Según este informe, "los datos demuestran que el trasvase ha sido letal para la cuenca cedente y para la receptora", añadiendo que "no habrá vertido cero al Mar Menor sin trasvase cero a la zona". En este contexto, reclaman, entre otros extremos, el trasvase cero y la reducción de regadíos industriales en Murcia.
Además, argumentan que la situación podría empeorar más, por lo que reclama a los Gobierno central y de Murcia que "dejen de pasarse la pelota y tomen medidas".
Este informe, bajo el nombre 'El Mar Menor, una víctima del trasvase Tajo-Segura', "revela cómo el aporte de agua procedente del trasvase Tajo-Segura para regar el Campo de Cartagena ha sido el origen de la muerte de la laguna".
Desde hace una semana no dejan de verse imágenes y noticias del desastre de la laguna murciana, la mayor laguna de agua salada de Europa, en la que están muriendo toneladas de peces. Sin embargo, según Greenpeace hay que remontarse varios años para llegar al origen de la catástrofe: concretamente, a los años 80, cuando comenzó el trasvase Tajo-Segura.
“El exceso de agua y de riego han provocado el arrastre de nitratos y fosfatos al Mar Menor”, concluye la ONG ambientalista en su informe. Este exceso de agua, señalan, “trajo consigo un desarrollo exponencial de la agricultura de regadío intensiva e industrial, basada en agrotóxicos, y su consiguiente contaminación de las aguas”.
Según cálculos de Greenpeace, al Mar Menor entran cada año unos 100 hm3 de aguas que van cargadas de contaminantes, con al menos 1.000 toneladas de nitratos y 240 toneladas de fosfatos.
Sólo en la última semana se han recogido más de 5 toneladas de peces y crustáceos muertos en las orillas del Mar Menor, lo que suma dos toneladas más que las recogidas en el episodio de 2019.
La ONG critica que las administraciones “sigan discutiendo entre ellas y evitando tomar medidas”, y apunta directamente a la Región de Murcia por su “permisividad”, que es “la que ha llevado al Mar Menor al borde del colapso, con su connivencia con las grandes empresas agrarias, las responsables de poner una solución definitiva al problema”.
Greenpeace defiende que la solución ambiental para la laguna pasa por un “trasvase cero”; esto es, reducir el volumen de agua aplicada al sistema y extraer la que ya hay en el acuífero para que el flujo subterráneo a la laguna sea prácticamente nulo.
Las conclusiones del estudio apuntan a que el exceso de agua, generado principalmente por el aporte de agua a través del trasvase Tajo-Segura, "trajo consigo un desarrollo exponencial de la agricultura de regadío intensiva e industrial, basada en agrotóxicos, y su consiguiente contaminación de las aguas, que ha provocado la muerte de la mayor laguna salada de Europa".
"La ciencia ha hablado y dictaminado: el Mar Menor se muere por culpa del exceso de agua del modelo agrícola intensivo e industrial de la zona. Es inadmisible que tras varios años viendo mortandades masivas de peces, la última esta misma semana, y una degradación evidente de la laguna, las administraciones implicadas en la conservación del Mar Menor sigan discutiendo entre ellas y evitando tomar medidas", ha declarado el doctor en Hidrogeología y responsable de la campaña de agua de Greenpeace, Julio Barea.
Algunos datos esgrimidos por la asociación ecologista "exponen con claridad la magnitud del problema". Recuerdan que en los años 70 "ya había un regadío incipiente en el entorno del Mar Menor, pero utilizaba solo el agua subterránea propia de la zona", y al no existir aportaciones externas procedentes del trasvase Tajo-Segura, "el agua del Mar Menor era cristalina y sus ecosistemas asociados estaban vivos".
Al inicio de los 80, con el comienzo del trasvase, ganó peso la superficie de regadío sobre el total hasta pasar de un 27% a más del 50%, con casi la totalidad repartidos entre herbáceos y cítricos. "Entre 1988 y 2009 el regadío pasó de unas 25.150 hectáreas a unas 60.700 hectáreas, lo que supone un aumento de casi un 60%", asevera Barea.
En virtud de este informe, asegura que al Mar Menor entran todos los años unos 100 hectómetros cúbicos al año procedentes de distintas vías (subterráneas y superficiales), y estas escorrentías "llevan consigo no menos de 1.000 toneladas de nitratos y 240 toneladas de fosfatos".
Ante este contexto, Greenpeace reclama el trasvase cero desde el río Tajo, eliminar las hectáreas de regadíos sin derecho a agua; como es la cota 120 que no es zona regable, y reducir drásticamente los regadíos intensivos e industriales; y controlar pozos y desalobradoras en manos de los pequeños agricultores cuando esté construido y operativo el sistema de depuración de agua para que los puedan usar en sustitución del trasvase.
Igualmente, reclaman no usar dinero público para construir 100 nuevos pozos para extraer agua del acuífero; emplear los más de 500 pozos existentes en manos de los pequeños agricultores para conectarlos a una completa red con desnitrificación y desalobración; y reducir fertilizantes y fitosanitarios en la agricultura.
Añaden a estas peticiones incentivar la agricultura ecológica y los cultivos de bajo consumo de agua; mejorar la estanqueidad de las balsas de purines y su depuración; y reducir los aportes de metales a las ramblas de la Sierra Minera que van al Mar Menor.
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