martes, 25 de febrero de 2020

Fallece Juan Aznar, el último superviviente murciano de los campos de concentración nazis


MURCIA.- Juan Aznar García, el último superviviente murciano de Mauthausen, falleció este lunes en un hospital de París a los 102 años de edad. El deportado, de Caravaca de la Cruz, formó parte del ejército republicano durante la Guerra Civil Española y en 1939 se exilió a Francia donde fue recluido en varios campos de internamiento (Bacarès y Saint-Cyprien).

El inicio de la Segunda Guerra Mundial provoca que Juan sea capturado por las fuerzas nazis y enviado a un campo de prisioneros, para finalmente ser deportado al campo de concentración de Mauthausen el 13 de diciembre de 1940 con el número 4.597. Aznar sobrevivió a casi cinco años de torturas, hambre, frío o trabajos forzados durante su cautiverio en Mauthausen.
El 5 de mayo de 1945 fue liberado por las tropas estadounidenses y poco después se instaló en Francia, residiendo en el país vecino hasta su fallecimiento. Especialmente dramático resulta el episodio de violencia extrema que sufrió Aznar nada más llegar a Mauthausen cuando un SS le dio setenta y cinco latigazos: "Eso me pasó el primer día que llegamos allí. Estuve sangrando durante seis meses", relató el deportado murciano en una entrevista.

¿Quién era Juan Aznar García?

Nació el 5 de julio de 1918 en Barranda, Caravaca de la Cruz, Murcia
Deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940. Nº prisionero 4597
Vivía en París, Francia.

«Crecí en los tiempos en que un borrego valía más que un hijo. Era más importante cuidar de esos borregos que ir a la escuela». Como la mayoría de los españoles, Juan vivió una dura infancia en una España empobrecida y sometida al poder de los terratenientes. Creció en Barranda, una pedanía de la localidad murciana de Caravaca de la Cruz y fue adquiriendo conciencia política y social. Por ello no dudó en alistarse voluntario para defender la democracia frente a los golpistas liderados por el general Franco.
En las filas del Ejército republicano combatió en la campaña de Monegrillos y en diversas batallas como la de Teruel y el Ebro. Tras resultar herido, fue enviado a Barcelona donde se recuperó a tiempo para cruzar la frontera, en febrero de 1939, junto a centenares de miles de españoles. 
Después de pasar por los campos de concentración franceses de Barcarès y Saint-Cyprien, acabó cediendo a la inmisericorde presión de las autoridades galas: "Por los altavoces decían: "Españoles, necesitamos vuestra ayuda. Alistaos como voluntarios en el Ejército para hacer fortificaciones o regresar a vuestro país". Los que volvían a España eran fusilados, así que antes de morir, pues nos alistamos voluntarios".
Tras la invasión alemana, Juan y sus compañeros trataron de llegar hasta Suiza pero fueron capturados por los alemanes en la localidad de Saint-Die-des-Vosges: "Nos apresaron el 21 de junio de 1940. Allí había dos batallones del Ejército francés pero se presentó un alemán en una moto con sidecar y no se atrevieron a atacarle". 
Franceses y españoles fueron obligados a caminar algo más de 80 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Estrasburgo, donde quedaron confinados en un campo de prisioneros de guerra, el stalag V-D.
Juan y sus compañeros habrían permanecido hasta el final de la guerra en ese lugar en el que se respetaba la Convención de Ginebra; sin embargo, el régimen de Franco negoció con el Reich el envío a campos de concentración de todos los prisioneros españoles que estaban en sus manos. Juan llegó a Mauthausen a las dos de la madrugada del 13 de diciembre de 1940.
Su bienvenida al campo no pudo ser más terrible. Un SS se encaprichó de su reloj de pulsera. Juan trató de regalárselo pero el nazi le contestó que los alemanes no aceptaban presentes y que siempre pagaban sus deudas. Acto seguido le "pagó" el reloj con 75 latigazos de los que Juan tardó semanas en recuperarse.
Durante los primeros meses de cautiverio, el prisionero murciano trabajó en la durísima cantera de granito. Fueron los momentos más dramáticos en los que vio morir a compañeros de las formas más abominables. Juan tuvo suerte: "Me salvó la vida el que me eligieran para trabajar en un kommando fuera del campo central. El trabajo también era muy duro pero no te mataban porque necesitaban que trabajaras".
Estuvo a las órdenes del kapo español Cesar Orquín en los grupos de trabajo de Ternberg y Redl-Zipf. El 3 de mayo de 1945, ante la proximidad de las tropas estadounidenses, los nazis evacuaron a los prisioneros de Redl-Zipf. Juan y varios compañeros lograron escapar del camión y esconderse hasta la llegada de los soldados aliados.
Tras la liberación y sin patria a la que regresar, Juan se instaló en Francia donde rehízo su vida. Trabajó, como muchos otros deportados españoles, en la empresa Renault, se casó y creó una familia. Muy cerca de cumplir el siglo de edad seguía viviendo en un barrio residencial a las afueras de París.

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