De todas las tragedias que se pueden explicar de este martes desbocado de viento, lluvia y nieve, ninguna como la del Delta de l'Ebre,
que ha padecido un verdadero daño irreversible con el mar penetrando
tierra adentro varios kilómetros hasta arrasar campos y arrozales y
dejar un paisaje dantesco e irreconocible. Ya veremos qué es lo que se
puede recuperar.
Nunca fue tan verdad la canción de Raimon Al meu país la pluja no sap ploure y así hemos visto imágenes insólitas de Tossa de Mar; subidas espeluznantes del caudal de los ríos Onyar y Daró
hasta amenazar seriamente con su desbordamiento; los daños en numerosas
playas que, literalmente, han desaparecido; la autopista con Francia
cerrada varias horas; líneas de ferrocarril y carretera cortadas y un
largo etcétera de problemas en numerosas poblaciones catalanas.
La borrasca Gloria, como ha sido denominada, dejará
este miércoles a mediodía cuando haya pasado un balance tan desolador
que obligará a analizar seriamente si se debe declarar alguna zona
catastrófica para paliar el desastre económico producido y para revertir
lo antes y mejor posible situaciones de verdadera emergencia como la
del Delta del Ebre que es, sin duda, la principal preocupación entrada
la noche de este martes, cuando escribo este artículo. Tiempo habrá de
analizar con más detalle todo el listado de zonas afectadas pero va a
ser obligación del Govern de la Generalitat no demorar las ayudas a
todas y cada una de ellas.
Pero al lado de la tragedia, vale la pena destacar algunas cosas positivas que han sucedido: desde las previsiones metereológicas
que esta vez sí que han acertado absolutamente -un ejemplo de todo ello
es el pronóstico muy perfilado y detallado de nuestro experto, Xavi
Freixes, que ha venido haciendo ininterrumpidamente desde el fin de
semana- hasta una coordinación modélica de todos los servicios de emergencias de Catalunya
-bomberos, personal sanitario, Mossos d'Esquadra y policías
municipales, preferentemente- pasando por una información concreta y de
servicio desde el Departament d'Interior con permanentes comparecencias
de prensa.
Información de servicio machaconamente repetida que,
seguramente, impidió más de un problema y que hizo que en muchas horas
del día las zonas más afectadas parecieran espacios desérticos ya que la
gente se refugió en sus casas.
Vale la pena destacarlo como contraste con lo que sucedió recientemente tras la grave explosión en la petroquímica de Tarragona,
donde muchas cosas se hubieran podido hacer mejor, empezando por las
sirenas que no sonaron y dejaron durante un tiempo precioso a la
ciudadanía sin información. No ha sido este el caso y es de justicia
reconocerlo.
(*) Periodista y director de El Nacional
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