MURCIA.- Una decena de científicos expertos en el Mar Menor, entre ellos, los ocho dimisionarios del comité nombrado por el Gobierno murciano para asesorarlo, han pedido que se revise el plan de eliminación de vertidos contaminantes a esa laguna salada por basarse principalmente en actuaciones de obra pública.
Los
han hecho en un informe fechado el 4 de noviembre y remitido a la
Fiscalía Superior de la Región de Murcia, que investiga los posibles
delitos ambientales que pudieran haberse cometido a raíz de la eutrofización de las aguas que provocó la llamada "sopa verde" en 2016, y al Ministerio para la Transición Ecológica, que se lo han solicitado a raíz de la muerte de toneladas de peces este octubre.
En el documento indican que "deberían revisarse las medidas priorizadas en el Proyecto Vertido Cero".
"Sus actuaciones centrales en la cuenca se sitúan en una línea diferente" a las "soluciones basadas en la naturaleza" y "basada principalmente en obra pública, que no cuentan con un análisis de su eficacia en el cumplimiento de objetivos, ni de riesgos, ni de coste-eficacia de las distintas opciones".
Respaldado por investigadores del Instituto Español de Oceanografía, las Universidades de Murcia, Alicante y Politécnica de Cartagena, el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Sureste, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), el informe concluye que la recuperación del Mar Menor será un proceso "largo y muy complejo".
"Porque incluso con la eliminación de todas las entradas de nutrientes procedentes de la cuenca, la liberación de estos desde sus fondos continuará durante bastante tiempo", detallan en referencia a los aportes a sus aguas de nitratos, fosfatos, nitrógeno y fósforo de los abonos agrícolas que llegan por ramblas.
Entienden que "el primer paso para la recuperación es atajar la entrada de sedimentos y nutrientes con medidas de prevención en origen con la mejora sustancial de técnicas y eficiencia de la fertilización agrícola en cantidades, tiempo y formas de aplicación y conseguir que la propia cuenca sea capaz de retener y eliminar la mayor parte de ellos que aun así pudiesen circular".
Piden sistemas de laboreo menos agresivos, cubiertas vegetales y setos que reduzcan la energía de las escorrentías y retengan el suelo, recuperar los humedales periféricos y construir artificiales, en combinación con sistemas capaces de retener y depurar las aguas de escorrentía y efluentes generados, como biorreactores de madera.
Los humedales son además los únicos sistemas capaces de retener y eliminar buena parte de los sedimentos y nutrientes transportados en caso de avenidas, que serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático, añaden.
Recuerdan que en 2016 desapareció el 85% de la vegetación bentónica y, con ella, todos los organismos asociados al fondo por la eutrofización derivada del sobrecrecimiento del fitoplancton alimentado por los nutrientes agrícolas que impidió que la luz llegara al fondo y que las plantas como las posidonias que forman praderas pudieran hacer la fotosíntesis.
Tras la pérdida de esa vegetación, el elemento principal que controlaba los ciclos y flujos de nutrientes entre el sedimento y el agua, la vulnerabilidad del ecosistema aumentó, con una "nula o muy lenta" tasa de recuperación y en agosto de 2019, antes de la gota fría, se llegó a niveles de clorofila como los de 2015 y 2016.
Tras las riadas, la ausencia de oxígeno y la presencia de sulfuros profundos causó la muerte en el fondo, "con más de 9.000 hectáreas de nuevo devastadas", y la "huida masiva" de organismos de todas las especies con capacidad de desplazamiento hacia zonas menos profundas, relatan tras destacar mortandad "en casi toda la laguna".
Por último, refutan el argumento de que la gota fría causara la muerte de toneladas de peces y otra fauna marina este 12 de octubre, porque en las riadas de 1987 se acumuló un tercio más de lluvia en las avenidas y no hubo mortandad masiva, como en otras riadas posteriores, por lo que el problema es el arrastre de nutrientes.
Del "combustible" del proceso eutrófico, indican que de nitratos se registraron niveles cien veces superiores a los normales.
En el documento indican que "deberían revisarse las medidas priorizadas en el Proyecto Vertido Cero".
"Sus actuaciones centrales en la cuenca se sitúan en una línea diferente" a las "soluciones basadas en la naturaleza" y "basada principalmente en obra pública, que no cuentan con un análisis de su eficacia en el cumplimiento de objetivos, ni de riesgos, ni de coste-eficacia de las distintas opciones".
Respaldado por investigadores del Instituto Español de Oceanografía, las Universidades de Murcia, Alicante y Politécnica de Cartagena, el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Sureste, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), el informe concluye que la recuperación del Mar Menor será un proceso "largo y muy complejo".
"Porque incluso con la eliminación de todas las entradas de nutrientes procedentes de la cuenca, la liberación de estos desde sus fondos continuará durante bastante tiempo", detallan en referencia a los aportes a sus aguas de nitratos, fosfatos, nitrógeno y fósforo de los abonos agrícolas que llegan por ramblas.
Entienden que "el primer paso para la recuperación es atajar la entrada de sedimentos y nutrientes con medidas de prevención en origen con la mejora sustancial de técnicas y eficiencia de la fertilización agrícola en cantidades, tiempo y formas de aplicación y conseguir que la propia cuenca sea capaz de retener y eliminar la mayor parte de ellos que aun así pudiesen circular".
Piden sistemas de laboreo menos agresivos, cubiertas vegetales y setos que reduzcan la energía de las escorrentías y retengan el suelo, recuperar los humedales periféricos y construir artificiales, en combinación con sistemas capaces de retener y depurar las aguas de escorrentía y efluentes generados, como biorreactores de madera.
Los humedales son además los únicos sistemas capaces de retener y eliminar buena parte de los sedimentos y nutrientes transportados en caso de avenidas, que serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático, añaden.
Recuerdan que en 2016 desapareció el 85% de la vegetación bentónica y, con ella, todos los organismos asociados al fondo por la eutrofización derivada del sobrecrecimiento del fitoplancton alimentado por los nutrientes agrícolas que impidió que la luz llegara al fondo y que las plantas como las posidonias que forman praderas pudieran hacer la fotosíntesis.
Tras la pérdida de esa vegetación, el elemento principal que controlaba los ciclos y flujos de nutrientes entre el sedimento y el agua, la vulnerabilidad del ecosistema aumentó, con una "nula o muy lenta" tasa de recuperación y en agosto de 2019, antes de la gota fría, se llegó a niveles de clorofila como los de 2015 y 2016.
Tras las riadas, la ausencia de oxígeno y la presencia de sulfuros profundos causó la muerte en el fondo, "con más de 9.000 hectáreas de nuevo devastadas", y la "huida masiva" de organismos de todas las especies con capacidad de desplazamiento hacia zonas menos profundas, relatan tras destacar mortandad "en casi toda la laguna".
Por último, refutan el argumento de que la gota fría causara la muerte de toneladas de peces y otra fauna marina este 12 de octubre, porque en las riadas de 1987 se acumuló un tercio más de lluvia en las avenidas y no hubo mortandad masiva, como en otras riadas posteriores, por lo que el problema es el arrastre de nutrientes.
Del "combustible" del proceso eutrófico, indican que de nitratos se registraron niveles cien veces superiores a los normales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario