Se inicia este martes en Bruselas el tercer intento del Estado español para conseguir que la justicia entregue detenido a Carles Puigdemont y se ponga punto final a la pesadilla del deep state, que
acumula fracaso tras fracaso mientras el president en el exilio se
mueve a sus anchas por la mayoría de los países europeos, es
entrevistado por las principales publicaciones mundiales y las agencias
internacionales, como por ejemplo Bloomberg, se refieren siempre a él
cuando le citan como "el presidente catalán en el exilio".
Porque el
ministerio de Asuntos Exteriores con Josep Borrell al frente y cientos de miles de euros al servicio de España Global no
han conseguido instaurar un relato propio y ganador en la opinión
pública internacional. Esta última semana, por ejemplo, cuatro medios de
referencia internacional como la revista norteamericana Time, el diario británico The Times, el ruso Komsomolskaya Pravda y el suizo Blick han publicado entrevistas o artículos de opinión.
Puigdemont comparece ante la justicia belga en un proceso que va a
ser largo, los expertos creen que durará alrededor de un año, y que
inicia este martes la fase preliminar. Aunque ahora ya hay sentencia firme del Supremo,
lo que podría hacer pensar que la posición de la justicia española en
su petición de extradición es más sólida, no está del todo claro que así
lo vea el juez que tendrá que pronunciarse al respecto.
Básicamente
porque por su mesa ha visto pasar y retirar euroórdenes en los últimos
tiempos, algo que nunca ayuda a dar solidez a una propuesta, y porque la
acusación de sedición no parece que tenga traslación a
los delitos tipificados como tales en la Corte de Bruselas.
En todo
caso, quizás, al final, se acaba hablando tan solo de malversación y el
juez Pablo Llarena ya ha dicho tajantemente que si este fuera el caso no
aceptaría la extradición y, de nuevo, volvería a retirar la solicitud.
En estos primeros escarceos judiciales, la fiscalía belga ha
puntualizado que pedirá que Puigdemont sea entregado a España por
sedición y malversación, algo que, dada la colaboración entre las
fiscalías de ambos países, no es una gran sorpresa. De hecho, la
fiscalía belga ya actuó igual en 2017 y 2018, aunque no logró su
propósito. El hecho de que hace unas semanas, cuando la causa llegó a
Bruselas, el juez dictara unas primeras medidas de libertad sin fianza
es un primer aviso.
Es obvio que la estrategia del president en el
exilio en estos momentos es doble: conseguir el acta de eurodiputado
que le daría inmunidad parlamentaria y cuya causa sigue su curso en la
justicia de Luxemburgo y, simultáneamente, tumbar la tercera euroorden
del Estado español. De como se sustancie esta extradición dependerá,
seguramente, cómo actúe el juez Llarena con los otros exiliados
políticos en Bélgica, Suiza y Escocia.
Lo que sí es seguro es que la batalla judicial sobre la extradición
que ahora se inicia es la última y definitiva. La madre de todas las
batallas.
Marlaska, con la mecha en la mano
Supongo que el hecho de manifestarse de la mano ministros socialistas, dirigentes del PSC, las cúpulas del Partido Popular, Ciudadanos y Vox
por las calles de Barcelona, juntos pero no revueltos, va con los
nuevos tiempos que soplan desde el unionismo: todos en el mismo barco en
contra del independentismo catalán.
Luego se pelean –o lo hacen
ver– pero allí estaban todos muy juntitos aunque esta vez sin foto
conjunta. En este ambiente de armonía, es posible que los ministros
socialistas olviden de qué partido son. Eso debe de ser, porque
despertarse uno leyendo en La Razón las declaraciones del
ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, afirmando
que "en Catalunya la violencia ha sido de mayor impacto que la del País
Vasco" es para volverse a dormir.
¿Que pensarán los familiares de los 800 asesinatos que se
produjeron? ¿Se puede ofender impunemente a la más mínima inteligencia
por un puñado de votos? ¿Sr. Sánchez, nada que decir? No podía el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska,
elegir mejor día para decir una de las mayores sandeces de esta
precampaña. Se merece el premio, al menos, de mentira del año.
Lo que
sucede es que su barbaridad, por mucho que sea falsa, no es, ni mucho
menos, para tomarse a broma ya que con expresiones como esta es como se
construye el falso relato. Así empezó lo de la rebelión y el golpe de
estado, instalando un frame informativo que era repetido una y otra vez.
La política convertida en un estercolero, donde se pueden comparar
cientos de muertos con ninguno y todo parece igual. Incluso escuché a
uno de los oradores reclamar desde la tribuna del acto unionista de
paseo de Gràcia el retorno del espíritu de Tarradellas.
El expresident
ha sido muy manoseado por unos y por otros pero que una manifestación
con presencia de Vox apelara a su presidencia queda lejos incluso del
zigzagueo político del expresident. Otra cosa es que en medio del
fracaso de la manifestación unionista celebrada en Barcelona, Marlaska
acabe tapándolo todo.
Empiezo a pensar que el estratega socialista en esta campaña se ha
hecho un verdadero lío y que ya no sabe si está moviendo a Franco del
Pardo, yendo a manifestaciones con Vox o pidiendo el voto de la
izquierda. Uf, qué lío.
(*) Periodista y director de El Nacional
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