"Si entre ellos se tratan así ¿cómo
esperas que te traten a ti?». El razonamiento pertenece a una persona
muy cercana al presidente de la Comunidad tras observar lo que ocurrió
en el
Comité Federal socialista de la semana pasada.
Pero la ceremonia del canibalismo no ha continuado
con las mismas artes en su traslación desde Ferraz a Princesa. Las
llamas siguen devorando a la organización, pero hay en todos los
sectores una instintiva voluntad de no seguir avivando el fuego por
razones de supervivencia tanto general como particular.
El test del Comité Regional del pasado viernes resulta expresivo de un retraimiento estratégico de todas las partes. El secretario general, Rafael González Tovar, no pudo llevar al extremo su inicial voluntad de ¿consultar a las bases? para que se estableciera una posición conjunta de los representantes murcianos en el próximo Comité Federal, en que se habrá de decidir si el PSOE opta por abstenerse ante una posible investidura de Rajoy o se da paso a las terceras elecciones, la única disyuntiva realmente existente.
Al final, esta iniciativa quedó a la voluntariedad de las agrupaciones que así lo consideren, que es como darle carpetazo. Por otro lado, las ¿alcaldesas rebeldes? que se pronunciaron por mantener en Madrid un posición contraria a la que dictaba el tovarismo, mantuvieron firmemente lo dicho y escrito, sin restar una coma, pero no invocaron nuevas adhesiones ni anunciaron el inicio de batallas, lo que indica que prefieren evitar los envites y quedar a la espera de que se despeje la humareda del incendio de Ferraz. En definitiva, cada cual en su lugar, pero sin adelantarse a los acontecimientos.
Sin mayoría. El Comité Regional clarificó de manera involuntaria, sin embargo, que González Tovar no dispone ya de mayoría en ese órgano, lo cual es tanto como decir que la ha perdido en el partido. De este modo, la Ejecutiva regional queda, en la práctica, en modo gestora, pues el líder no puede dar tirones para sí so pena de quedarse sólo con algunos jirones.
La reunión del máximo órgano entre congresos dejó claro que hay tres bloques en el PSOE murciano: los tovaristas, la línea crítica emergente de las alcaldesas, y la ¿vieja oposición?. Ésta no parece muy ahormada y es posible que no disponga de grandes respaldos, pero constituye un núcleo que genera permanente incomodidad en el actual aparato: Ramón Ortiz, Alfonso Navarro, Roberto García o Pedro López. A estos nombres habría que añadir el de Joaquín López, quien para algunos se desempeña en una forzada ambigüedad.
Por su parte, las ¿alcaldesas rebeldes? son la punta de lanza de un nuevo poder orgánico en el seno del PSRM que aún no está forjado, pero que ha adquirido aún más crédito tras las exposiciones en el Comité de Mari Carmen Moreno, Esther Clavero y Ana Belén Castejón, ésta última en nombre de Cartagena, lo que indica el posicionamiento claro de uno de los núcleos con agrupaciones más potentes en la estructura interna socialista.
María. En este contexto, el tovarismo sólo podría prolongarse, mediante pactos muy estrictos, a través de María González Veracruz, sobre la que algunos advierten que no encontrará rechazo para sustituir a su padre siempre que se atenga a otras dinámicas más inclusivas.
María González sigue siendo un gran activo del PSOE murciano, aunque es obvio que no es lo mismo desembarcar en él por propia decisión que hacerlo como mal menor después de haber sido desalojada de la Ejecutiva federal. La posibilidad de que la diputada nacional tomara las riendas del PSRM siempre ha estado latente, pero en las actuales circunstancias podría quedar como un compromiso de consolación para quien aspiraba a ser ministra de Ciencia en el Gobierno nonnato de Pedro Sánchez.
María González tiene otro problema, tal vez personal, y es que Rafael González Tovar se muestra habitualmente sordo a cualquier análisis que no sea el prefijado por él. Ni sus colaboradores más cercanos se atreven a expresarle reparos, pues el líder no ha aprendido, a pesar de sus muchos años en la vida política, a canalizar las críticas. Todo lo que implique forzar la voluntad de su padre será un freno para María González por mucho que ella aprecie la necesidad de cambio y de que ¿las fuerzas del cambio? la convoquen a ella.
