
Testigos de la ceremonia celebrada en el Ministerio de Defensa para que Bono tomara posesión, en presencia de Trillo, recuerdan que antes de comenzar la ceremonia se hizo entrega al nuevo ministro de una estantería («con ruedas y cinco estantes», según la memoria de una de la media docena de personas presentes) situada en uno de los laterales del antedespacho del titular del departamento que contenían más de 6.000 folios archivados en carpetas con anillas catalogadas en cinco categorías.
La primera de estas categorías contenía toda la documentación relativa a las normas de contratación del avión, que dejaba claro que la competencia de la misma no correspondía al Ministerio de Defensa, sino al Estado Mayor de Conjunto; la segunda, sobre la NAMSA, la agencia de la OTAN contratada para llevar a cabo los vuelos de la mayor parte de los países, entre ellos España, de transporte de tropas a Afganistan; un tercer apartado era el referente a las quejas o partes de incidencias registradas en vuelos de militares españoles a ese país, ninguna de las cuales se refería al Yak-42, sino a otras compañías.
En las carpetas de la cuarta categoría quedaban registradas todas las ayudas recibidas por los familiares de las víctimas, en particular las pensiones extraordinarias por muerte en acto de servicio concedidas a los hijos, padres y hermanos de los fallecidos y finalmente se ofrecía toda la documentación relativa a la concesión de ayudas especiales como colegios y viviendas para todos esos familiares que lo habían solicitado. «Bono lo estudió todo brevemente y solo dijo “muchas gracias”», recuerda un testigo de aquel momento.