MADRID.- Los pescadores dicen que el Mar Menor es como un niño al que le hemos dado de comer demasiado. Al principio, el niño estaba sano hasta que fue engordando poco a poco, engullendo una sopa verde de nitratos y fosfatos derivados de una agricultura intensiva sin control. Después, el niño empezó
con problemas cardíacos y de diabetes, y aun así seguía dándose
atracones de vertidos contaminantes. Un día de septiembre, una mujer caída del cielo llamada DANA, sopló tan fuerte que dejó al niño sin oxígeno y lo hizo vomitar y esparcir sus intestinos delante de aquellos que lo habían cebado sin cesar, según narra El Mundo.
Fue como si las plagas de Egipto cayeran de golpe. El Éxodo del
Mar Menor ya lo había avisado. Pero pocos realmente eran conscientes
del castigo que se les venía encima. No hubo invasión de ranas. Tampoco
el agua se convirtió en sangre. Pero miles de peces y crustáceos -más de
dos millones, dicen algunos pescadores- aparecieron asfixiados en la
orilla. Había salmonetes y lubinas. También langostinos y quisquillas.
Hasta algún caballito de mar. En total, 43 especies salieron de las
profundidades de la mayor albufera de agua salada de España. La mayoría
llegaron a la orilla de San Pedro del Pinatar, en Murcia, ya muertos.
Otros agonizaron hasta perecer. Nunca había ocurrido algo parecido.
Aquel amanecer del 12 de octubre no lo olvidarán los 150 pescadores de la Cofradía del Mar Menor. A su patrón mayor, Jesús Gómez,
aún se le escapa alguna lágrima al recordar la estampa de los peces
muertos inundando la orilla de la playa de Villananitos. Tres toneladas
de fauna marina se recogieron en total. Llamaba la atención las doradas
gigantes y las codiciadas anguilas con las bocas abiertas en un intento
desesperado por respirar. También los cientos de cangrejos azules, una
especie invasora, amontonados unos encima de los otros.
Hoy los barcos están amarrados en los muelles. Y no hay peces a la venta en la lonja de Lo Pagán. Nadie quiere comprar nada que salga del Mar Menor.
«Se nos ha hundido el mercado. Nuestros clientes no se atreven a
comprarnos peces por si están contaminados», explica Jesús Gómez. Los
restaurantes de la zona también han retirado las especies de estas aguas
de sus mostradores. «Nuestra situación es dramática. Nos quedamos sin
sustento».
Gómez es la quinta generación de pescadores
de su familia. Lleva desde los 14 años subido a un barco.
«Antes la
especie estrella era el magre, la anguila y el chirrete. Ahora es la
dorada y el langostino, por su abundancia. Después de esta época de
borrascas, vendría la buena racha de venta de pescado porque las
capturas son mucho más grandes. Estos meses hacemos el 40% de todo el año.
En la cofradía facturamos una media de tres millones de euros anuales. Y
si no nos compran nos vamos a hundir», asegura el pescador.
Él y sus compañeros miran con preocupación la situación de una de las
joyas naturales del litoral español. Y piden a los políticos que asuman
responsabilidades. «Desde la Consejería de Pesca nos pidieron ayuda
para limpiar las playas de peces muertos y nos negamos porque llevamos
años denunciando el deterioro de la zona y avisando que esto iba a
pasar. Aunque desde el Gobierno murciano se empeñan a echar la culpa a
la reciente gota fría», sentencia Gómez.
«La causa no ha sido ningún
vertido puntual sino los efectos de la gota fría de septiembre»,
responde Antonio Luengo, consejero de Agua,
Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente. «La reciente DANA
(depresión aislada en niveles altos) provocó que 60 hectómetros cúbicos de agua dulce (con sedimentos, residuos y restos orgánicos) llegara al Mar Menor dejando sin oxígeno sus capas inferiores», prosigue.
Una
explicación que no convence a los ecologistas ni a muchos científicos.
«Lo que dice el consejero es una excusa para echar la culpa a un
fenómeno natural y no reconocer la culpa del sector agrícola y las
administraciones. la falta de oxígeno se debe a las sustancias tóxicas
que se generan de la descomposición de la materia orgánica en el agua.
Un proceso que lleva años y con la entrada de nutrientes de estas
últimas lluvias se ha agravado aún más. Y el ecosistema agotado del mar
ha sido incapaz de hacer frente a este impacto. Además, hemos tenido
riadas durante siglos peores que esta última y no han muerto todos los
peces», asegura Pedro Luengo, coordinador de Ecologistas en Acción en Murcia.
«Esta situación recuerda a la crisis del Prestige. La DANA lo que ha
hecho es acelerar el proceso, no es la causa principal. El Mar Menor
ahora tiene un exceso de nitratos y de contaminantes que viene de los
pozos y regadíos ilegales», continúa el biólogo Óscar Esparza,
portavoz de Áreas Marinas Protegidas de WWF.
Para Jordi Camp,
investigador del CSIC, lo que ha sucedido no se podía evitar debido a
las «condiciones de salinidad de la laguna, que apenas permiten
descargar el exceso de agua al mar abierto». También los meteorólogos de
la Asociación Meteorológica del Sureste dicen que no hay que echar la
culpa a los efectos de la gota fría.
El jueves miles de personas salieron a las calles murcianas pidiendo revivir su mar. Nuestro Mar Muerto.
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