MADRID.- Son ‘superdepuradoras’ marinas creadas por la naturaleza y podrían ser una de las soluciones a los problemas del mar Menor. Se trata de las ostras. Cada una es capaz de filtrar 120 litros de agua cada día. Dejan mares y ríos cristalinos y eliminan contaminantes como el nitrógeno y el fósforo. Hace solo 50 años colonizaban la laguna salada. «Aquí hubo 185 millones de ostras, algo que muy poca gente conoce», asegura la bióloga marina del Instituto Oceanográfico Español (IEO), Marina Albentosa.
El último recuento de 2006, aunque parcial, fue desalentador. Apenas quedaban seis millones de ejemplares. Ahora Albentosa trabaja para lograr que las ostras vuelvan a proliferar en el lugar y ayuden a recuperar las aguas paradisiacas del mar Menor, según Abc.
La técnica se llama biorremediación y cada vez más zonas costeras están apostando por estos bivalvos para limpiar las aguas de forma natural, eliminando los contaminantes que llegan desde la ciudad y la agricultura. La aplicaron ya hace décadas con éxito en Estados Unidos, en la bahía de Chesapeake y de Tampa, y desde hace un lustro se está estudiando también en el norte de Europa, como en Lysekil, Suecia.
«La recuperación ambiental con bivalvos es verde, funciona y la ciencia tiene herramientas para hacerlo», asegura Albentosa. Aunque matiza: no es una varita mágica que evite tomar otras medidas. Tras la crisis del mar Menor de 2019, cuando aparecieron miles de peces muertos en sus orillas tras una depresión aislada en niveles altos (DANA), el IEO aprobó el proyecto como una de las posibles soluciones, logrando el apoyo de la Región de Murcia. Pero la llegada del coronavirus paralizó su avance y, sobre todo, la llegada de fondos, por lo que el grupo sigue en busca de patrocinios.
En un año
Sin embargo, en esta pausa la investigadora no ha perdido el tiempo. Ha reclutado a otros 20 científicos para el proyecto, ha hablado con los pescadores y con los diferentes niveles de la Administración y ha completado la parte conceptual del proyecto.
Según los cálculos de la bióloga marina, en 1992, fecha del último estudio completo sobre las ostras del mar Menor, los 135 millones de individuos que quedaban eran capaces de filtrar todo el agua de la laguna salada en tan solo 50 días. Hoy, apunta, con unos 54 millones de ostras se podría lograr el filtrado de todo el agua en tan solo un año.
«No se trata de colocar cuatro bichos en la laguna», asegura. Tampoco de llenar el espacio marino sin ningún control, ya sea de ostras o de otros bivalvos filtradores como almejas o berberechos. Todo está calculado. De hecho, el proyecto apuesta por la ostra plana, la especie que ya se encuentra en el mar Menor. El objetivo es lograr que se reproduzca y expanda por métodos de la acuicultura.
«Tenemos indicios de que es posible», cuenta Albentosa. Casi sin quererlo ni buscarlo, durante el confinamiento estricto de 2020, los 50 ejemplares que tenían en el laboratorio produjeron larvitas.
Implicación
Al margen de la vertiente científica, el equipo tiene claro que es importante la parte social. Quieren lograr la implicación de todos los sectores al rededor de un proyecto que se desarrolle a largo plazo. No solo se trata de los científicos o de los políticos, sino de las empresas del lugar, de los hoteleros, de los agricultores o de las ONG. La recuperación del espacio beneficia a todos.
Albentosa ya se ha reunido con antiguos pescadores del mar Menor, en cuya memoria todavía permanecen los inmensos bancos de ostras que había en los años 70 y 80 del siglo pasado. Quiere documentar el proceso que llevó a su desaparición, principalmente por la proliferación del alga Caulerpa y de una esponja perforadora, pero también por la falta de protección. Porque si el mar Menor no recupera la calidad ambiental, «aquí no va a quedar nada», asegura la bióloga marina.
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