Hasta la muerte. Tan lejos parece que van a llegar los
socialistas murcianos y valencianos en su defensa del trasvase
Tajo-Segura. Al menos "a día de hoy", como gustan de decir algunos, esa
parece ser la posición. Con esa posición levantina común añaden
confusión al controvertido asunto. Por dejadez y falta de valentía, más
que por otra cosa.
Indudablemente, es más fácil
refugiarse en frases hechas, derechos adquiridos y usos y costumbres que
proponer alternativas serias y a largo plazo cuando hay algo difícil de
resolver. El problema es que los socialistas levantinos llevan
demasiado tiempo inmersos en ese "seguidismo hídrico" de las políticas
del partido gobernante ahora en Murcia, otrora en Valencia y Madrid. Y
parecen incapaces de salir de él.
Con la que está cayendo y lo que se
nos viene encima resulta demasiado tibio decir conjuntamente "queremos
trabajar una perspectiva de suma de recursos para garantizar agua para
siempre". Vale. Y uno se pregunta: ¿por qué no lo explican? ¿O tendrá
que venir Teresa Ribera a hacerlo?
Porque la realidad muestra, por mor del cambio climático,
que el agua del Tajo disponible para trasvasar al Segura mengua a ojos
vista, cada año, y que será cada vez más difícil cumplir las
transferencias que marca la legalidad vigente. Es decir, el trasvase
tiene fecha de caducidad, de finiquito, y hay no ya que buscar
alternativas ––porque hace tiempo que se encontraron––, sino hacer
propuestas de nuevas políticas, ponerlas en marcha y dedicar
investigación y recursos financieros a desarrollarlas.
Dando
por descontado que el PP sigue empecinado en mantener un statu quo
suicida y ecocida ––ahí está el reciente decreto ley para el Mar Menor––
el PSOE no parece dispuesto a proponer alternativas a medio y largo
plazo salvo las de críticas puntuales y poco más. Y eso que tiene
argumentos y fundamentos suficientes para hacerlo: les bastaría con leer
atentamente, asimilar y actuar en consecuencia con el texto completo
del informe de SOS Mar Menor sobre el decreto ley de marras.
Parece,
por tanto, demostrado que los socialdemócratas temen al poder del agro
tanto como el PP. Lo que no es de extrañar, si tenemos en cuenta la
capacidad de arrastre social que tienen quienes controlan desde hace
décadas la agroindustria esquilmadora de recursos naturales.
Esto
ya lo sabíamos desde los tiempos en que socialdemócratas y populares se
juntaban en las manifestaciones vocingleras con los beneficiarios del
canal Tajo-Segura para reclamar su eternidad. Pero los nuevos tiempos
que parecen haber llegado con el Ministerio para la Transición Ecológica
no tienen, de momento y a nivel declarativo, traslación alguna entre
quienes se supone que debían ser los pedagogos y difusores de nuevas
formas y medidas para enfocar la escasez de agua y el exceso de demanda,
que antes o después, de seguir así las cosas, provocará el colapso
económico.
El ecológico ya lo ha causado ––miremos,
otra vez, a la mayor laguna costera del Mediterráneo–– y Diego Conesa y
sus muchachos siguen en lo mismo de siempre. Con Ximo Puig, o sin él.
Pero ahí están: clamando por la defensa a muerte del canal de Tajo al
Segura.
Y los agroindustriales espolvoreando con nitratos hasta los
polvorones de navidad gracias a la hidroponía. Pero cuando en los
embalses de Entrepeñas y Buendía no haya agua para trasvasar, ¿qué
haremos? Desde luego, ahogarnos ya no podremos. Todo lo más, suicidarnos
por envenenamiento en el Mar Menor. Vale.
Post
Scriptum: Visto lo visto con las concordancias y contradicciones entre
PP y Ciudadanos sobre el pin parental, mientras los muchachos de Vox se
rulan de la risa, ¿A qué espera Diego Conesa para presentar la moción de
censura?
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario