Pedro Sánchez sacó adelante en el Congreso de los Diputados su cuarta
prórroga del ‘estado de alarma’ que estará en vigor hasta el 24 de
mayo. Pero no sólo eso, porque durante la votación por mayoría absoluta
de 178 escaños, donde Cs fue la estrella invitada, se vislumbró una
potencial nueva mayoría parlamentaria del Gobierno de coalición de
Sánchez e Iglesias, en la que Arrimadas sustituye a Rufián y Cs a ERC.
De tanto coquetear con el PP, con su ‘España suma’, al final la líder
de Cs Inés Arrimadas se ha comido, cual ‘mantis religiosa’, a Pablo
Casado al que ha dejado fuera de juego en el debate y la votación de la
cuarta prórroga del ‘estado de alarma’ en los que Pedro Sánchez salió
victorioso.
Debate y votación tras los que Gabriel Rufián de ERC acabó con un
ataque de cuernos por el acercamiento de Sánchez a Arrimadas. Motivo por
el que Pablo Iglesias se acercó a consolar al portavoz de ERC, que teme
lo peor: que Sánchez cambie su pacto con ERC por otro con Cs.
Debate en el que Pablo Casado hizo un duro e implacable discurso
contra un Sánchez descarado, que tenía a la Reina de Picos en su
bocamanga y que, a medida que Casado iba machacando la versión oficial
de la crisis, el Presidente levantaba las cejas y movía la cabeza como
diciendo: estos del PP y Cs son como niños.
Y no le faltaba razón por varias razones. En primer lugar porque
Casado no puede decir que todo lo que hace Sánchez es un desastre y no
hace falta otra prórroga del ‘estado de alarma’ y acto seguido anunciar
la ‘abstención’ del PP. Lo que es igual que votar a favor porque Casado
sabía que con su abstención a Sánchez ya le bastaban los votos del PSOE y
UP para sacar adelante la prórroga.
Y si la voraz ‘mantis’ Arrimadas (que ya se comió a Rivera y a
Casado) hubiera tenido la prudencia de esperar a ver qué decidía el PP,
antes de anunciar su voto favorable a Sánchez, a lo mejor se había
podido ahorrar su apoyo al Gobierno que tan caro le va a costar.
Pero esta ‘mantis religiosa’, que ayer se vistió de luto riguroso y
lanzó a los cuatro vientos un discurso sentimental, ya le había vendido a
Sánchez sus favores la noche anterior a cambio de unos cromos y
promesas sin valor alguno, porque ya veremos si Sánchez cumplirá porque
el presidente miente con suma facilidad.
Pero convencida Arrimadas -que
ya había comenzado a criticar a Rivera- este este pacto con Sánchez
puede ser, como se decía en el final de la película de Casablanca, ‘el
comienzo de una hermosa amistad’.
Lo del voto favorable del PNV se esperaba porque ellos son sanchistas
desde desde que traicionaron a Rajoy en la moción de censura y
abrazaron sin pudor el ‘populismo radical’ de Iglesias desde un partido
confesional y conservador, como dice ser el PNV y al que sólo le mueve
las monedas del Estado que caen en el cepillo de su parroquia donde se
lee: ‘limosna para el culto’, y el culto es Ortuzar que sabe latín.
En el juego de la ruleta -salvo raras excepciones- siempre gana la
banca. Y en la batalla política, y desde que llegó a La Moncloa tras
derribar a Rajoy, siempre gana Sánchez y generalmente con la ayuda
incomprensible de la oposición, como se vio ayer en el Congreso de los
Diputados al término de la votación.
Y no solo por superar Sánchez el aparente obstáculo que parecían
apuntalar nacionalistas y el PP. Sino también porque el presidente cree
que superará pruebas como los Presupuestos de 2020 con los que Sánchez
se asegurará la legislatura si se repite la votación de ayer que le dio a
Sánchez la mayoría absoluta (su nueva mayoría, sin Bildu ni ERC) de 178
escaños: PSOE (120 escaños), UP (35), Cs (10), PNV (7), CC (2), MP (2),
PRC (1) y TE (1).
Además a Arrimadas, cuyo partido Cs está hoy en el ojo del huracán,
no le convienen elecciones anticipadas. Y por ello apoyará los
Presupuestos y lo que Sánchez le pida en la Comisión de reconstrucción’
del Congreso’. Y más adelante ya veremos lo que ocurre y lo que queda de
Cs, aunque está calo que Arrimadas tiene que arreglar algunos problemas
(‘pelillos a la mar’) con Ortuzar y con Iglesias.
Mientras Casado, desconectado, mira de reojo a Feijóo, y Rufián se
pasea cabreado ante los leones del Congreso de los Diputados haciendo
sonar, bling, bling, las 155 monedas de plata que aún lleva en los
bolsillos, y que ya no impresionan a nadie y dejan a Junqueras
desconsolado, mirando la Luna de Valencia a través de las rejas de su
celda en la prisión de Lledoners.
(*) Periodista
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