El fichaje del magistrado Marlaska por parte de Pedro Sánchez supuso
una novedad con visos de brillantez. La cartera de Interior es de las
más complicadas y el desempeño de su titular afecta a la imagen global
del gobierno. Para ocupar Interior se recomienda recurrir a personas de
autoridad y también de credibilidad.
Han sido muchos los inquilinos de
la cartera que figuraban entre los mejor valorados por la opinión
pública, tanto como el propio Presidente; pero también hemos conocido
fracasos llamativos. Entre ellos el del último ministro de Rajoy, un
magistrado (Zoido) que marcó suelo de baja calificación al enfrentarse
al reto del procés hace dos años con un fracaso memorable que confirmó
con su vacilante testimonio ante los jueces del Supremo. Cualquier
parecido con lo que se espera de un ministro del Interior es mera
coincidencia.
Marlaska ha aparecido bien valorado en las pocas encuestas que se han
publicado en el año que lleva en el ministerio: A su favor cuenta que
es persona conocida y que su perfil de juez experimentado en la
Audiencia Nacional ayuda a ese conocimiento y a una buena valoración de
oficio.
Hoy no está tan claro que mantenga esa valoración. Sus últimas
actuaciones y comparecencias públicas le aproximan al perfil de Zoido
por vacilante y distante de la realidad. Ni responde a las preguntas, ni
se le ve seguro y consciente de la realidad.
Peor aún, se perciben unas
relaciones complicadas con los mandos de las fuerzas de seguridad de
los que en algunos casos recibe una información insuficiente o mal
gestionada y en otros les reprende por unas actuaciones que no considera
adecuadas a los objetivos del gobierno. Todo ello sin consecuencias
aparentes, con una credibilidad debilitada del ministro.
El paso por Interior de jueces ha sido frecuente y desigual, con
claroscuros. En principio parece que un juez experimentado es una
garantía para Interior y para las fuerzas de seguridad. Pero no han sido
los ministros de Interior más valorados los que han llegado desde la
carrera judicial.
Durante lo que llevamos de siglo han sido nueve los
ministros designados por Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez. Cuatro de
ellos procedentes de la magistratura: Alonso, Camacho, Zoido y Marlaska.
Tres de ellos con gobiernos socialistas. Los otros cinco fueron Mayor
Oreja, Rajoy y Acebes (de Aznar), Rubalcaba (de Zapatero) y Fernández
Díaz (Rajoy).
Tanto Rajoy como Rubalcaba, dos personajes de muy distinto talante,
vistieron el cargo con hechuras, con autoridad, ambos ocuparon el cargo
cinco años, más de un gobierno y legislatura.
Fernandez Díaz también
duró cinco años pero su desempeño está salpicado de incidentes poco
edificantes que no le ayudaron ni a la autoridad ni a la reputación.
Los
otros casos van de la levedad de Rajoy a la ineficacia de Acebes (11M) o
la irrelevancia de Camacho. El caso de Alonso, un buen amigo de
Zapatero se parece más a Mayor y Rubalcaba pero solo duró dos años en el
cargo.
¿A quién se parecerá Marlaska? El desarrollo de los últimos
acontecimientos lleva a pensar que está mucho más cerca de Zoido que de
Rubalcaba. No va a bien y sus posibilidades de renovar mandato
disminuyen por semanas. No acredita autoridad, no se le nota firmeza y
no emana seguridad.
(*) Periodista y politólogo
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