Por tercera vez una euroorden del juez Pablo Llarena del Tribunal Supremo ha quedado en papel mojado. La decisión del juez belga de suspender el proceso de extradición del president Carles Puigdemont y del conseller Toni Comín por
tener inmunidad parlamentaria al ser eurodiputados deja absolutamente
desguarnecido al magistrado y refuerza la idea de que la justicia
europea va a ir desmontando todas las patrañas que se han ido
construyendo desde los tribunales españoles y sus corifeos mediáticos.
Los Reyes Magos se han adelantado unas horas para el juez Llarena, que
ha sido obsequiado con un lote inmenso de carbón que debería enseñarle
que las trampas en Europa no son bien recibidas y que lo más inteligente
que podría hacer sería retirar la orden de detención nacional e
internacional.
El enfado notable de la derecha española con Bélgica y, por extensión, con Europa, no ha hecho otra cosa que alimentar los viejos fantasmas de una España aislada y desnortada,
capaz de ver enemigos exteriores en todas las esquinas.
Que esa noticia
haya coincidido, además, con el último trámite de Esquerra Republicana
para votar la investidura de Pedro Sánchez -la
abrumadora aceptación del consell nacional no deja lugar a dudas de cuál
es la decisión del partido- no ha hecho sino subir varios decibelios la
irascibilidad del deep state español, que sigue buscando
mecanismos para intentar desestabilizar la mayoría parlamentaria
suficiente que en estos momentos garantiza la investidura de Pedro
Sánchez en segunda votación.
El primer match ball se jugará este viernes en la Junta Electoral Central, que estudiará la inmunidad de Oriol Junqueras
i la inhabilitación del president Torra. Vamos a ver quién tiene el
control de la JEC y si sus miembros, muy escorados a la derecha, la
convierten en un fortín o son sensibles a una investidura de Sánchez en
muy pocos días.
Y si esta bomba de relojería no surte efecto, la presión se pondrá en la mesa de diálogo entre gobiernos acordada por PSOE y ERC
y cuyos acuerdos, según el documento pactado dado a conocer este
jueves, desembocarán en una consulta ciudadana.
Una propuesta que tiene
detractores fuera de los partidos implicados en la investidura: desde
las derechas hasta Junts per Catalunya y la CUP. El pragmatismo de
Esquerra no debería sorprender ya que su línea política no ha cambiado
desde hace muchos meses y, con este programa, ha ganado las dos últimas
elecciones españolas en Catalunya. Pero bueno, habrá que esperar a ver
qué decide la JEC. Ahí puede estar el nuevo conflicto político.
(*) Periodista y director de El Nacional
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