El president de la Generalitat, Quim Torra, ha comparecido en la noche de este viernes en televisión para anunciar que el Govern había decidido llevar a cabo el confinamiento de Catalunya por el coronavirus.
Es una decisión drástica, sin duda, y que el president justificó para
evitar el colapso del sistema sanitario catalán ante una emergencia
excepcional y en un momento en que la evolución de la enfermedad aún
permite un control superior al que se ha llevado a cabo hasta la fecha.
No es una decisión de aplicación fácil en el marco autonómico actual
y si lo que se busca es que sea de materialización completa necesita la complicidad del gobierno de Pedro Sánchez, que tiene las competencias en aeropuertos, trenes y puertos.
Torra ya avanzó que los cuerpos y fuerzas de seguridad de Catalunya
están preparados para una respuesta de esta envergadura, en una
situación que guarda cierta similitud con los atentados del 17 de agosto de 2017,
en que los Mossos d'Esquadra hicieron frente en solitario a los graves
atentados de aquella jornada en Barcelona y Cambrils.
Es lógico, por
tanto, que Torra se haya dirigido privada y públicamente a Sánchez y que
le haya pedido apoyo para llevarlo a cabo y sería inexplicable que por
un tema de competencias no estuviera de acuerdo en pensar en el interés
general de la sociedad catalana expresado a través del Govern.
La decisión del Govern se adoptó después de una jornada en que se
hizo clamorosa la parsimonia del gobierno español en la aplicación de
decisiones drásticas. Ya no es ninguna novedad que la Moncloa ha
gestionado esta crisis con gran lentitud y con un aparente escepticismo
que la situación se pudiera llegar a producir en España.
¿Es posible que se esté poniendo en riesgo a tanta y tanta gente por la tozudez de no cerrar Madrid?
Esta es hoy por hoy la gran pregunta sin respuesta en toda España
-aunque todos la podemos más o menos imaginar- ante la impactante
evolución de la curva de crecimiento del contagio por coronavirus.
Justo
al cumplirse el día quince del inicio del contagio, el recuento refleja
que las cifras de España ya son claramente superiores a las de Italia
si se contrapone fecha con fecha lo que ha ido sucediendo en el país
transalpino. El decimoquinto día el número de afectados en Italia era de 3.851 y en España al cumplirse ese mismo día es de 4.231 y eso que la población italiana supera los 60,48 millones de habitantes frente a los 46,66 millones de España.
Si Torra anunció por la noche el confinamiento, Sánchez propuso por la mañana un estado de alarma en diferido
-a partir del lunes- en que no concretó ninguna de las medidas que
pensaba adoptar y pospuso cualquier concreción para 24 horas después y
su implementación para el próximo lunes.
Mientras, las carreteras hacia la costa mediterránea desde Madrid, fundamentalmente, se colapsaban de coches,
en un grave acto de irresponsabilidad ante la irritación de los
presidentes de Valencia (socialista) y también de los de Murcia y
Andalucía del Partido Popular.
Y mientras, los madrileños podían antes
del lunes quedarse en la playa o regresar a Madrid. Todo ello de una
enorme absurdidad si lo que se pretende es detener la expansión del
brote y se permite y se alienta justamente lo contrario, que la gente se
desplace desde Madrid al resto de la Península como si fuera un puente
del mes de agosto o unas vacaciones.
El gobierno catalán ha hecho bien en plantarse ante el despropósito
que se estaba permitiendo y llevar a cabo un acto de protección de su
población. Ese y no otro es el objetivo de la medida anunciada por
Torra.
(*) Periodista y director de El Nacional
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