Por segundo año consecutivo, los presos y exiliados independentistas han hecho pública una carta en vísperas del 11 de Setembre en
la que además de pedir la movilización de la ciudadanía el próximo
miércoles para asegurar el éxito de la Diada hacen una serie de
reflexiones políticas que van más allá de la jornada y que tienen el
valor de conocer cuál es el mínimo común denominador de los dieciséis
firmantes y de las tres formaciones políticas que representan, Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP.
El texto tiene dos ideas fuerza. La primera, hace referencia a los
motivos para movilizarse y llenar nuevamente las calles de Barcelona:
"El 11 de setembre llenemos Barcelona de dignidad democrática y
libertad, sin miedo a seguir defendiendo la independencia y la República
Catalana como el mejor proyecto de presente y de futuro".
La segunda
idea motriz del texto hace referencia a la reivindicación del 1 de octubre,
su valor político y cívico, la determinación de los derechos de los
catalanes por encima de la violencia del Estado y la fuerza
cohesionadora que tuvo para el independentismo: "Sabemos que uno
de los principales objetivos de la represión es la división. Así pues,
contra la frustración, es necesario volver a la serenidad, generosidad,
madurez y determinación del 1-O".
La carta, que va encabezada por el president Carles Puigdemont, su
vicepresident Oriol Junqueras y los presidentes de Òmnium, Jordi
Cuixart, y de la ANC cuando ingresó en prisión, Jordi Sànchez, es
reveladora de los innumerables matices que hay hoy en día entre las tres
formaciones y, seguramente, del encaje de bolillos que se ha tenido que
hacer.
No se deja de decir nada, pero aparece bastante más la palabra
"soberanista" que "independentista", el 27 de octubre ni se menciona y
el peso políticamente hablando recae sobre el 1 de octubre, denominador
común en el que todos se sienten cómodos a la hora de reivindicarlo.
Hay
un momento Cuixart, casi al final, cuando dice que "para volverlo a
hacer, es necesario insistir"; otro momento Junqueras, "todo esto lo
estamos haciendo juntos y no nos dejaremos nunca nadie por el camino", y
una durísima crítica al Estado español y al gobierno de Pedro Sánchez,
que se acercaría a lo que viene diciendo el president Puigdemont y en la
que considera al presidente en funciones un imitador de Mariano Rajoy
que actúa con "la irresponsabilidad de rechazar una resolución política a
un problema político".
La llamada unitaria de los dieciséis presos y
exiliados debería servir para poner algo de sordina a las diferentes
estrategias de Junts per Catalunya y Esquerra estas últimas semanas
sobre la conveniencia o no de convocar elecciones en Catalunya cuando se
conozcan las sentencias del Tribunal Supremo.
El president Quim Torra
ya lo ha descartado pero en el actual clima político de división es
obvio que su palabra no cierra el debate aunque, también es cierto, que
nada se haría si él no firmara el decreto de disolución del Parlament.
Es probable, no obstante, que en esa cuestión sí que Pedro Sánchez se
avenga a echarle una mano al independentismo si no hay investidura en
España y se celebran elecciones el 10 de noviembre. Al final, por activa
o por pasiva, en Madrid siempre hay un pegamento que resuelve las
carpetas pendientes del independentismo y que ayuda a recoser los rotos
que se han producido.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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