Sucumbisteis heroicamente al miedo y a la propaganda que os exhortaba a inocularos el mejunje, sin atender a sus posibles efectos secundarios, sin reparar en la obscena colusión de vuestros ‘representantes políticos’ y la industria farmacéutica, lanzados al saqueo. Contribuisteis heroicamente a la difamación de los disidentes, obedeciendo las consignas de los loritos sistémicos que exigían que se les hiciera la vida imposible.
Os
tragasteis heroicamente las paparruchas más irracionales sobre el
origen del coronavirus, sobre la ‘inmunidad’ de la ‘vacuna’, sobre la
eficacia del pasaporte covid. Pero gracias a vuestra heroica sumisión y
heroica vileza los planes sistémicos pudieron ejecutarse, según la
denominada ‘doctrina del shock’, que se aprovecha del impacto causado
por una calamidad en la psicología de las masas para ejecutar los
designios de la plutocracia.
Así,
gracias a vuestro heroico apoyo, han empezado a modelar una Humanidad
de hombres programados que se enorgullezcan de vivir en un cuchitril
inmundo, de tener mascotas en lugar de hijos, de poner la lavadora en el
conticinio y pasar los inviernos sin calefacción.
Habéis sido
una vanguardia heroica en estos planes de sometimiento colectivo; y
merecéis que os regalen un patinete eléctrico, para que podáis ir al
trabajo sin contaminar. Pero la ‘doctrina del shock’ exige ir cambiando a
cada poco de calamidad, para mantener en vilo a las masas
cretinizadas.
Ahora los planes sistémicos se logran a través de la guerra de Ucrania, que servirá para justificar inflaciones, exacciones, carestías y hambrunas. Y, para más inri, ahora ya se sabe que el mejunje que os inocularon es, en el mejor de los casos, un placebo; aunque hay indicios (como que el presidente de una empresa farmacéutica que cotiza en el Ibex-35 se agenciara un pasaporte covid falso) que permiten deducciones mucho más amedrentadoras.
Ahora
ya se sabe que habéis participado en una tómbola siniestra que a miles
de personas ha dejado hechas una piltrafa. Aunque, por supuesto, vuestro
heroísmo puede atribuir su desgracia al cambio climático.
Pero
no debéis desanimaros. Cuando la guerra de Ucrania esté más vista que el
tebeo, azuzarán una nueva histeria colectiva que os resarza, al estilo
de esa viruela del mono con la que ahora amagan (pero que no os
estigmatice si queréis fluir de género o daros por retambufa).
Aunque ya nada encaje, no debéis recular, porque hacerlo sería como dar la razón a esos negacionistas cabrones que no pillan el bicho ni a tiros. Tenéis que mostrar vuestro heroísmo una vez más, inoculándoos la cuarta dosis, y la quinta si hace falta; y, debéis haceros una foto mientras os pinchan, poniendo una sonrisita forzada y haciendo como panolis el signo de la victoria, y colgarla en Instagram, con guarnición de emoticonos memos.
Y debéis exigir un Día del Orgullo Tragacionista, para desfilar en carroza, luciendo la tirita del pinchazo, pero sin menearos mucho, no sea que el cambio climático os provoque una repentinitis.
(*) Escritor
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