Hay una llamativa proliferación de trolls en las redes
sociales que insultan y amenazan. Han ido brotando por doquier al mismo
tiempo que la crisis del coronavirus. Brotan porque alguien los siembra y
los riega, claro.
Dicen actuar por nuestra salvación, pero con amenazas
de muerte. Son muy valientes insultando, pero desde el anonimato en la
mayor parte de los casos. Piden justicia con una actitud matona y
delictiva. Exigen una España mejor, sembrando el odio de la cara
cubierta, el insulto y el acoso.
Más allá de esa
cochambre, detecto, por otra parte, que se ha abierto un debate absurdo
entre la falta de previsión en esta crisis y las consecuencias de los
recortes en Sanidad. Los dos factores han influido y no es
contradictorio. Me parece patético señalar solo una de las dos causas y
simplemente hay que hablar con los profesionales sanitarios para que lo
expliquen. Hubo bastantes errores en general.
Si hubiéramos actuado
antes tras lo ocurrido en China, si tuviéramos más test para prevenir y
aislar, más material de seguridad, más respiradores, si no hubiéramos
recortado en camas o en personal, muy probablemente no estaríamos así.
Hablo con una familiar que trabaja en la enfermería en
Madrid. Sabe lo que es hacer guardias de 24 horas, sin el equipo de
protección individual adecuado, recurriendo a las bolsas de basura para
protegerse, sin la mascarilla, la bata o las gafas oportunas. Debe curar
a enfermos a los que ella misma puede contagiar, porque son
profesionales que también están contagiándose.
Van más de 12.000
sanitarios oficialmente contagiados, pero si aumentaran las pruebas,
serían más. Son trabajadores que sufrieron recortes de sueldo y
empeoramiento de sus condiciones laborales, después vieron cómo no se
atendía a tiempo la alerta que sonó en China y, ahora, están jugándosela
a pie de cama. O de sillón o en el suelo del pasillo de un hospital.
Hay
sanitarios que están viendo cómo no hay camas y respiradores en las UCI
para todos. Hay pacientes de avanzada edad que mueren sin la asistencia
debida. Hay profesionales que cuentan que algunos ancianos ingresan de
gran urgencia, pero no llegan a ser tratados, porque se prioriza a otros
con mayor esperanza de vida.
Mayores que no se despiden de sus
familiares y que entran en el hospital para no salir jamás. Porque hay
colapso y escasez de medios. Porque faltan las medidas oportunas y el
material prometido no acaba de llegar.
En definitiva,
ya hemos visto falta de previsión, recortes, convocatorias y
declaraciones erróneas, que no deberían haberse producido. De uno y otro
signo. Mítines, manifestaciones o competiciones deportivas que no
deberían haberse celebrado. Por citar solo algunos casos. No cuesta
tanto reconocerlo.
Ahora, toca salvar vidas. Después, ya habrá tiempo de
aclararlo. Aprendamos que más vale prevenir que curar, que éramos más
vulnerables de lo que creíamos, que nuestros sanitarios deben estar
mejor valorados y que la Sanidad no se vende, se defiende.
(*) Periodista
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