Mientras Ciudadanos avanza a marchas forzadas hacia su disolución o
integración en el PP gracias a las ocurrencias no meditadas de su líder
en funciones Inés Arrimadas, en el PP donde se espera que la fruta de Cs
caiga por su propio peso en la cesta ‘popular’ se mantiene vivo un
serio problema de comunicación de su líder Pablo Casado que habla y
habla de manera didáctica y ordenada pero que no traspasa el cristal y
llega a la ciudadanía como cabría de esperar.
La entrevista de Pablo Casado en TVE no ofreció un solo titular ni un
solo momento de emoción. El Presidente del PP habla de una manera
ordenada y coherente en todo lo que dice y en su crítica al Gobierno de
Pedro Sánchez, esencialmente basada en su relación con Podemos y con el
separatismo vasco y catalán, intentando quitarse de encima el sambenito
del bloqueo que le atribuye Pedro Sánchez y de su alianza con Vox.
Pero en la conversación no aparece nada nuevo ni un golpe de efecto
que relance el aún incipiente liderazgo de Casado, todo un líder de la
Oposición que se deja dar consejos y lecciones por parte del que ha sido
su mentor José María Aznar, en un encuentro abierto que nunca se debió
de celebrar porque Aznar –por mas que coloque a su guardia pretoriana en
el PP- no es el presidente del PP ni líder de la Oposición.
¿Quién dirige la comunicación en el PP? Arriola ya no está, ni
tampoco Marilar –de gran experiencia y buenas relaciones con los medios-
y si el joven diputado Montesinos que es periodista pero no experto en
las artes de la comunicación que, en la sociedad comunicada donde ahora
vivimos, son una ciencia decisiva en el devenir del liderazgo político.
Casado tiene buen porte y buena memoria de la que tampoco se ha de
abusar para lucir listados exhaustivos de pactos de Estado o de errores e
incumplimientos de sus adversarios. Y no puede Casado llegar a un plató
de una televisión nacional sin un tono de firmeza o contundencia que
transmita fuerza y seguridad, para caer en un discurso monótono en fondo
y forma y sin llevar preparado un titular.
El Rey Felipe VI si lo llevó justo al final de su discurso en el
Congreso cuando afirmó que ‘España no puede ser de unos contra otros’.
Pero a Casado eso de llamar la atención no se le da bien ni le sale del
alma por más que si refleja autosatisfacción personal y parece estar
convencido de que el tiempo, con los errores y desafueros de Sánchez y
el suicidio colectivo de Cs, juega a su favor.
En el debate de investidura Casado si sacó la garra –las que a diario
exhibe su portavoz Cayetana Álvarez de Toledo- pero se equivocó al
entonar las descalificaciones personales contra Sánchez, y al no hacer
uso de cierta ironía y sentido del humor que en esos casos suelen ser
mas eficaces que la agresión.
En cuanto a la relación del PP con Cs, el líder del PP se mueve con
sabia prudencia para no espantar la caza pero dejó caer con sutileza que
esa opción y las ofertas de coaliciones electorales en Cataluña, País
Vasco y Galicia (la que rechaza Feijóo) no son suficientes porque lo que
al PP le interesa es una coalición nacional.
Lo que dicho de otra manera es la integración de Cs en el PP, antes
de que se desguace este partido donde Arrimadas se está precipitando de
irresponsable manera y sin tener el mando oficial del partido. Lo que ya
está produciendo un creciente malestar interno que acabará en fuga
descontrolada de dirigentes y gobernantes regionales y locales al PP.
La cacería de Cs es importante para redondear el liderazgo de Casado
en el PP y en la Oposición pero para ganar las elecciones le hará falta
bastante mas. Deberá traspasar el cristal de las pantallas televisivas
(que por lo general controla el PSOE) y llegar con energía y proximidad a
los ciudadanos de a pie, y sobre todo del centro político que es donde
suele estar el caladero de votos de la definitiva victoria electoral.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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