“Todo es caos bajo las estrellas, la situación es excelente”.
Mao Zedong
Tres por tres nueve. Tres partidos por
la derecha, tres partidos por la izquierda y tres partidos de las
nacionalidades. Las tres derechas: Partido
Popular, Ciudadanos y Vox. Tres izquierdas: PSOE, la coalición Unidas Podemos y la cápsula Más País. Tres ramas soberanistas: el robusto Partido Nacionalista Vasco, principal gestor de la soberanía fiscal de Euskadi, Esquerra Republicana de Catalunya, ayer rupturista, ahora gradualista, y lo que quede de la radicalización convergente después de la sentencia del Tribunal Supremo.
Habrá más actores en la mini campaña de noviembre, pero esos nueve
serán los protagonistas principales de una repetición electoral que la
mayoría de la sociedad repudia.
Octubre será un mes difícil. Vamos a
asistir a la peligrosa superposición del agónico tiempo electoral con el
resurgimiento de la tensión en Catalunya. Tres por tres, nueve.
Tensión más tensión: artículo 155. Una campaña electoral es siempre un
acelerador de tensiones. El lamentable espectáculo vivido hace unos días
en el Parlament de Catalunya es fruto de esa superposición.
Unos, encabezados por el presidente vicario de la Generalitat, en línea
directa con Waterloo, quieren romper el espinazo de Esquerra Republicana
ante la sacudida política y emocional que se avecina.
Otros quieren
salir ardientes en los telediarios para intentar paliar el descalabro
que las encuestas vaticinan a Ciudadanos. Tensión sobre tensión:
reclamos de 155, a los que, por el momento, el Partido Popular no se
apunta.
Así empezamos octubre. Por acción u
omisión, se va a aplicar un acelerador de tensiones al momento más
crítico en Catalunya desde el 2017. Evidentemente, la sentencia del
Tribunal Supremo tiene su calendario, pero en España, la razón de Estado siempre
ha sido capaz de hacer bonitos ejercicios de papiroflexia con los
calendarios. Para finales de octubre también está prevista la sentencia
sobre el caso de los ERE en Andalucía. Veremos cómo discurre ese calendario, sin duda sensible para los intereses electorales del PSOE.
La radiación de fondo es inquietante.
El desprestigio de la política alcanza niveles nunca vistos en España
desde 1977. En el barómetro de septiembre del CIS hay datos de República de Weimar.
El 45% de los españoles considera que la política es uno de los tres
principales problemas que aquejan al país. De la ilusión al bloqueo. El
rechazo a la política y los partidos ha crecido catorce puntos en un
plazo de ocho meses.
Entre febrero y septiembre, el pesimismo sobre la
evolución de la economía ha subido nueve puntos. La valoración de la
gestión del Gobierno ha caído ocho puntos. El presidente del Gobierno en
funciones suscita desconfianza entre el 60% de los encuestados, sin que
ningún otro líder político obtenga una mejor valoración. En febrero
había ganas de votar.
La moción de censura de mayo del 2018 había
generado un nuevo escenario y la gran mayoría de la sociedad tenía ganas
de pronunciarse sobre la continuidad o no del bloque parlamentario que
envío a Mariano Rajoy a casa. Pedro Sánchez prometía
seguir gobernando con apoyos de izquierda frente a la alianza de Colón.
Inmediatamente después de la foto de Colón, el 76% de los españoles
manifestaba su intención de ir a votar a finales de abril. En
septiembre, ese potente deseo de participar en la fabricación del futuro
político del país ha caído veinte puntos. Sólo el 53,6% de los
encuestados por el CIS manifiesta en estos momentos su intención de
acudir a las urnas el día 10 de noviembre.
El analista electoral Ignacio Varela ,
que durante años trabajó en las cocinas del PSOE, sostiene que sólo un
milagro haría posible una elevada participación en la cita de noviembre.
A fecha de hoy, los más movilizados son los votantes de Vox y Unidas
Podemos, a la espera de que la estación de seguimiento de la NASA en Robledo de Chavela ofrezca datos fiables sobre la cápsula Errejón, lanzada desde Cabo Cañaveral con potente combustible mediático.
Cuatro elecciones generales en cuatro años. Una sensación de hastío que alcanza al 90% de la sociedad (encuesta del diario El País del
pasado domingo). Sometida al acelerador de partículas de la televisión y
las redes sociales, la política puede acabar hecha trizas en España. La
depresión es mucho más profunda de lo que este verano –cuando se
decidió la repetición electoral– creían detectar los radares oficiales.
Datos de República de Weimar sujetados por una renta per cápita de
30.000 euros anuales y la red de amortiguadores institucionales de la
Unión Europea. En noviembre puede pasar de todo.
El PSOE apuesta por la Mayoría Cautelosa,
como venimos explicando desde hace unas semanas. Sostienen en Moncloa
que la acumulación de tensiones e incertidumbres podría acabar
propiciando una amplia adhesión el partido gobernante, que se presentará
como la única opción razonable y equilibradora. Del Frente de
Izquierdas de febrero al Partido Institucional de septiembre.
Los últimos sondeos publicados
indican, sin embargo, que la Mayoría Cautelosa es tan cautelosa que
todavía no se manifiesta. Habrá que esperar a que las proyecciones sean
más maduras y que la estación de Robledo de Chavela ofrezca datos
fiables. En estos momentos, el PSOE se halla estancado, con un nuevo
competidor en el cuadrante del voto urbano progre, mientras el Partido
Popular sube como una flecha en dirección a los cien diputados ante el
estupor de Albert Rivera e Inés Arrimadas .
Tres por tres. Reagrupamiento del
electorado de derechas. Mayor dispersión del voto de izquierdas a la
espera del séptimo de caballería cauteloso. Todo es caos bajo las
estrellas de octubre, qué buena noticia para el Partido de Orden.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia