La crisis del Mar Menor abre muchas
oportunidades. Lo ha sentenciado Alfredo Urdaci remedando a Franco
cuando le comunicaron que el presidente del Gobierno, Carrero Blanco,
había sido asesinado: «No hay mal que por bien no venga», resolvió a lo
castizo.
Entre las oportunidades que señala el que fuera pareja de Letizia Ortiz en el telediario nocturno de los tiempos de Aznar no figura la más obvia: que los murcianos aprovechen para quitarse de enmedio el Gobierno de un partido que no solo ha sido incapaz de preservar, proteger y mimar el patrimonio natural de la Región, sino que ha mantenido una política activa de agresiones contra él. La cosa va por el lado contrario: la crisis del Mar Menor ofrece una oportunidad al presidente López Miras para reforzar su liderazgo. Sí, señor.
Urdaci se señala experto, entre otras muchas cosas, para la gestión de crisis a través de la comunicación y ofrece sus servicios (en este caso, tal vez gratis o como anzuelo para que se los compren) en una web que incluye un blog en el que se pregunta si el Mar Menor está muerto. Y se responde: «Los peces y cangrejos de las orillas demostraban que el mar tenía más vida de la que decían los ecologistas, que llevan años proclamando su defunción». ¡La muerte masiva de las especies demuestra que había especies! Olé. Al revés que Van Gaal: siempre positivo, nunca negativo.
Pero, según el relato de Urdaci, «todavía no se habían establecido las causas de la muerte de los peces cuando los actores más rápidos de la opinión pública tenían claro quiénes eran los culpables: la dirección política de la Región y los agricultores». Tal vez porque los actores a que se refiere, además de rápidos, están muy bien informados, aunque aquí nadie ha culpado a los agricultores como tales sino a la política que ha permitido al sector, por intereses electorales, una actividad desordenada en muchos casos.
Frente a esta realidad, el experto en crisis (debió aprender mucho de la gestión de Aznar el 11M, en que él hizo como que informaba) admite que «tanta rapidez impide recuperar la iniciativa, que es una de las condiciones para una resolución de éxito».
Y hace un breve resumen crítico de la reacción del presidente en los primeros momentos: acudió al lugar de los hechos, se subió a una barca, convocó un Consejo extraordinario y anunció medidas, dice Urdaci, pero éstas «quedaron disueltas por la realidad de una crisis que arrastra una historia de muchas décadas», aunque se le olvida añadir que López Miras, en los primeros momentos, poco menos que estaba dispuesto a trasladar las competencias de medio ambiente al Gobierno central.
Otro error del presidente, según su imprevisto asesor, fue que cedió la palabra en la sesión parlamentaria, también extraordinaria, sobre el Mar Menor: «No habló y dejó la carga de la defensa en manos de su consejero». Muy mal, López Miras, muy mal; te lo dice hasta Urdaci.
Pero para todo hay solución. Escribe, con resalto de negritas, el audaz periodista transformado en coach: «Las crisis requieren siempre un extra de liderazgo». Y lo primero que aconseja para recuperar la confianza de la peña es la autocrítica. La única que detecta es la emitida por Teodoro García, quien declaró que «las cosas en el Mar Menor no se han hecho bien», desmintiendo la riada de tuits anteriores en que presumía de lo contrario. Pero esa frase le parece corta al mismísimo Urdaci: «Podía haberse extendido un poco más en el detalle de los errores».
Y a continuación, para que nadie suponga que se ha pasado a los malos, el relator enuncia un chorro de cosas que no ha hecho por el Mar Menor el Gobierno nacional, aunque no especifica si se trata del que lleva un año en funciones o incluye también los quince años de Aznar y Rajoy.
¿Qué hacer para recuperar el liderazgo ante la sociedad, abrumada por el impacto del pasado día 12? Urdaci lo tiene claro: «López Miras necesita el apoyo de un comité científico, una especie de comisionado que trabaje con autonomía», cosa que no va a poder ser, pues los científicos le huyen.
Entre las oportunidades que señala el que fuera pareja de Letizia Ortiz en el telediario nocturno de los tiempos de Aznar no figura la más obvia: que los murcianos aprovechen para quitarse de enmedio el Gobierno de un partido que no solo ha sido incapaz de preservar, proteger y mimar el patrimonio natural de la Región, sino que ha mantenido una política activa de agresiones contra él. La cosa va por el lado contrario: la crisis del Mar Menor ofrece una oportunidad al presidente López Miras para reforzar su liderazgo. Sí, señor.
Urdaci se señala experto, entre otras muchas cosas, para la gestión de crisis a través de la comunicación y ofrece sus servicios (en este caso, tal vez gratis o como anzuelo para que se los compren) en una web que incluye un blog en el que se pregunta si el Mar Menor está muerto. Y se responde: «Los peces y cangrejos de las orillas demostraban que el mar tenía más vida de la que decían los ecologistas, que llevan años proclamando su defunción». ¡La muerte masiva de las especies demuestra que había especies! Olé. Al revés que Van Gaal: siempre positivo, nunca negativo.