¿Disciplina? Tovar no pudo echar un pulso a los disidentes de su consigna («sí a Pedro Sánchez») en el reciente Comité Federal, pues las fuerzas del regional no le acompañaban. De modo que no cabe esperar que cambien mucho las posiciones de la delegación murciana a Madrid cuando sea citada, cuyo decalaje contra las tesis del secretario murciano fue la primera señal de la debilidad interna de éste. Pero ahí no está ya el problema. El signo de las votaciones en el Federal pasará a segundo plano una vez el voto mayoritario por la abstención que facilite el Gobierno de Rajoy se traslade al Grupo Parlamentario Socialista, donde aún no está claro que se acate la decisión del máximo órgano del partido a sugerencia de la gestora que ahora lo gobierna. ¿Se abstendrán María González y Pedro Saura? Y si no lo hacen ¿qué consecuencias tendría ese gesto en la federación murciana?
En realidad la primera pregunta sólo afectaría a la diputada, pues no cabe duda de que Saura, a pesar de que votó a favor de Sánchez en el Comité de Ferraz (el voto era a mano alzada, recordemos), atendería sin duda a la decisión que se adopte el viernes. Ya en la reunión del Grupo Socialista en el Congreso que se celebró tras el tormentoso cónclave de Ferraz, Saura intervino para señalar que «los diputados tenemos la responsabilidad de cohesionar el partido y no darle aire a las críticas».
Esa intervención ha sido interpretada en el entorno de Tovar como un reposicionamiento. Pero es María González quien puede verse en un brete si ha de votar en contra de la línea que ha mantenido desde la Ejecutiva de Pedro Sánchez, y sólo podrá hacerlo alegando disciplina a las decisiones del Comité Federal.
Si se rebelara contra ellas, su actitud sería coherente con las convicciones que ha hecho públicas, pero se pondría frente a las alcaldesas murcianas que representan la mayoría del poder institucional del PSOE en la Región y que son también el principal núcleo de apoyo para su continuidad en la política desde Murcia.
El test del Comité Regional del pasado viernes resulta expresivo de un retraimiento estratégico de todas las partes. El secretario general, Rafael González Tovar, no pudo llevar al extremo su inicial voluntad de ¿consultar a las bases? para que se estableciera una posición conjunta de los representantes murcianos en el próximo Comité Federal, en que se habrá de decidir si el PSOE opta por abstenerse ante una posible investidura de Rajoy o se da paso a las terceras elecciones, la única disyuntiva realmente existente.
Al final, esta iniciativa quedó a la voluntariedad de las agrupaciones que así lo consideren, que es como darle carpetazo. Por otro lado, las ¿alcaldesas rebeldes? que se pronunciaron por mantener en Madrid un posición contraria a la que dictaba el tovarismo, mantuvieron firmemente lo dicho y escrito, sin restar una coma, pero no invocaron nuevas adhesiones ni anunciaron el inicio de batallas, lo que indica que prefieren evitar los envites y quedar a la espera de que se despeje la humareda del incendio de Ferraz. En definitiva, cada cual en su lugar, pero sin adelantarse a los acontecimientos.
Sin mayoría. El Comité Regional clarificó de manera involuntaria, sin embargo, que González Tovar no dispone ya de mayoría en ese órgano, lo cual es tanto como decir que la ha perdido en el partido. De este modo, la Ejecutiva regional queda, en la práctica, en modo gestora, pues el líder no puede dar tirones para sí so pena de quedarse sólo con algunos jirones.
La reunión del máximo órgano entre congresos dejó claro que hay tres bloques en el PSOE murciano: los tovaristas, la línea crítica emergente de las alcaldesas, y la ¿vieja oposición?. Ésta no parece muy ahormada y es posible que no disponga de grandes respaldos, pero constituye un núcleo que genera permanente incomodidad en el actual aparato: Ramón Ortiz, Alfonso Navarro, Roberto García o Pedro López. A estos nombres habría que añadir el de Joaquín López, quien para algunos se desempeña en una forzada ambigüedad.
Por su parte, las ¿alcaldesas rebeldes? son la punta de lanza de un nuevo poder orgánico en el seno del PSRM que aún no está forjado, pero que ha adquirido aún más crédito tras las exposiciones en el Comité de Mari Carmen Moreno, Esther Clavero y Ana Belén Castejón, ésta última en nombre de Cartagena, lo que indica el posicionamiento claro de uno de los núcleos con agrupaciones más potentes en la estructura interna socialista.
María. En este contexto, el tovarismo sólo podría prolongarse, mediante pactos muy estrictos, a través de María González Veracruz, sobre la que algunos advierten que no encontrará rechazo para sustituir a su padre siempre que se atenga a otras dinámicas más inclusivas.
