VALENCIA.- En estos siete meses de presidio, el discurso del cartagenero Eduardo Zaplana para abandonar la cárcel ha pivotado siempre sobre un mismo eje: el riesgo que supone para su salud permanecer entre rejas.
Una y otra vez su abogado ha vuelto sobre la misma cuestión pero se ha
dado de bruces con la juez y con la Fiscalía Anticorrupción quienes, apoyados por informes forenses independientes, no contemplan que la condición de preso del ex ministro de Aznar influya negativamente en la enfermedad que padece, recuerda El Mundo.
La postura de la magistrada Isabel Rodríguez y del fiscal Pablo Ponce ha
permanecido inalterable ante estas supuestas amenazas contra un estado
de salud que ambos, a través de autos motivados, han resuelto que no son
tales a pesar de los mensajes alarmistas lanzados públicamente por su
defensa y por su entorno.
Los intentos han sido muchos -el último el
pasado lunes con ingreso en el Hospital de La Fe incluido- pero han resultado infructuosos.
La
salud del ex presidente de la Generalitat Valenciana no está en
peligro, según la magistrada, y sin embargo su salida de prisión sí que
puede poner en jaque una compleja investigación que, hasta el momento,
rueda muy bien: según lo previsto y con multitud de indicios que le
acorralan en la llamada operación Erial.
Entre los argumentos que
esgrime Rodríguez, y que apoya Ponce, figura el riesgo de fuga y la
destrucción de pruebas. Un peligro que los investigadores no están
dispuestos a correr porque quieren que las pesquisas que han tejido a lo
largo de estos dos años lleguen a buen puerto.
Además, de manera sistemática la Audiencia Provincial de Valencia ha avalado a la instructora.
La defensa insiste en presentar la prisión como un espacio atávico
desprovisto de cuidados médicos que es contraproducente para la leucemia
que padece Zaplana.
Este pesimismo ha sido contrarrestado en numerosas
ocasiones por la instructora. Fue en julio cuando se mostró más
beligerante al apuntar al abogado de Zaplana que sus conclusiones se
basaban, dijo, en un «escenario falso».
«Como si estuviéramos hablando de una cárcel del medievo, con los presos hacinados, sin controles sanitarios...»,
replicaba Rodríguez. Además, en otra ocasión también deslizó que de los
seguimientos a los que ha sido sometido Zaplana en los dos últimos años
se desprende que ha acudido a lugares concurridos que no parecían ser
los mejores escenarios para la enfermedad que padece.
Desde que
ingresó en el centro penitenciario de Picassent (Valencia) a finales del
pasado mes de mayo, se le programaron salidas cada dos semanas a La Fe
para controlar su enfermedad e incluso un informe médico autorizado por
la magistrada, a petición de su defensa, concluía el pasado septiembre
que la cárcel no suponía un riesgo para él ni para su tratamiento.
No
obstante, Eduardo Zaplana insiste en que su situación es límite y
reclama a la juez de manera periódica su puesta en libertad. Las
cuestiones estrictamente judiciales han saltado al plano político y
muchos compañeros de su partido apoyan su salida de prisión a lomos de
argumentos apocalípticos que, según las pesquisas que se siguen en el
Juzgado de Instrucciónn nº 8 de Valencia, nada tienen que ver con la
realidad.
La petición del pasado lunes de abandonar la cárcel no será
la última que haga. Sin embargo, tanto la juez como el fiscal consideran
que no hay riesgo para la vida de Zaplana. Sin embargo, el argumento
que maneja su familia es diametralmente opuesto y ayer, quinto día
consecutivo de ingreso en el Hospital La Fe, lamentó el sufrimiento que padece al no poder ni siquiera
verlo. Zaplana se encuentra aislado en el hospital, tanto por su
condición de detenido como por su situación sanitaria, por lo que sus
familiares no pueden visitarle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario