Las hispánicas entretelas de algún
veterano socialista se agitan escandalizadas. Guerra pide la aplicación
del artículo 155 de la CE. No fue suficiente su cepillado del Estatuto
de 2006. Ahora quiere pasar por el cepillo a los gobernantes. Un
demócrata. Porque el art. 155 que, además, no dice nada, es muy suave.
Si por el sevillano fuera, los fementidos secesionistas catalanes
debieran ser deportados a Madrid cargados de grilletes.
¡Estado
plurinacional! ¿Qué es eso? Tampoco es para ponerse tan nervioso, como
plurinacionales se reconocen más Estados: Bolivia, el Canadá, Australia,
el Reino Unido, Bélgica, entre otros.
Verdad
es que la plurinacionalidad requiere profundización. Y ahí es donde el
concepto se abre al debate. Si la expresión no es un flatus vocis habrá que darle algún contenido. Y este no puede reducirse a una mera consideración de las naciones como hechos culturales.
Hablemos
de Cataluña porque es pensando en Cataluña como se ha aprobado la
plurinacionalidad española. Responder a la movilización independentista
catalana, mantenida en el tiempo, transversal, con amplísimo apoyo
social, democrática y pacífica aceptando su condición de nación
"cultural" es quedarse tan corto que casi suena a tomadura de pelo. El
independentismo quiere el reconocimiento de Cataluña como nación
política en plenitud de sus derechos y un tratamiento de igual a igual
con la nación española. Por supuesto, esto plantea un problema de
incongruencia dado que la nación española solo se ve a sí misma
incluyendo en ella a la catalana y, en su concepción imperial, encuentra
absurdo que la parte quiera tener un tratamiento idéntico al todo.
Lo
respetuoso con la plurinacionalidad de España en este caso concreto
catalán es autorizar la celebración de un referéndum pactado que permita
tomar decisiones con el apoyo mayoritario de la población en un sentido
u otro. Como hacen las naciones civilizadas cuando se encuentran en
esta situación. Convertir el referéndum en un asunto de principio y
negarse no solo al reconocimiento de los derechos de los catalanes sino
también al conocimiento objetivo de la situación, es la actitud de la
derecha, orientada claramente a una confrontación con el
independentismo.
No puede ser la de la izquierda.
Por lo demás, parece que en el Congreso se ha mascado la tragedia con una propuesta de las JJSS de meter la República en el programa del PSOE. Es imaginable lo contento que se hubiera puesto Palinuro, incorregible republicano. Pero, al final no ha sido así porque la nueva izquierda del PSOE todavía arrastra temores de antaño en esto de la República y la Monarquía y ha mandado callar a los cachorros. Como siempre, se argumenta que es extemporánea, no coincide con las preocupaciones de los españoles (esto suele decirse de casi todo lo que molesta) y distrae la atención de cosas más importantes.
Nada de esto es cierto, pero tampoco importa mucho. Por más que quiera acallarse el debate sobre la cuestión República Monarquía, reaparece inevitablemente a la hora de abordar la plurinacionalidad del Estado puesto que el independentismo catalán es republicano.
Por lo demás, parece que en el Congreso se ha mascado la tragedia con una propuesta de las JJSS de meter la República en el programa del PSOE. Es imaginable lo contento que se hubiera puesto Palinuro, incorregible republicano. Pero, al final no ha sido así porque la nueva izquierda del PSOE todavía arrastra temores de antaño en esto de la República y la Monarquía y ha mandado callar a los cachorros. Como siempre, se argumenta que es extemporánea, no coincide con las preocupaciones de los españoles (esto suele decirse de casi todo lo que molesta) y distrae la atención de cosas más importantes.
Nada de esto es cierto, pero tampoco importa mucho. Por más que quiera acallarse el debate sobre la cuestión República Monarquía, reaparece inevitablemente a la hora de abordar la plurinacionalidad del Estado puesto que el independentismo catalán es republicano.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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