CARTAGENA.- Hoy 3 de diciembre nos levantamos de nuevo con la
pesadilla de ver el agua cargada de lodos y agroquímicos discurriendo
por las calles de las poblaciones del Mar Menor. En pleno siglo XXI se
sigue sin poner el foco en la raíz de este problema que ha arruinado a
sus gentes, viviendas y negocios, y que ha llevado a este ecosistema
único a la dramática situación en la que se encuentra.
El
día de santa Teresa de 1879 más de 1.000 personas morían en nuestra
región a consecuencia de una tremenda riada. Sin embargo, el cartagenero
Ricardo Codorniú, ingeniero de montes, no se conformó con lamentarse de
la lluvia caída ni se puso a idear artilugios que desviaran el cauce de
los ríos.
Codorniú fue a buscar el origen de ese desastre, y encontró
que la tala de árboles de las sierras colindantes para construcción de
viviendas y barcos y para combustible durante siglos facilitaba el
descenso del agua embravecida sin ninguna barrera que la detuviera.
La
restauración hidrológico-forestal de Sierra Espuña, un modelo
reconocido mundialmente, que se llevó a cabo en sus montes es el
resultado de un gran empeño y la inteligencia de comprender que
catástrofes como esa podían evitarse encauzando y frenando con arbolado
las lluvias torrenciales.
Pacto por el Mar
Menor exige que se lleven a cabo medidas poniendo el foco en el origen
del desastre causado por urbanizaciones e infraestructuras construidas
en zonas inundables, en la erosión resultante de la eliminación de
terrazas en cultivos de la agricultura intensiva, etc., para que cuando
ocurran estos fenómenos metereológicos –cada vez más frecuentes– no
tengamos que volver a lamentar una y otra vez pérdidas medioambientales y
económicas.
1 comentario:
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