Cuando quedan 48 horas de campaña electoral y tras dos debates en las televisiones presentamos las siguientes preguntas.
¿Vuelve el bipartidismo? En las elecciones de 2019 el porcentaje de
votos y de escaños de PSOE y PP ha sido el menor de los últimos cuarenta
años desde las primeras elecciones de 1979, tras la aprobación de la
Constitución de 1978.
En abril de 2019 los dos primeros partidos obtuvieron un total de 189
escaños con un porcentaje de votos del 45,38 por ciento. Un resultado
que se aleja de las cifras de más de 300 diputados que obtuvieron en las
elecciones de 2000, 2004 y 2008, llegando a sumar en la convocatoria de
2008 un 84,7 por ciento de los votos.
Excepto en las tres últimas elecciones, 2015, 2016 y 2019, los dos
partidos sobrepasaron siempre los 250 diputados y, por lo tanto, para
iniciar la recuperación del bipartidismo, sería necesario que la suma de
sus diputados llegase a esa cifra. Este resultado exige conseguir 61
diputados más que en las elecciones del 28 de abril.
De las encuestas publicadas resulta que PSOE y PP podrían sumar 225
diputados, con unas horquillas de 135-125 el PSOE y 100-90 el PP.
La conclusión es que no parece que pueda haber una significativa
recuperación del bipartidismo, ya que PSOE y PP que se podría situar en
los niveles de las elecciones de 2016, que dio lugar a una legislatura
en la que tuvo éxito, por primera vez en nuestra historia reciente, la
moción de censura constructiva al presidente del Gobierno Mariano Rajoy.
¿Han influido los debates en estos posibles resultados?. Los dos
debates en TV han consolidado el modelo de cinco partidos. Ya no se
confrontan dos lideres identificados sino que hay una respuesta coral en
la que, salvo el candidato en el Gobierno Pedro Sánchez y el outsider
Vox-Abascal, los demás no transmitieron ninguna sensación de ser una
alternativa con posibilidades reales frente a Pedro Sánchez, que se
aculó en tablas y se benefició de la confrontación Rivera-Casado y de la
escenografía de plañidera que ofreció Pablo Iglesias.
Vox-Abascal, el debutante, ha salido reforzado de los debates que han
servido para normalizar su presencia en el campo de juego. La genérica
descalificación que Pedro Sánchez utilizó frente a Abascal era genérica y
simplemente el gancho para contaminar con el adjetivo de ultraderecha a
PP y Cs, estrategia que ha continuado el día después en los mítines de
campaña, con el objetivo de movilizar a los electores socialistas.
Espinosa de los Monteros y Abascal estuvieron muy cómodos en los
debates. Nadie les contestaba, lo que les permitía colocar sus mensajes a
su electorado fiel y a los votantes potenciales, abstencionistas con
hartazgo de los políticos en sus niveles máximos. Y los dos únicos
momentos que protagonizaron en el cuerpo a cuerpo fueron con el PNV,
Aitor Esteban y con Unidas Podemos, Pablo Iglesias, lo cual también les
favorecía para recoger el sentimiento de sus electores que aborrecen sin
reserva a estos dos partidos.
¿Qué cabezas se la juegan en estas elecciones? Indudablemente la
teoría política dice que es el Gobierno siempre el que se juega su
cabeza en los procesos electorales. Las elecciones las pierden los
Gobiernos, no las gana la oposición.
Las expectativas de Sánchez y de su equipo a la hora de convocar
elecciones probablemente no se van a cumplir, aunque como reveló Casado
ha tenido el descaro de valorar la convocatoria electoral en relación
con las fechas de las sentencias del Supremo del los sediciosos
catalanes, y de la exhumación de Franco, con información privilegiada.
La estrategia no le ha salido bien o no la ha manejado bien en
ninguno de los dos escenarios. Pero parece muy difícil que vaya a perder
la primera posición. El debate lo ratificó, cuando ofreció a los
partidos un pacto de respeto a la lista más votada que no fue
contestado, especialmente por Casado, que le debió afear con
contundencia el precedente de la moción de censura a Rajoy. Y es
evidente que la investidura y el halo de poder que acompaña a todo
Presidente, tiene un efecto taumatúrgico y cicatriza las heridas
causadas por las previsiones fallidas.
Rivera sí se juega su cabeza si se confirma el descalabro que
vaticinan las encuestas. En el minuto final de petición de voto le faltó
calor y convicción, y parecía que estaba recitando un anuncio de cambio
de temporada de un gran almacén. Inés Arrimadas trasmitió con mucha más
intensidad a los electores en el debate de TVE. Rivera ha perdido la
capacidad de conectar con la realidad social que demostró en sus
primeros años. Demasiada sobreactuación y un exceso de efectos
especiales innecesarios.
Y Casado necesita estar en los 100 diputados y seguir la estela de
Sánchez para consolidarse. Si no lo consigue habrá ruido, rumores y
dudas de su capacidad de liderar un cambio político. El crecimiento de
Vox Abascal le perjudica directamente. Pero que doblen el número de
diputados parece un exceso. Lo lógico sería que crecerían en un arco
máximo de 10 a 15 diputados.
El escenario político no va a ser fácil de gestionar a favor de la estabilidad. Lo decisivo empieza el 11 del 11.
(*) Abogado y Registrador de la Propiedad.
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