MURCIA.- Juan Aznar García, el último superviviente murciano de
Mauthausen, falleció este lunes en un hospital de París a los 102
años de edad. El deportado, de Caravaca de la Cruz, formó parte del
ejército republicano durante la Guerra Civil Española y en 1939 se
exilió a Francia donde fue recluido en varios campos de internamiento
(Bacarès y Saint-Cyprien).
El inicio de la Segunda
Guerra Mundial provoca que Juan sea capturado por las fuerzas nazis y
enviado a un campo de prisioneros, para finalmente ser deportado al
campo de concentración de Mauthausen el 13 de diciembre de 1940 con el
número 4.597. Aznar sobrevivió a casi cinco años de torturas, hambre,
frío o trabajos forzados durante su cautiverio en Mauthausen.
El 5 de mayo de 1945 fue liberado por las tropas estadounidenses y poco
después se instaló en Francia, residiendo en el país vecino hasta su
fallecimiento. Especialmente dramático resulta el episodio de violencia
extrema que sufrió Aznar nada más llegar a Mauthausen cuando un SS le
dio setenta y cinco latigazos: "Eso me pasó el primer día que llegamos
allí. Estuve sangrando durante seis meses", relató el deportado murciano
en una entrevista.
¿Quién era Juan Aznar García?
Nació el 5 de julio de 1918 en Barranda, Caravaca de la Cruz, Murcia
Deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940. Nº prisionero 4597
Vivía en París, Francia.
Deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940. Nº prisionero 4597
Vivía en París, Francia.
«Crecí en los tiempos en que un borrego valía más que un hijo. Era más
importante cuidar de esos borregos que ir a la escuela». Como la mayoría
de los españoles, Juan vivió una dura infancia en una España
empobrecida y sometida al poder de los terratenientes. Creció en
Barranda, una pedanía de la localidad murciana de Caravaca de la Cruz y
fue adquiriendo conciencia política y social. Por ello no dudó en
alistarse voluntario para defender la democracia frente a los golpistas
liderados por el general Franco.
En las filas del Ejército republicano combatió en la campaña de
Monegrillos y en diversas batallas como la de Teruel y el Ebro. Tras
resultar herido, fue enviado a Barcelona donde se recuperó a tiempo para
cruzar la frontera, en febrero de 1939, junto a centenares de miles de
españoles.
Después de pasar por los campos de concentración franceses de
Barcarès y Saint-Cyprien, acabó cediendo a la inmisericorde presión de
las autoridades galas: "Por los altavoces decían: "Españoles,
necesitamos vuestra ayuda. Alistaos como voluntarios en el Ejército para
hacer fortificaciones o regresar a vuestro país". Los que volvían a
España eran fusilados, así que antes de morir, pues nos alistamos
voluntarios".
Tras la invasión alemana, Juan y sus compañeros trataron de llegar
hasta Suiza pero fueron capturados por los alemanes en la localidad de
Saint-Die-des-Vosges: "Nos apresaron el 21 de junio de 1940. Allí había
dos batallones del Ejército francés pero se presentó un alemán en una
moto con sidecar y no se atrevieron a atacarle".
Franceses y españoles
fueron obligados a caminar algo más de 80 kilómetros hasta llegar a la
ciudad de Estrasburgo, donde quedaron confinados en un campo de
prisioneros de guerra, el stalag V-D.
Juan y sus compañeros habrían permanecido hasta el final de la guerra
en ese lugar en el que se respetaba la Convención de Ginebra; sin
embargo, el régimen de Franco negoció con el Reich el envío a campos de
concentración de todos los prisioneros españoles que estaban en sus
manos. Juan llegó a Mauthausen a las dos de la madrugada del 13 de
diciembre de 1940.
Su bienvenida al campo no pudo ser más terrible. Un SS se encaprichó
de su reloj de pulsera. Juan trató de regalárselo pero el nazi le
contestó que los alemanes no aceptaban presentes y que siempre pagaban
sus deudas. Acto seguido le "pagó" el reloj con 75 latigazos de los que
Juan tardó semanas en recuperarse.
Durante los primeros meses de cautiverio, el prisionero murciano
trabajó en la durísima cantera de granito. Fueron los momentos más
dramáticos en los que vio morir a compañeros de las formas más
abominables. Juan tuvo suerte: "Me salvó la vida el que me eligieran
para trabajar en un kommando fuera del campo central. El trabajo también
era muy duro pero no te mataban porque necesitaban que trabajaras".
Estuvo a las órdenes del kapo español Cesar Orquín en los grupos de
trabajo de Ternberg y Redl-Zipf. El 3 de mayo de 1945, ante la
proximidad de las tropas estadounidenses, los nazis evacuaron a los
prisioneros de Redl-Zipf. Juan y varios compañeros lograron escapar del
camión y esconderse hasta la llegada de los soldados aliados.
Tras la liberación y sin patria a la que regresar, Juan se instaló en
Francia donde rehízo su vida. Trabajó, como muchos otros deportados
españoles, en la empresa Renault, se casó y creó una familia. Muy cerca
de cumplir el siglo de edad seguía viviendo en un barrio residencial a
las afueras de París.
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