El presidente en funciones del Gobierno y candidato a la investidura
Pedro Sánchez está jugando con el fuego de la ruptura de la unidad de
España y la ruptura del PSOE, por su empeño en ser investido Presidente
al precio que le impone desde la cárcel el delincuente Oriol Junqueras.
Un golpista a quien ahora apoya el líder del PSC Miquel Iceta camino
de lo que puede empezar a llamarse un nuevo ‘golpe blando’ en Cataluña.
Y la grave e inconstitucional deriva de Sánchez (y del PSC)
impedirá que Pablo Casado e Inés Arrimadas consideren a Sanchez apto
para liderar una alternativa de Gobierno con PP y Cs, distinta a su
proyecto de un gobierno de coalición con Podemos y con el apoyo externo y
la abstención de ERC.
Pedro Sánchez está cruzando el Rubicón de la legalidad constitucional
e incorporando el lenguaje de Junqueras al hablar de: ‘seguridad
jurídica’ para no mencionar la Constitución Española; ‘conflicto
político’ para ocultar la ausencia de legalidad en Cataluña; y ‘Mesa de
diálogo’ para camuflar la exigencia de ‘bilateralidad’ o negociación
entre los Gobiernos de España y Cataluña, como exige Junqueras.
Y como lo avala Miquel Iceta desde el PSC. El que además niega que
España sea una sola nación y pide que el Estado no intervenga en
Cataluña. Lo que ha sido duramente respondido por el Presidente y líder
del PSOE en Aragón Javier Lambán que llamó a Iceta ‘supremacista’,
apoyando al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page,
quien hace poco ha rechazado el lenguaje de ‘vaselina’ de Pedro Sánchez
en Cataluña.
Revuelta en el PSOE de Lambán y Page que constituye sólo la punta del
iceberg de un creciente malestar entre dirigentes socialistas. Lo que
podría derivar en rebelión contra Sánchez de una parte del Grupo
Socialista del Congreso de los Diputados, lo que tumbaría la investidura
de Sánchez.
El presidente en funciones que, a la orden de Junqueras, aceptó
llamar a Torra el próximo martes. Una llamada que Torra ha calificado de
‘estéril’ al tiempo que le pide a Sánchez que la suya sea ‘la primera
llamada y ¡a las ocho de la mañana’.
Y un Sánchez que ha frenado a la
fiscalía para que no denuncie la desobediencia del Parlament y no
descarta los indultos a los golpistas para que Junqueras pueda
presentarse a las elecciones catalanas de la próxima primavera.
Sánchez corre el triple riesgo de quedar aislado por discrepancias
con ERC, rechazo infranqueable de PP y Cs y creciente malestar en el
PSOE, que ya está prácticamente roto en Cataluña por la deriva
soberanista del PSC.
Y si esto sigue así y Sánchez fracasa por tercera vez en la
investidura, tanto el PP como Cs le exigirán al PSOE otro candidato para
pactar un gobierno de corte democrático y constitucional. O, de lo
contrario, iremos hacia unas terceras elecciones que para Sánchez
podrían convertirse en una trampa mortal.
Pedro Sánchez escoltado por Pablo Iglesias está cruzando el Rubicón
de la legalidad constitucional. Pero Sánchez debería recordar cómo acabó
Cesar a manos de sus más fieles aliados.
Aunque aquí estamos hablando
de una presunta ‘muerte política’ que el líder del PSOE ve imposible
porque cree tener controlado a su partido y confía que ese fatal
desenlace nunca llegará. No en vano Sánchez se considera ‘el resistente’
y políticamente inmortal.
(*) Periodista
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