CARAVACA DE LA CRUZ.- La capital del Noroeste murciano o de las Tierras Altas del Reino de Murcia, ha tardado casi medio siglo, exactamente 47 años después de su muerte, en hacer un más que merecido homenaje a su hijo con mayor proyección pública en el siglo XX, el médico oftalmólogo doctor Miguel Robles Sánchez-Cortés, gracias a la generosidad y sentido de la oportunidad política del actual alcalde del PP, el jóven profesional universitario y empresario, José Francisco García Fernández (1977), tras recibir de la familia Robles Oñate la donación a la ciudad de un busto del ilustre caravaqueño, en mármol negro de Abarán, realizado en su día por el célebre escultor murciano José Hernández Cano en una muestra de gratitud hacia don Miguel por tratar clínicamente de cataratas a su progenitor. La única exigencia previa del modelo, fue que se incorporarse en relieve al busto tallado la Vera Cruz de Caravaca, junto a la solapa izquierda.
Del desarrollo del homenaje a su memoria, con cinco intervenciones, celebrado este viernes durante dos horas en el salón de actos de la Casa de Cultura de Caravaca de la Cruz, con asistencia al menos de unas 200 personas, se deduce naturalmente que el Dr. Robles, renunciando a una mucho mayor proporción de gloria profesional, prefirió ejercer desde 1931 la especialidad en su localidad natal y darle una superior notoriedad en el resto de España a la ciudad de la Cruz como ningún otro caravaqueño hizo en aquellos años.
Hubo una especial alusión a su esposa, la ilustre dama de Cehegín, doña Adela Oñate Sánchez, como artífice y referente más que fundamental en la trayectoria profesional y éxitos alcanzados por don Miguel desde que se casaran en Madrid a principios de 1936.
Alguno entre los cinco oradores, el profesor Melgares, reveló como cuando era niño en los años 60, él y sus compañeros del colegio "Cervantes" se apostaban frente a la clínica oftalmológica construida en 1948 para concursar sobre de donde provenían los coches que traían desde todo el país pacientes a don Miguel, en función de las matrículas de los vehículos, excluidos siempre los del Cuerpo Diplomático.
Y todo para explicar gráficamente lo que significaba para Caravaca contar en aquellos años de postguerra con una clínica oftalmológica tan reputada y de referencia, con tal figura al frente pues su director titular había obtenido la Licenciatura en Medicina a los 22 años.
Si bien poco después de su muerte, acaecida en accidente de tráfico en la carretera de Murcia en febrero de 1974 cuando sólo tenía 69 años, el Ayuntamiento procedió a nombrarlo Hijo Predilecto y posteriormente le dedicó la vía donde estaba ubicada la clínica a la entrada del viejo Camino del Huerto, no es menos cierto que su ciudad le debía un homenaje, como el celebrado anoche, donde se desataron muchas emociones entre quienes por edad lo conocieron y trataron en persona.
Especial relevancia tuvo la intervención del erudito local José Antonio López Navarro en la introducción del acto por toda la panoplia de recuerdos y anécdotas que desgranó ante una concurrencia que le agradeció con un sincero aplauso tanta revelación sobre el Dr. Robles, entre ellas que su nombramiento como médico de los ferrocarriles españoles estaba firmado por el republicano y ministro socialista Indalecio Prieto aunque luego no fuese revocado por el régimen posterior de Franco en ningún momento.
También conoció el público asistente que nuestro hombre hubo de refugiarse en Murcia durante parte de la Guerra Civil en casa de un amigo y compañero del partido político centrista, aunque no se concretó que se trataba del comerciante Francisco Poveda Sánchez asistido de su hijo primogénito de 14 años y que su establecimiento y domicilio estaban en la calle de Marín Baldo, donde un jóven don Miguel pasó oculto junto con su instrumental quirúrgico bastantes meses sin haber hecho daño a nadie y símplemente por su sola militancia política.
Luego, las tropas nacionales casi lo fusilan en Caravaca tras su depuración militar si no llega a ser por el valiente camisa vieja falangista caravaqueño Orrico, camarada de Emilio, el para entonces desaparecido hermano menor de don Miguel, y que demostró que todo era una gran equivocación sobre el incipiente oftalmólogo apresado en Toledo cuando trataba de pasar a la zona nacional.
