miércoles, 1 de enero de 2020

El Apocalipsis y la Gran Traición / Enric Juliana *

Algunas de las reacciones políticas y periodísticas al pacto de investidura son tan exageradas que pueden dar risa. Una horda de comunistas va a entrar en el Gobierno para confiscar los ahorros de los españoles, mientras los separatistas obtienen carta blanca para acabar de romper el país, incluida la sacrosanta unidad de Castilla y León, la comunidad más extensa de España, ideada por Rodolfo Martín Villa para evitar una región astur-leonesa que habría reunido a demasiados mineros. 

Los nietos de Stalin van a saquear las arcas públicas –unas arcas en las que al parecer nadie ha metido la mano en los últimos cuarenta años– y los nietos de Macià no van a dejar piedra sobre piedra en el templo de la soberanía nacional española. Los eruditos recordarán que en 1925, el caudillo catalanista Francesc Macià viajó a la URSS para recabar el apoyo de la Internacional Comunista. 

Se entrevistó con Trotsky, Bujarin y Zinoviev, pero Stalin, que tenía en alta consideración los poderes centrales, no acabó de ver claro qué les proponía aquel quijotesco oficial del ejército español fascinado por la independencia de Irlanda. 

Mientras la imagen de los cuatro jinetes del Apocalipsis –Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Andoni Ortuzar y Oriol Junqueras– se proyecta a modo de siniestra atracción navideña en las fachadas del Paseo de la Castellana, en el circuito cerrado del independentismo catalán ya hay más traidores que patriotas. 

Carles Puigdemont está consiguiendo un interesante logro con la ayuda del Club Savonarola en las redes sociales: ninguna otra sociedad de la plataforma continental euroasiática acumula hoy tantos traidores como Catalunya. 

Hay en estos momentos en Catalunya más de tres millones de traidores, que sumarían el 72% del electorado, si mañana mismo se repitiesen las últimas elecciones al Parlament. Tres millones de personas que nunca acabarán de ser catalanes, por mucho que ellos lo pretendan, puesto que no se someten a los designios tácticos del círculo de Waterloo. 

Los más traidores de todos son, no es difícil adivinarlo, los de Esquerra Republicana, que han preferido ser “aparceros de la colonia”, antes que bloquear definitivamente la política española. La diputada Laura Borràs, jefa de filas de Junts per Catalunya en el Congreso, vivirá una interesante experiencia poética en los próximos días, cuando vote igual que Vox. “M’exalta el nou i m’enamora el vell”, decía el poeta J.V.Foix. 

Apocalipsis en el paseo de la Castellana y Gran Traición en la plaza de Sant Jaume (lado montaña, puesto que los del lado mar casi siempre han sido traidores). Puede parecer delirante, pero ese el tono narrativo de quienes más se sienten perjudicados por una fórmula de gobierno jamás experimentada en este país, ya que no valen como referencia los gobiernos de los doctores Negrín y Giral.

El gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos-PNV (estos últimos, sin ministros, pero con cartera estratégica) es una novedad relevante, que llega con voluntad de poder. La prueba de ello es la hipérbole a chorro de estos días. No olvidemos que la exageración delirante y la caricatura afilada siguen siendo las más eficaces armas de combate en tiempos de paz.
Felices años veinte. 


(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia


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