María González sigue siendo un gran activo del PSOE murciano, aunque es obvio que no es lo mismo desembarcar en él por propia decisión que hacerlo como mal menor después de haber sido desalojada de la Ejecutiva federal. La posibilidad de que la diputada nacional tomara las riendas del PSRM siempre ha estado latente, pero en las actuales circunstancias podría quedar como un compromiso de consolación para quien aspiraba a ser ministra de Ciencia en el Gobierno nonnato de Pedro Sánchez.
María González tiene otro problema, tal vez personal, y es que Rafael González Tovar se muestra habitualmente sordo a cualquier análisis que no sea el prefijado por él. Ni sus colaboradores más cercanos se atreven a expresarle reparos, pues el líder no ha aprendido, a pesar de sus muchos años en la vida política, a canalizar las críticas. Todo lo que implique forzar la voluntad de su padre será un freno para María González por mucho que ella aprecie la necesidad de cambio y de que ¿las fuerzas del cambio? la convoquen a ella.
¿Disciplina? Tovar no pudo echar un pulso a los disidentes de su consigna («sí a Pedro Sánchez») en el reciente Comité Federal, pues las fuerzas del regional no le acompañaban. De modo que no cabe esperar que cambien mucho las posiciones de la delegación murciana a Madrid cuando sea citada, cuyo decalaje contra las tesis del secretario murciano fue la primera señal de la debilidad interna de éste. Pero ahí no está ya el problema. El signo de las votaciones en el Federal pasará a segundo plano una vez el voto mayoritario por la abstención que facilite el Gobierno de Rajoy se traslade al Grupo Parlamentario Socialista, donde aún no está claro que se acate la decisión del máximo órgano del partido a sugerencia de la gestora que ahora lo gobierna. ¿Se abstendrán María González y Pedro Saura? Y si no lo hacen ¿qué consecuencias tendría ese gesto en la federación murciana?
En realidad la primera pregunta sólo afectaría a la diputada, pues no cabe duda de que Saura, a pesar de que votó a favor de Sánchez en el Comité de Ferraz (el voto era a mano alzada, recordemos), atendería sin duda a la decisión que se adopte el viernes. Ya en la reunión del Grupo Socialista en el Congreso que se celebró tras el tormentoso cónclave de Ferraz, Saura intervino para señalar que «los diputados tenemos la responsabilidad de cohesionar el partido y no darle aire a las críticas».
Esa intervención ha sido interpretada en el entorno de Tovar como un reposicionamiento. Pero es María González quien puede verse en un brete si ha de votar en contra de la línea que ha mantenido desde la Ejecutiva de Pedro Sánchez, y sólo podrá hacerlo alegando disciplina a las decisiones del Comité Federal.
Si se rebelara contra ellas, su actitud sería coherente con las convicciones que ha hecho públicas, pero se pondría frente a las alcaldesas murcianas que representan la mayoría del poder institucional del PSOE en la Región y que son también el principal núcleo de apoyo para su continuidad en la política desde Murcia.
A pesar de que todos estos considerandos son
prueba de que el PSOE dejó en Ferraz más problemas abiertos de los que
quiso cerrar, la virtud para González Tovar de la
resaca de esta cuestión en el Comité Regional del pasado viernes es que
apenas se valoró su gestión y la del Grupo Parlamentario que preside,
que es donde estás su talón de Aquiles en la práctica de la política
regional. Sólo sus adversarios tradicionales esbozaron estas cuestiones,
pues lo perentorio para todos era ofrecer alguna luz sobre el bloqueo
en que se encuentra, aquí y allí, la organización.
Pero que se pasara por alto el análisis de gestión, que era lo que
conformaba el orden del día, cuando tan pocas oportunidades ofrece Tovar
para hacerlo, pues convoca el Comité de uvas a peras («Tovar sólo es
renovador cuando no está en el poder», anotan quienes lo conocen mejor),
no impidió que se pusiera de manifiesto que gobierna el partido con un
respaldo precario, aunque todavía respetuoso, y que ¿las alcaldesas
rebeldes? se mostraran con claridad como un futuro banderín de enganche
que empieza a generar una considerable expectación en el seno de la organización.
Un problema añadido en este contexto es la posición del PSOE sobre la provincialidad de Cartagena, que se reclama desde las agrupaciones locales como cesión al compromiso de gobernabilidad municipal con el Movimiento Ciudadano.
No parecería fácil que el PSOE se mostrara partidario, pero su rechazo
ahora puede ser interpretado como una respuesta de Tovar a Ana Belén
Castejón por su toma de posición en la crisis interna.
A los puños de Ferraz ha seguido el guante blanco en Princesa. Mientras estén en esto, contra lo que le advierten, tal vez PAS pueda perder cuidado.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/comunidad/2016/10/09/tovarismo-gestora/773456.html