En el PP no tienen otra que tratar de recuperar un porcentaje, siquiera mínimo, de sus anteriores votantes. Pongamos que se conformarían con atraer a un 10%, que ya es mucho, de los que dicen haberlo abandonado. Suficiente para mantener la mayoría, pues su resistencia cuasi milagrosa contra toda la cochambre que su gobernación ha producido es de las que dan para elaborar un tratado. No aspiran a recuperar todos los muebles, pero sí al menos los imprescindibles: la cama, la mesita de cocina y un par de sillas. Hasta ahora estaban en la resistencia; ahora van a por la recuperación.
La primera idea-fuerza al respecto la expresó ayer el candidato autonómico, Pedro Antonio Sánchez, durante un mitin en Puerto Lumbreras: o el PP o el Tripartito. Traducción: que viene el lobo. La palabra tripartito, por la experiencia, suena a nacionalismo catalán, a frikismo y a ingobernabilidad. Lo que sugiere Sánchez es que si el PP no obtiene la absoluta, la Región sería gobernada por el PSOE más Podemos más IU. Más que un cambio, un mejunje, viene a sugerir. Se olvida interesadamente de que los populares podrían tener en la recámara a Ciudadanos, partido que, me cuenta quien dice saber, crece al 2% por semana. Pero es verdad que la estrategia nacional de Ciudadanos sobre pactos no está escrita y que un partido cuyas expectativas aumentan a costa del PP tendría difícil explicar que, una vez que los murcianos hubieran echado a los populares, vinieran ellos a salvarlos.
Las cuentas del PP parecen claras: la fase de mantenimiento ha concluido, y el desplome, al día de hoy, es menor del que ellos mismos saben que tienen merecido. Sobre lo que queda de las ruinas, salvados los cimientos y las estructuras básicas, pretenden volver a reclamar a los huidos más melindrosos, a los que se han sumado a la corriente escapista, a los que prefieren lo seguro a la incertidumbre, a lo malo conocido que a lo bueno por conocer. No todas las rupturas son para siempre, y hay quienes sufren de nostalgia al instante siguiente de decir adiós. Van a emplear las técnicas de reconciliación de aquel programa de la Gemio, Lo que necesitas es amor. Generalmente, dicen, funcionaba, al menos en la pantalla. Otra cosa sería el día después.
La primera idea-fuerza al respecto la expresó ayer el candidato autonómico, Pedro Antonio Sánchez, durante un mitin en Puerto Lumbreras: o el PP o el Tripartito. Traducción: que viene el lobo. La palabra tripartito, por la experiencia, suena a nacionalismo catalán, a frikismo y a ingobernabilidad. Lo que sugiere Sánchez es que si el PP no obtiene la absoluta, la Región sería gobernada por el PSOE más Podemos más IU. Más que un cambio, un mejunje, viene a sugerir. Se olvida interesadamente de que los populares podrían tener en la recámara a Ciudadanos, partido que, me cuenta quien dice saber, crece al 2% por semana. Pero es verdad que la estrategia nacional de Ciudadanos sobre pactos no está escrita y que un partido cuyas expectativas aumentan a costa del PP tendría difícil explicar que, una vez que los murcianos hubieran echado a los populares, vinieran ellos a salvarlos.
Las cuentas del PP parecen claras: la fase de mantenimiento ha concluido, y el desplome, al día de hoy, es menor del que ellos mismos saben que tienen merecido. Sobre lo que queda de las ruinas, salvados los cimientos y las estructuras básicas, pretenden volver a reclamar a los huidos más melindrosos, a los que se han sumado a la corriente escapista, a los que prefieren lo seguro a la incertidumbre, a lo malo conocido que a lo bueno por conocer. No todas las rupturas son para siempre, y hay quienes sufren de nostalgia al instante siguiente de decir adiós. Van a emplear las técnicas de reconciliación de aquel programa de la Gemio, Lo que necesitas es amor. Generalmente, dicen, funcionaba, al menos en la pantalla. Otra cosa sería el día después.
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