Como en el chiste de los dos ladrones que están por la noche a las
puertas de unos almacenes y uno le dice al otro ‘entra tú primero que a
mí me da la risa’. Así esta Pablo Casado intentando convencer a Inés
Arrimadas para que Cs se abstenga, y destruya lo poco que le queda,
favoreciendo así un Gobierno de Sánchez con Iglesias.
Pero Arrimadas no caerá en la trampa que le tiende Casado y al
contrario insistirá en defender su razonable apuesta de un gobierno
constitucional de PSOE, PP y Cs, lo que en este momento sería imposible
con Sánchez dada su ciega cabalgada soberanista para caer en los brazos
de Junqueras tras haber recibido el abrazo de Iglesias, el oso mañoso.
Sánchez ha quemado sus naves con Iglesias y Junqueras y si no logra
la investidura sólo le quedará libre el camino de una terceras
elecciones de incierto resultado para todos y especialmente para el PSOE
pero también para el PP.
Pero, dicho esto, llama la atención la insistencia con la que Casado
presiona a Arrimadas como si la portavoz de Cs fuera idiota y olvidando
que el más reciente y gran acuerdo con el PSOE fue el que pactó Rajoy en
2016 tras la caída de Pedro Sánchez en el Comité Federal.
Por lo que es
el PP, y no Cs, el que está en deuda con aquella abstención del PSOE
que permitió romper el bloqueo político y dejó gobernar a Rajoy.
Es verdad que las heridas de Cs son profundas, pero sí Arrimadas
aguanta y recupera en el ideario de su partido el flanco socialdemócrata
que borró Albert Rivera, muchos de los votantes del PSOE que hoy están
indignados y asustados con Sánchez la seguirán.
Y puede que incluso algunos dirigentes socialistas, que discrepan y
mucho de la deriva soberanista de Pedro Sánchez y de sus pactos de
coalición con Pablo Iglesias, que ya veremos cómo van y como y cuando
acaban.
Pero mientras tanto Casado se está montando un discurso faraónico en
el que se presenta como el único y posible salvador de la Patria,
acompañado de su débil y conflictiva guardia pretoriana (Cayetana, Ayuso
y Almeida) y mientras a su derecha permanece sedente, callado y
envuelto en la bandera nacional Santiago Abascal.
En contra de lo que piensa Casado puede que en unas terceras
elecciones Arrimadas consiga la recuperación de Cs y que Vox siga
subiendo por el ala derecha del PP. Lo que de confirmarse supondría
(tras la tercera derrota de Casado) que Alberto Núñez Feijóo se
presentaría como candidato a liderar el PP, tras el paréntesis poco
exitoso y un tanto infantil del liderazgo actual de Casado.
El que debería ser uno de los primeros interesados en que no se
celebren terceras elecciones, por lo que pudiera ocurrir. Él lo sabe y
por ello empuja a Arrimadas y le dice eso de ‘entra tú que a mí me da la
risa’, pero doña Inés no caerá en esa burda trampa que le ofrece este
aprendiz de brujo del PP.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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