lunes, 28 de octubre de 2019

Los mantras del Mar Menor / Celia Martínez Mora *

En estos días de información masiva sobre el Mar Menor se han reiterado obviedades por todos conocidas, también negadas por algunos hasta hoy. Tras vivir años con una idea bastante clara del quid de la cuestión, es posible extraer interesantes conclusiones sociológicas de estos comportamientos negacionistas revertidos en iluminados a base de muertes masivas de fauna marina. Es interesantísimo observar cómo las estrategias cambian y se reflejan en algún que otro mantra común.

Por ejemplo, el mantra “hay que ponerse a trabajar”, al respecto del Mar Menor, lleva implícito para el que lo esgrime el reconocimiento público de que no ha hecho su trabajo de protección, respeto y cuidado por la albufera tal y como la sociedad se hartó de denunciar.

Resulta ciertamente increíble reconocer que han estado sin trabajar al respecto, disfrutando al parecer de un infinito tiempo de asueto remunerado. Pero ya que lo dicen ¡hagan ustedes el favor de ponerse a trabajar y dejen de decir que hay que ponerse! Es ciertamente lamentable que ahora, con el Mar Menor en la UVI, sea cuando empiezan a trabajar en su protección y recuperación. Que se pongan a ello y con brío, que el trabajo santifica y hay mucho que purgar en este asunto.

Otro mantra que surge en la infalible concepción beatífica de salvar a la Humanidad de sí misma es el “no es hora de buscar culpables”. Este es buenísimo, porque viene a decir que no vayamos a hurgar en lo mal que han hecho su trabajo, o que no han hecho, a la vista de los resultados y que, por extensión, nos olvidemos el asunto de la responsabilidad. 

Aquí, por la cosa de la empatía o por padecer el síndrome de Estocolmo, se pretende que omitamos a los responsables del destrozo y corramos un tupido velo porque como no se sabe quién es responsable por la cosa de no culpabilizar, la inocencia acoge. Lo de menos es que dar solución al problema pase por la identificación de sus causas y de los causantes con el fin de no reiterar error ni crear escuela.

Vinculado al anterior, un producto de la falsa empatía o de la identificación con los supuestos sufrientes, siendo uno parte interesada, es “no demonicemos (o criminalicemos) a (añada sector de impacto al gusto)”. Este es un mantra muy peligroso porque culpa precisamente de ser mala persona a quienes no han producido el daño y solo exponen lo que hay, mientras desvía el objetivo del infractor.

Un mantra de fondo en muchos sectores económicos de impacto fue verbalizado hace unos días: “El problema del Mar Menor nos lleva a una falta de rentabilidad que lastra el futuro de las empresas” Es impresionante de nivel y conlleva unas preguntas anexas tipo: ¿No será que lastra el futuro del Mar Menor? ¿De los pequeños propietarios que tienen su casita en su ribera? ¿De los comerciantes? ¿De los pescadores? ¿Y el futuro de las poblaciones ribereñas con un Mar Menor eutrofizado?

“No hay que mirar el pasado” en un mantra con una muy baja autoestima. Lo que se dice seguridad de haberlo hecho bien, no la hay. Y si por el camino encuentras personas capaces de no tener memoria, ni recuerdos del Mar Menor y toda su historia, ni existen hemerotecas que se consulten, sale redondo. La amnesia colectiva, que según dicen es lo mejor para avanzar juntos, no sea que no queramos incluirlos en el futuro, es como el pienso que dan al ganado estabulado.

Finalmente, al legendario “no hablemos mal de lo nuestro” mientras tuvimos una sopa verde que no debíamos nombrar ni ver, se le ha unido el de “las competencias son de (añadir administración distinta a la que lo dice)”, que se encuentra en pleno auge. Este último apunta a un pokémon que cada vez tiene un nivel de evolución mayor con cruentas luchas para sobrevivir en el poder.

Y ojo, porque el objetivo de todos estos mantras es que encima, les demos las gracias.


(*) Investigadora del IMIDA, activista en grupo de coordinación de Pacto por el Mar Menor desde su fundación.


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