Este miércoles 15 de Junio, aunque ha pasado prácticamente
desapercibido para el gran público y para la mayoría de los medios
informativos, se acaba de cumplir el 39 aniversario de las primeras
elecciones democráticas celebradas en España desde el año 1936, tras el
triunfo del Frente Popular y el estallido de la guerra civil. Fueron de
hecho, las elecciones que marcaron el inicio de la Transición, ese
periodo desconocido ya para muchas generaciones nacidas en un régimen de
convivencia y de libertades y que, por distintas circunstancias, tan de
moda se ha puesto denostar.
Fue, hay que recordarlo, el inicio de las libertades en nuestro país,
después de una larga dictadura de cuarenta años, y el inicio también
del nuevo régimen democrático, basado sobre todo en el bipartidismo (un
partido moderadamente conservador, primero UCD, después Partido Popular,
y un partido moderadamente progresista, Partido Socialista). Ese
régimen que comenzó a deshacerse en las elecciones generales del pasado
mes de Diciembre, con la aparición de dos partidos emergentes:
Ciudadanos y Podemos, tras una crisis política, económica, e
institucional y de un deterioro social desconocidos en toda la historia
de la joven democracia española.
En esas primeras elecciones que las gana Adolfo Suárez, con un
partido montado desde el poder, UCD (Unión de Centro Democrático) que
consigue 166 diputados a solo diez escaños de la mayoría absoluta, nace
de hecho, el moderno PSOE que consigue ese 15 de Junio, a pesar de estar
recién salido de la clandestinidad, nada más y nada menos que 118
diputados, y el liderazgo de la oposición, con una izquierda
representada por el Partido Comunista con veinte escaños y con otro
partido socialista, el PSP (Partido Socialista Popular) de Tierno Galván
que igual que Izquierda Unida en Diciembre del año pasado, consigue más
de 800.000 votos y solo dos escaños, por una Ley D’Hondt que premia a
las grandes formaciones y partidos.
Treinta y nueve años después, con un Partido Popular que se considera
heredero de la desaparecida UCD, pero que ni por talante, ni por
ideología, ni por empatía, tiene nada que ver con el partido
protagonista de la transición, y con un partido socialista que está
viviendo su peor momento desde su refundación en el Congreso de Suresnes
de 1973 y, dos nuevos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos
(convertido, ahora, en Coalición con Izquierda Unida en Unidos Podemos)
que se están disputando el voto más joven, frente al voto envejecido del
bipartidismo, se inicia un nuevo capítulo en la historia de nuestro
país.
Un capítulo en el que va a tener que cambiar la forma de gobernar, la
forma de entenderse, la forma de pactar, la forma de enfrentarse con
una nueva realidad que han ignorado los partidos tradicionales. Unos
partidos que han sido incapaces de percibir lo que estaba pasando, los
efectos devastadores de la crisis y los cambios que se estaban
produciendo en la sociedad española, con el hundimiento de las clases
medias, la desesperación de los más desfavorecidos, el aumento de la
pobreza y la exclusión social, y los sucesivos escándalos de corrupción
dentro de un clima generalizado de crisis institucional.
Y también otros partidos emergentes, que al presentarse oficialmente,
su primer discurso era como el de Pablo Iglesias, secretario general de
Podemos, no solo para ganar las elecciones generales de 2015, sino
iniciar “un proceso constituyente para abrir el candado del 78 y poder
discutir de todo”. Esta declaración de intenciones se enmarcaba
entonces en el ADN de la formación, que se fundaba oficialmente en 1914
como fuerza política. En palabras de Iglesias, Podemos es una
“alternativa frente a un régimen que se derrumba”, en referencia al PP,
al PSOE y al pacto constitucional.
Hasta ahora, y llevamos seis meses de bloqueo político desde las
elecciones generales del 20D, y estamos a poco más de una semana de unas
nuevas elecciones generales, y no hay síntoma de que todos esos cambios
necesarios, se vayan a producir. Estamos ante las mismas líneas rojas y
los mismos impedimentos que hace seis meses, sin saber qué pactos se
pueden producir y a la espera, sobre todo, en qué posición queda el PSOE
ante el intento de “sorpasso” de Unidos Podemos, algo que puede ser el
principio del fin de un partido que hasta ahora, era, sin duda, el que
más se parecía a España, el que mejor encarnaba el espíritu de
modernidad y de cambio… Por lo menos, eso es lo que dicen las encuestas y
los sondeos.
(*) Periodista
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