Pero, según el relato de Urdaci, «todavía no se habían establecido las causas de la muerte de los peces cuando los actores más rápidos de la opinión pública tenían claro quiénes eran los culpables: la dirección política de la Región y los agricultores». Tal vez porque los actores a que se refiere, además de rápidos, están muy bien informados, aunque aquí nadie ha culpado a los agricultores como tales sino a la política que ha permitido al sector, por intereses electorales, una actividad desordenada en muchos casos.
Frente a esta realidad, el experto en crisis (debió aprender mucho de la gestión de Aznar el 11M, en que él hizo como que informaba) admite que «tanta rapidez impide recuperar la iniciativa, que es una de las condiciones para una resolución de éxito».
Y hace un breve resumen crítico de la reacción del presidente en los primeros momentos: acudió al lugar de los hechos, se subió a una barca, convocó un Consejo extraordinario y anunció medidas, dice Urdaci, pero éstas «quedaron disueltas por la realidad de una crisis que arrastra una historia de muchas décadas», aunque se le olvida añadir que López Miras, en los primeros momentos, poco menos que estaba dispuesto a trasladar las competencias de medio ambiente al Gobierno central.
Otro error del presidente, según su imprevisto asesor, fue que cedió la palabra en la sesión parlamentaria, también extraordinaria, sobre el Mar Menor: «No habló y dejó la carga de la defensa en manos de su consejero». Muy mal, López Miras, muy mal; te lo dice hasta Urdaci.
Pero para todo hay solución. Escribe, con resalto de negritas, el audaz periodista transformado en coach: «Las crisis requieren siempre un extra de liderazgo». Y lo primero que aconseja para recuperar la confianza de la peña es la autocrítica. La única que detecta es la emitida por Teodoro García, quien declaró que «las cosas en el Mar Menor no se han hecho bien», desmintiendo la riada de tuits anteriores en que presumía de lo contrario. Pero esa frase le parece corta al mismísimo Urdaci: «Podía haberse extendido un poco más en el detalle de los errores».
Y a continuación, para que nadie suponga que se ha pasado a los malos, el relator enuncia un chorro de cosas que no ha hecho por el Mar Menor el Gobierno nacional, aunque no especifica si se trata del que lleva un año en funciones o incluye también los quince años de Aznar y Rajoy.
¿Qué hacer para recuperar el liderazgo ante la sociedad, abrumada por el impacto del pasado día 12? Urdaci lo tiene claro: «López Miras necesita el apoyo de un comité científico, una especie de comisionado que trabaje con autonomía», cosa que no va a poder ser, pues los científicos le huyen.
Y necesita más cosas: «Un plan ambicioso que asegure la
sostenibilidad de lo insostenible», una aparente contradicción que se
explica porque, según el voluntarioso asistente, «la tecnología permite
conseguir que la agricultura, el urbanismo y las actividades que rodean
al turismo sean compatible con la vida en un Mar Menor sostenible».
No hay, pues, que parar, limitar o regular nada, sino acudir a los milagros que proporcionan las nuevas tecnologías. Pero la solución más complicada es la que propone en estos términos: «Salvar el Mar menor está al alcance de un liderazgo político que sepa conjugar fuerzas que quizá en un momento preelectoral están más interesadas en dividirse que en cooperar. Esto exige generosidad y capacidad de implicar a todos los interesados». ¿Generosidad y capacidad a éstos?
Lo que le pasa al Mar Menor, según el descubridor de reinas, es que «en el fondo, es la víctima de un progreso, el de Murcia, que en las últimas décadas ha dado un salto de gigante en su desarrollo», y por eso, añade, «no parece muy sensato que ahora todos estén a tirarse los trastos a la cabeza».
No hay, pues, que parar, limitar o regular nada, sino acudir a los milagros que proporcionan las nuevas tecnologías. Pero la solución más complicada es la que propone en estos términos: «Salvar el Mar menor está al alcance de un liderazgo político que sepa conjugar fuerzas que quizá en un momento preelectoral están más interesadas en dividirse que en cooperar. Esto exige generosidad y capacidad de implicar a todos los interesados». ¿Generosidad y capacidad a éstos?
Lo que le pasa al Mar Menor, según el descubridor de reinas, es que «en el fondo, es la víctima de un progreso, el de Murcia, que en las últimas décadas ha dado un salto de gigante en su desarrollo», y por eso, añade, «no parece muy sensato que ahora todos estén a tirarse los trastos a la cabeza».
O sea, que los murcianos teníamos que haber elegido entre Mar
Menor o progreso, y elegimos progreso a costa del Mar Menor. Así que,
ahora, a callar y a seguir votando al PP.
Finalmente, Urdaci anima a López Miras a que recupere la iniciativa, y vuelve a utilizar la negrita para escribir una frase que debiera asustarnos: «La comunicación nos ayuda a que el riesgo sea mínimo», y con ella se debe «conectar con la audiencia para motivar, inspirar y animar a los ciudadanos».
Finalmente, Urdaci anima a López Miras a que recupere la iniciativa, y vuelve a utilizar la negrita para escribir una frase que debiera asustarnos: «La comunicación nos ayuda a que el riesgo sea mínimo», y con ella se debe «conectar con la audiencia para motivar, inspirar y animar a los ciudadanos».
Lo mejor es que López Miras ya parece haber tomado nota de
todo esto, pues del miedo, terror y pavor del día 12 pasó el domingo 20 a
ponerse retador y sacar pecho. Liderazgo, o sea.
(*) Columnista
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