A esa intervención sucedió otra no menos interesante proyección de video, de 45 minutos de duración, realizada por Alfonso Pozo Martínez y que narró de manera cinética y visual gran parte de lo que fue la vida del homenajeado en base a fotografías proporcionadas por la familia y otras buscadas entre particulares y archivos, a cuyo podcast muy pronto se podrá acceder directamente desde Internet.
Y donde queda testimonio del poder de influencia de don Miguel en Madrid en su mejor época al conseguir traer hasta las fiestas de Caravaca al académico y charlista más destacado del momento, Federico García Sánchiz, y al rapsoda más significativo de aquel régimen político, el conferenciante falangista Jesús Suevos Fernández-Jove.
A continuación, el cronista oficial de Caravaca, José Antonio Melgares Guerrero, situó de manera pormenorizada el contexto histórico local que le tocó vivir al Dr. Robles ya como médico, y coincidió en su relevancia, (esta vez sí tocaba profesor), alcanzada sin salir de la urbe que le vió nacer en 1905 en el seno de una familia de la burguesía protoindustrial de la comarca y que bien explicaría la posterior faceta empresarial del homenajeado al asociarse con conserveros de Cieza para levantar una fábrica de transformación hortofrutícola en la hoy capital del Noroeste.
Antes de cerrar de manera brillante y pulcra este tan esperado homenaje por parte del alcalde de Caravaca, José Francisco García Fernández, el hijo menor del Dr. Robles, el abogado Juan Manuel Robles Oñate (estaban presentes dos de sus tres hermanos - Emilio y María Encarna -, una legión de nietos y bisnietos -llegados desde Murcia, Cartagena, Madrid y Valladolid-, hasta uno de sus ahijados desde Alicante, en cuya playa de San Juan veraneaban los Robles Oñate, y familiares de sus empleados Isidro, María y Manolo residentes en Caravaca) agradeció en nombre de todos ellos tal reconocimiento público al Ayuntamiento y a la sociedad de Caravaca en su conjunto (imagen superior), así como la emocionante intervención de todos los ponentes, revelando al efecto la génesis del homenaje y la consiguiente acción promotora indiscutible del alcalde.
Hubo igual unanimidad en todas las intervenciones sobre la modernización y democratización de las Fiestas de Caravaca durante la etapa de don Miguel Robles como Hermano Mayor de la Cofradía de la Santísima y Vera Cruz entre los años 1950-52. Y de su fuerte influencia social desde la mayor discreción y sin afán de protagonismo, en la vida civil de aquellos años del primer franquismo residual tras su corta experiencia en la II República como concejal y diputado provincial por el Partido Radical, de la que nunca más volvió a hablar con nadie.
Por algo, durante todo el tiempo para algunos oyentes muy mayores flotó en
el ambiente el recuerdo de un viejo rumor sobre si este ilustre vecino
al que se homenajeaba sabía algo, por una confidencia posterior bajo secreto, de la conveniente desaparición de la primitiva
Cruz de Caravaca en febrero de 1934, cuando ya se aventaba la
Contienda.
Y si con su inesperada trágica muerte no se llevaría con él al sepulcro la eventual confidencia blindada de si
todavía estaba oculta o no en algún lugar del municipio o si la Cruz original se
encuentra desde hace tiempo en el Vaticano para no dejar en evidencia posterior
el plan simulando un robo para su total protección en aquellos años tan
turbulentos y contrarios a la Fé.
No hay que olvidar que fue un tío suyo por parte de madre, sacerdote, quien proveyó los medios materiales para que don Miguel y su hermano Martín, y hasta un primo, el luego Dr. López Sánchez-Cortés, todos de Caravaca, pudiesen estudiar Medicina en Valencia entre 1921-27.
Curiosamente, las Juventudes Socialistas de Caravaca han dicho luego del homenaje de ayer en su página de Facebook, sobre don Miguel Robles, lo siguiente:
"Todo un ejemplo a seguir por parte de la nuevas generaciones y las no tan nuevas. Un enamorado de Caravaca que ayudó a tanta gente y que formó parte del cambio de nuestras fiestas.
Un acto bien relatado por parte del cronista José Antonio Melgares
Guerrero, José Antonio López Navarro (Jata) y de Alfonso Pozo, autor del
audiovisual, gracias.
No podemos olvidarnos de personas que han elevado a Caravaca a lo más alto".
El acto concluyó con una foto de familia integrada por todos los descendientes allí presentes de don Miguel Robles Sánchez-Cortés y su esposa doña Adela, rodeando agradecidos al jóven alcalde de Caravaca por artífice de una justicia histórica con su común antepasado.- F.P.